El poeta Juan Antonio González Iglesias (Salamanca, 1964) comenzó su biblioteca siendo "casi un niño", cuando guardaba sus ahorros "para comprar libros, además de los que me regalaban mis padres". Buen hojeador y ojeador, "a veces compro libros que previamente he leído". Se fía de los consejos "y de las reseñas, aunque inscribo su compra en el marco del azar o de la Fortuna. Un encuentro con un libro es para mí cada vez más una experiencia intensa, excepcional".
Tras esta declaración de principios, desvela que lo más querido por él de su biblioteca es la obra completa de Juan Gil-Albert, en varios volúmenes. "Creo que tuve noticia de ella por una reseña de Luis Antonio de Villena. Empecé a adquirirlos cuando era joven. Fui haciéndome con todo lo que pude, poesía y prosa. Finalmente un amigo valenciano, José María Alamar Belloch, me regaló lo que me faltaba", recuerda. Fue un encuentro feliz con un autor determinante en su vida, ya que "su manera de estar en el mundo es ejemplar para mí, especialmente en su serenidad luminosa y en su sesgo hacia la felicidad".
Más confidencias: no ha leído los dos mil títulos de su biblioteca; comparte "con los antiguos el miedo a las bibliotecas personales demasiado grandes". Y no tiene límites: "sí, no saco un libro cuando entra otro. Soy especialmente respetuoso con los libros que me regalan, por la importancia que doy en mi vida a lo inesperado".
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- iQué raro es todo!, por Álvaro Guibert
- Otras pantallas, por Carlos Reviriego
- El incomodador, por Juan Sardá
- Tengo una cita, por Manuel Hidalgo
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