El filósofo Miguel Morey (Barcelona, 1950) tiene claro que si tuviera que elegir un solo libro de su biblioteca sería La Gaya ciencia de Nietzsche, que "va conmigo casi desde siempre. Permite innumerables relecturas, siempre nuevas. Es un interlocutor perfecto". No se acuerda de quién se lo regaló o si lo compró al azar, pero tiene la impresión de que "mi primer ejemplar me acompaña desde entonces. Lo que recuerdo es que mi primera lectura resultó ser muy insuficiente, excepto por una cosa: dejó claro que era un libro que exigía ser releído y releído, con calma y coraje. Pienso que el tiempo me ha ido dando la razón".
Destaca Morey que cuando era estudiante, en la Facultad se pasaban el día "‘prestándonos' libros o tomándolos prestados", y que sin ese tráfico, "sin ese contagio intelectual mutuo y continuado, nuestra formación hubiera sido mucho más mediocre". Incluso prefiere pensar que son "unos cuantos los que aún perseveramos en ese viejo trato, aunque siempre fuera de las fechas señaladas". El filósofo inició su biblioteca personal a los doce o trece años, sobre la base de la colección Austral, "y lo que podía pillarse en las librerías de lance, y en sus trastiendas", pero ahora mismo no sabe cuál es el último libro incorporado, ya que "rara vez salgo de una librería interesante con uno solo." El que más feliz le ha hecho, es decir, "el último que me ha permitido aprender algo, no recuerdo cuál ha sido, pero lo que aprendí lo llevo conmigo".
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- iQué raro es todo!, por Álvaro Guibert
- Otras pantallas, por Carlos Reviriego
- El incomodador, por Juan Sardá
- Tengo una cita, por Manuel Hidalgo
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