¿Disparó Courney Love a Kurt Cobain?. Ilustración de David Sánchez

La historia del rock está plagada de muchas historias difíciles de creer y de otras que directamente son mentira. De estas últimas nos habla Héctor Sánchez en el libro Paul está muerto y otras leyendas urbanas del rock, con el objetivo de desentrañar el origen y separar la realidad de la ficción, siempre que se pueda.

El 9 de noviembre de 1966 Paul McCartney, en una noche de perros, se estrellaba con su Aston Martin contra un muro y, a consecuencia del incendio que originó el impacto, fallecía dejando tras de sí un cadáver prácticamente irreconocible. Un duro golpe que debía suponer el punto y final para la banda más famosa del planeta. Pero Brian Epstein, mánager del grupo, no iba a permitir que un nimio contratiempo como éste, la insignificante pérdida del compositor de Yesterday, acabará con la gallina de los huevos de oro. Presuntamente "untó" con montañas de billetes a quien hizo falta para acallar el asunto (policía, bomberos, testigos...) y seguidamente convocó un concurso de imitadores, se supone que con el beneplácito de los demás componentes de la banda y de los familiares de Paul (no debía de ser muy apreciado el de Liverpool por sus allegados). El concurso lo ganó de calle un policía de Canadá llamado William Campbell y tras unas pequeñas intervenciones quirúrgicas, el grupo ya estaba de nuevo preparado para provocar por todo el mundo desmayos y temblores en las primeras filas de sus conciertos.



"Uffff... Por poco", debió de suspirar aliviado Brian Esptein. "A partir de ahora, chicos, tenemos que llenar todo el material que publiquemos de pistas que conduzcan a la verdad para, uhm..., no sé..., para que descubran el entuerto y nos metan a todos en la cárcel". "Claro Brian, descuida", debieron exclamar los melenudos al unísono y se pusieron manos a la obra.



Durante los casi 50 años que han trascurrido de la supuesta muerte de McCartney, las mentes más conspiranoicas han encontrado entre innumerables e infinitas pistas sobre lo ocurrido, algunas ocultas, otras más obvias... "Aquí lo importante es estar predispuesto a encontrarlas. Al final es como un pasatiempo o un juego y, para que funcione, hay que dejarse llevar", comenta Héctor Sánchez, autor de Paul está muerto y otras leyendas urbanas del rock (Errata Naturae), un libro que bucea en las profundidades de las historias falsas que conciernen a las grandes superestrellas de la música para tratar de encontrarles un origen y una explicación razonable que separe el mito de la verdad.



La música que inspira a Satanás

¿Eran nazis los componentes de Kiss? Ilustración de David Sánchez

La relación entre el Príncipe de las Tinieblas y el rock ha dado lugar a un buen número de leyendas y se puede rastrear más allá de los albores del género. Robert Johnson fue el primero que utilizó los servicios de Satanás para hacerse un hueco en la historia de la música. Según cuenta la leyenda, fue en un cruce de carreteras allá por 1931, a medianoche, cuando un hombre vestido de negro le afinó la guitarra al bluesman de Misisipi, hasta el momento un músico mediocre. El precio fue su alma y no tardaría mucho en cobrársela porque Johnson inauguró el Club de los 27, aquel al que pertenecen Jim Morrison, Janis Joplin, Jimi Hendrix, Brian Jones, Kurt Cobain, Amy Winehouse y todas aquellas estrellas apagadas a la edad de 27 años. "Una coincidencia que ha convertido este número en el número maldito del rock", explica Héctor Sánchez.



Una de las bandas que más se asocia al satanismo es Led Zeppelin. Por poner un ejemplo de esta percepción, el padre Greenwald, ministro baptista al que se le ocurrió escuchar Stairway to Heaven al revés, creyó descubrir este mensaje: Oh, aquí está para mi dulce Satán / el único cuyo pequeño camino me entristecería / cuyo poder es Satán. / Dará el 666 a aquellos con él. / Había un pequeño cobertizo / donde él nos hacía sufrir, triste Satán. "Yo no he probado lo de escuchar el disco al revés porque no sabría ni cómo hacerlo", comenta divertido Héctor Sánchez. "Pero sí que he escuchado varias grabaciones de discos reproducidos al revés y te das cuenta de que hay grandes diferencias entre la transcripción que hace una persona y la que hace otra. Cada uno escucha lo que quiere oír".



Kiss, una maquinaria perfectamente engrasada para producir merchandising musical, también fue tildada de adorar a Belcebú. Pero, teniendo en cuenta las pintas que gastaban, tampoco es para echarse las manos a la cabeza. Otra cosa es que The Eagles, con esa imagen que tenían de no haber roto un plato, también fueran acusados de satanismo por la ambigüedad de la letra de Hotel California (que realmente hablaba de la cocaína) y por guardar mensajes ocultos que se manifestaban al reproducir la canción al revés. Timothy B. Schmit, bajista del grupo, fue taxativo al respecto: "Lo único que pasa si pones el disco al revés es que se raya".



Sexo, drogas y teléfono escacharrao

¿Se divirtieron Led Zeepelin en la cama con una groupie y un tiburon?. Ilustración de David Sánchez

Los Rolling Stones sí se buscaron con ganas la fama de satánicos pero sin embargo sus leyendas están más bien relacionadas con la depravación. El 12 de febrero de 1967 se produjo una redada antidroga en la casa de campo que Keith Richards tenía en el condado de Sussex. Aquella operación, en la que las autoridades encontraron algunas sustancias prohibidas, acabó por poner a la sombra por unos meses al anfitrión y a Mick Jagger. Pero, por si fuera poco, además se corrió el rumor de que al bueno de Mick le pillaron in fraganti masturbando a su novia de entonces, Marianne Faithfull, con una chocolatina Mars. "Lo de la chocolatina fue un detalle que, de puro disparate, hizo que la historia se creyera para siempre", comentó Faithfull. Pero esta no es la única leyenda urbana acerca del vocalista de los Stones...



Según la primera mujer de David Bowie, el rey del glam y Mick Jagger se lo montaron juntos tras una noche de borrachera. Al menos, ella los encontró desnudos en la cama. De hecho, y siguiendo el hilo de la discutible historia, la balada Angie de los Rolling Stones, la escribiría Jagger pensando en Bowie. No sabemos qué opinará Keith Richards, auténtico autor de la letra, del supuesto affair de su compañero pero lo que sí parece claro es que el guitarrista en 2007 se metió una raya compuesta por las cenizas de su padre y por algo de cocaína, como le confesó en una entrevista telefónica al periodista Mark Beaumont. Tras el revuelo causado por las declaraciones, Richards se tuvo que retractar: en la raya, improvisada tras derramarse sin querer parte del contenido de la urna en la que se encontraban los restos de su progenitor, no había nada de cocaína. Como vemos a veces las leyendas están íntimamente pegadas a la realidad.



Otras veces la leyenda es producto de la combinación del exceso de consumo de drogas y del boca a boca que provoca la mutación lisérgica de la historia. Esto ocurrió en el vigésimo cumpleaños de Keith Moon, el batería de los Who, celebrado en el Holiday Inn de Flint, Michigan. Se da por hecho que la celebración de la efeméride acabó con el coche de Moon aparcado en la piscina del hotel pero las versiones de testigos como Pete Townshend y Roger Daltry se contradicen y difieren hasta en la marca de coche. En lo que todos concuerdan es en que esa noche no escatimaron en drogas.



Sincronías espeluznantes

¿Qué tienen en común El mago de Oz y The Dark Side of the Moon de Pink Floyd? Pues en principio nada pero si reproducimos ambos a la vez se producen más de 100 coincidencias. No sé sabe quién descubriría tal sincronía pero merece la pena echarle un vistazo a The Dark Side of the Rainbow.







¿Está muerto Paul McCartney?

Ni mucho menos. Todo parece indicar que el rumor de la muerte de McCarney lo inició Tim Harper, redactor del Times-Delphic, el periódico de la Universidad de Drake en Des Moines, con un reportaje titulado ¿Está muerto el beatle Paul McCartney?. Todo era falso pero el rumor prendió como la pólvora y hasta el día de hoy sigue siendo una de las leyendas urbanas del rock más populares, sobre todo por la icónica portada de Abbey Road, en la que Paul aparece descalzo, sujetando el cigarro con la mano derecha cuando era zurdo y por el mensaje escrito en la matrícula del escarabajo que aparece a la izquierda: 28 if… (28 si…). Pero no es la única historia del libro Paul está muerto y otras leyendas urbanas del rock, perfectamente ilustrado por David Sánchez, en la que están involucrados los Fab Four ya que Héctor Sánchez les dedica hasta dos capítulos más. El primero sobre la posibilidad de que los beatles fumaran marihuana en los servicios del Palacio de Buckingham Palace momentos antes de que les recibiera la Reina y el segundo sobre la posible intervención de la CIA en el asesinato de John Lennon... La conspiración nos aguarda a la vuelta de la esquina.