Enrique Álvarez. Foto: Jesús Herrán

Vanera.Cantabria, 2015. 266 páginas, 18E

De los cinco títulos narrativos publicados por Enrique Álvarez (León, 1954) solo conozco El sueño de la ahogada, de 1990. Esta novela me dejó grato recuerdo por la impresión de hallarme ante un escritor dado a lo novelesco y fragmentario como recurso para expresar una incierta aprensión del mundo. Reencuentro esa estimulante escritura en Soñar en serio. En esta selección de cuentos se revalida el mismo narrador de estirpe realista pero no constreñido por el costumbrismo sino abierto a la zona de misterio que encierra la realidad aparente. Con otras palabras y otra intención, es la característica que apunta Luis Mateo Díez en el prólogo del libro.



Enrique Álvarez es un cuentista de raíz clásica. Frente a los pujos innovadores que traen ahora algunos jóvenes, mira sin complejos a la tradición que forjó el cuento literario. Álvarez dispone un argumento concentrado (e incluso lo desarrolla con algún detallismo), crea personajes de claros perfiles y busca la resolución sorpresiva, si bien no espectacular, que caracteriza una parte del género. Y como también comparte con esa tendencia canónica hoy cuestionada una intención comunicativa e incluso los efectos emocionales, su prosa no busca tanto el brillo como un cuidado expresivo que trasmita un puñado de observaciones sobre el mundo.



Este planteamiento general se vuelca en reconstruir algo así como una reducida comedia humana, comparación balzaciana válida siempre que suprimamos de ella toda intencionalidad sociologista explícita. Entre sus personajes faltan representantes del obrerismo puro y de los más pudientes. El autor se interesa por la gente más común cercana a nosotros, a la que se muestra ante situaciones o problemas personales. A un psiquiatra le desconcierta el engaño de una paciente depresiva. Dos chicos viven una aturdidora jornada de Domund. Un periodista sufre una situación laboral incomprensible. Una madre soltera trata de despejar una penosa trama familiar. Un cura bondadoso pone a prueba su capacidad para pecar. Una anciana enferma y rebelde trae de cabeza a sus cuidadores. El retraído empleado de una tienda de música se complica en un ajuste de cuentas homicida. La muerte de un anciano descubre secretos y estimula un sueño que acerca pesadilla y realidad...



Esta cadena de peripecias íntimas plantea de forma inventiva conductas humanas típicas. En la trama anecdótica actúan la falsedad, el rencor, la obsesión enfermiza, el despecho o la venganza. En consecuencia, contemplamos la falsedad, el fracaso, el engaño. También vemos el contrapeso modesto del afecto o la bondad, con lo que se evita el determinismo de los sentimientos negativos. Así, Soñar en serio ofrece un jugoso muestrario de casos que funcionan como un espejo donde el lector pueden contrastar sus propias incertidumbres mentales.