Marta Sanz se conoce al dedillo la Feria del Libro de Madrid desde ambos lados de la barrera. Hoy no viene a firmar ejemplares, sino a pasear un rato con nosotros, saludando a libreros y editores amigos y haciendo memoria de su relación con la gran fiesta anual de los amantes de las letras.
Dice la escritora que la feria, que no es representativa del estado real del sector editorial, sí es, en cambio, un buen indicador de cómo en los últimos años la cultura se ha ido asociando a lo espectacular: escritores consagrados que no salen en los medios a menudo están solos en las casetas, mientras que se forman colas interminables en las casetas donde firman las estrellas televisivas. "Los escritores que no salimos en televisión nos tenemos que hacer resistentes, pegar el culo a nuestra banqueta y si un día estamos solos viéndolas venir, también así se aprenden muchas cosas".
La autora de La lección de anatomía, novela que corrigió y amplió hace pocos meses, firmó por primera vez en la Feria del Libro de 1995, cuando publicó El frío. En estos casi veinte años de carrera literaria, la columnista de El Cultural ha ido estrechando lazos con otros autores, con editores, con libreros y, por supuesto, con sus lectores. Para ella, la feria es el momento perfecto para reavivar esas amistades, regándolas a menudo con unas cañas a pocos metros del paseo de coches.