Ya es oficial. Elvira Navarro será durante todo el año que viene la editora de Caballo de Troya. Y será ella, también, quien proponga y dé paso a su sucesor en 2016. Se trata de una novedosa manera de sustituir al en tantos aspectos insustituible Constantino Bértolo, buque insignia de la editorial desde su origen hasta su jubilación. La importancia de esta decisión la escenificaron esta mañana, en rueda de prensa, Claudio López Lamadrid, responsable de Mondadori, Elvira Navarro y el propio Bértolo, quien se mostró encantado en su retiro, en el que, según dijo, bromeando, disfruta "del paraíso capitalista".
Tomó la palabra López Lamadrid para insistir en que este nuevo modo de gestionar la editorial responde "a la complicada situación" que se propició tras la salida de Bértolo. La línea, las ideas del fundador continuarán muy presentes en el nuevo, o no tan nuevo proyecto. Se publicarán entre seis y ocho libros al año (menos de seis no tendría sentido, dijo Lamadrid, y más de ocho manuscritos realmente interesantes es complicado encontrar). Caballo de Troya siempre se distinguió por su apuesta por los autores noveles, y en esas seguirán. Se trata de una editorial que recibe entre 300 y 400 originales al año, de los cuales, dijo Bértolo, intentan leer, completos, unos 120. "Se trata de una de las pocas editoriales que apuesta claramente por este tipo de autores", dijo Navarro, y añadió que las editoriales independientes no tienen, no están teniendo la capacidad de afrontar una apuesta de este tipo, y se mantienen a base de publicar clásicos y reediciones. Apuestas más o menos seguras. Caballo de Troya, con todo el músculo de Mondadori sosteniéndola, vendría a ocupar -a seguir ocupando- ese hueco.
El objetivo del nuevo proyecto es trillar el camino hacia un futuro digital, y por eso mantendrán, tan solo, una tirada discreta en papel cuya distribución se hará a través de "librerías asociadas". Esto es, librerías de carácter literario (que pueden llegar a unas 40 o 50 para una tirada de no más de 500 ejemplares; antes, con Bértolo, se tiraban unos 1.200 y se colocaban, en el mejor de los casos, unos 800) que, tal y como dijo López Lamadrid, "se comprometan con el proyecto y den visibilidad y salida a los libros". Los libros digitales valdrán en el mercado 3,90 euros y, en papel, alcanzarán los 13 euros. La apuesta por lo digital se sustenta en un dato: el 10% de las ventas de Caballo de Troya son en formato electrónico, lo cual no deja de ser llamativo en un mercado cuyo promedio de ventas digitales no rebasa el 3%. ¿La razón? Encontrar libros de Caballo de Troya sigue siendo difícil, sobre todo en el extranjero. López Lamadrid, que por momentos parecía ir ideando salidas, opciones durante la comparecencia de prensa, lamentó que muchos de los libros de este sello se queden en una especie de limbo y no despierten el interés de los lectores no por una cuestión literaria, sino de visibilidad. La visibilidad es clave para Caballo de Troya, un editorial que, según reconocen sus responsables, no genera beneficios económicos. Es la cantera de Literatura Random House y, por eso, dijo López Lamadrid, "el principal reto de Elvira será saber cuándo un autor ya no es para Caballo de Troya y está listo para dar el salto". En este sentido, Bértolo afirmó que no tiene sentido que ningún autor publique más de dos o tres libros en el sello.
En cuanto al perfil de Navarro, es sabido que se trata de una escritora de la casa, muy de Caballo de Troya. Ella misma fue descubierta por Bértolo y dio, más tarde, el salto al sello principal de la casa. Esa es la proyección ideal. La razón de ser de Caballo de Troya. Además, se trata de una persona en contacto con escritores jóvenes, que imparte talleres de escritura y lee manuscritos continuamente. "Creo que soy bastante capaz de ver las posibilidades de un libro", dijo. La autora de La trabajadora dijo querer paliar, en la medida de sus posibilidades, la escasa atención que, según ella, se está prestando a la literatura española, lo que supone un baldón añadido para el escritor novel que quiere publicar. Se trata de un complejo, dijo, que hay que superar.