Juan Pablo Escobar

El libro Pablo Escobar, mi padre (Península) lo firma Juan Pablo Escobar (Medellín, 1977) aunque en la entrevista se presenta como Juan Sebastián Marroquín, la identidad que adoptó tras la muerte de su progenitor, el narcotraficante más famoso de la historia. En él, este arquitecto y diseñador industrial, intenta rendir cuentas con el pasado y ajustar la verdad de una historia terrible que se saldó con miles de muertes en Colombia en una guerra cruenta entre el estado y los cárteles más poderosos de la droga, que también acabaron enfrentados entre sí. Sin embargo, y esto es algo que el autor no ha podido obviar, este despiadado criminal también fue un atento y cariñoso padre de familia que vivió una vida de lujos y excentricidades. Un ser plagado de contradicciones en las que bucear gracias a una exhaustiva investigación y a los recuerdos imborrables que se plasman en las páginas de este libro.



- ¿Por qué se decidió a escribir sobre su padre?

- En primer lugar porque las víctimas tienen el derecho a acceder a la información real de lo acontecido en vida de mi padre, ese es uno de los principios básicos para que sus vidas puedan ser reparadas. En segundo lugar, mi hijo tiene que tener un documento que le sirva para que en el futuro nadie le vaya a echar cuentos sobre su propio abuelo. Y, por último, para que quede constancia de la historia que hemos vivido y sufrido como país. Esta historia la he escrito para que no se repita y para que pueda inspirar a algunas personas a transformar sus vidas y no seguir los pasos de mi padre.



- ¿Cree que los relatos que se habían hecho hasta ahora sobre la vida de Pablo Escobar eran interesados, que no se ajustaban a la realidad?

- No tengo ninguna duda. Todos esos relatos los podríamos mandar a las plantas de reciclaje. A mi padre lo han utilizado para manipulaciones políticas de todo tipo. El ejemplo que describo en el libro de Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori es un claro exponente de como se ha utilizado la historia de mi padre para insertar determinadas versiones amañadas y liar a terceros.



- ¿Tenía miedo de que la gente pensara que lo que realmente buscaba con el libro era justificar los crímenes de su padre?

- En absoluto. No tenía ningún miedo porque cualquiera que lea el libro y tenga dos dedos de frente se da cuenta de que no se justifican los crímenes sino que se hace un relato pormenorizado de los mismos. No hay forma posible de que yo pudiera justificar la violencia.



- En el libro hay muchos detalles sobre los crímenes de su padre. ¿Hablaba con él de estas cuestiones?

- Sí, claro que sí. Hablábamos mucho y tenía la capacidad de reconocer ante mí la totalidad de los delitos que cometía. Esto ocurrió sobre todo en el último año de vida que compartimos juntos.



- ¿Trataba él de justificarse? ¿Se arrepentía?

- Yo le pedía que no continuara con el narcoterrorismo y que no pusiera más bombas pero él me decía que no me olvidara que yo había sido la primera víctima del narcoterrismo colombiano junto a mi hermana y mi madre. Por supuesto, yo había sido víctima de atentados pero esto no justifica la propia violencia y no creía en que una amenaza peor solucionara las cosas.



- ¿Ha realizado entrevistas con colaboradores de la red de narcotráfico de su padre para el libro?

- Por supuesto. He hecho una tarea de investigación sobre Pablo Escobar como nunca antes se había hecho, siempre de la mano del editor Edgar Téllez. Ellos sabían que quería contar la historia de mi padre con absoluta seriedad y que no iba a amañarla hacia ningún costado. Simplemente quería contar la verdad, no hacerle favores a ninguna persona. Aceptaron y entendieron esa realidad y colaboraron muchísimo dando información fidedigna que después podía ir verificando para acercarme lo más posible a lo que había ocurrido.



- ¿Existe gente en Colombia que quiera acallar todavía algunos de los hechos que relata en el libro?

- Me han sugerido que no vuelva a Colombia pero eso ya lo he publicado. De todas maneras, a mí me podrán matar pero no al libro que he escrito.





- ¿Ha llegado a entender como podían convivir en una misma persona dos facetas tan distintas, la de cariñoso padre de familia y a la de terrible delincuente?

- No es el único caso que se conoce pero era una realidad con la que tenía que convivir. Mi padre era conmigo muy cariñoso pero también con mi madre, con mi hermana y con el resto de su familia y de sus amigos. Yo solamente recibí afecto y amor de su parte, nunca violencia. Tengo que ser coherente y consecuente con esa realidad. Pero es difícil que se pueda comprender que un hombre que amaba tanto a sus hijos, que les daba tanto cariño y tanto amor y les escribía cartas aconsejándoles bien e inculcándoles valores humanos, fuera capaz de salir de su casa y, al cruzar el umbral, y ordenar asesinatos. Pero esa era la verdad, era capaz de ambas cosas.



- ¿Había mas contradicciones en la vida de Pablo Escobar?

- Toda su vida estuvo llena de contradicciones. Siempre se habló de que ayudar a los necesitados lo era pero no creo que fuera así. Él formaba parte de esa gente. Era un hombre humilde que no tenía nada en la vida y cuando se hizo rico no olvido a esa gente. Les ayudó con muchísimo amor y sin ningún interés en particular, solamente por el placer de ver que con su propia fortuna podía contribuir a devolver la dignidad a quienes el estado había abandonado.



- ¿Cómo recuerda su infancia? ¿Podría decir que fue un niño feliz?

- Creía que era un niño feliz, creía que era dueño de todo, pero en realidad no era dueño de nada. Esa supuesta niñez feliz duró poquito y después se convirtió en una pesadilla por la violencia que nos alcanzó a todos.



Juan Pablo Escobar y Pablo Escobar

- Vivir en Nápoles, la gran propiedad colmada de lujos de su padre, debía de ser como vivir en un cuento de hadas...

- Sí, lo que pasa que los cuentos de hadas son solo eso, cuentos de hadas y nada más. No tienen nada que ver con la realidad a la hora de la verdad. Más rico me siento hoy que no tengo nada de lo que tenía antes. Mientras más millonario era mi padre en el pasado más pobres nos sentíamos porque más se coartaban nuestras libertades.



- Usted no está de acuerdo con la versión oficial de la muerte de su padre...

- No es que no esté de acuerdo sino que tengo la absoluta certeza de que es como yo la cuento, no como nos la han querido vender.



- ¿Qué le hace pensar que no murió asesinado sino que se suicidó?

- Tengo evidencias que me hacen afirmarlo. Para empezar el testimonio de los propios forenses que aseguran haber sido amenazados para alterar su informe. Por otro lado, mi padre toda la vida nos habló de suicidarse si se veía acorralado. Decía que, de 15 tiros de su pistola, 14 serían para su enemigos y el último siempre sería para él. Además acuñó la frase de que prefería una tumba en Colombia a una cárcel en EEUU. Durante 10 años nadie le pudo detectar ni encontrar y jamás utilizaba el teléfono porque decía que era la muerte. El 2 de diciembre de 1993 pudo mandar a muchas personas a hacer llamadas pero prefirió hacerlas en persona y después esperó a que llegasen sus enemigos. Mi padre decidió que ese sería el último día en la tierra para él. Se dejó cazar, no fue que le encontraran. Quería que libraran a su familia que ya no estaba protegida por el estado sino en condición de rehén.



- ¿Estuvo la familia de su padre involucrada en su muerte?

- No es una opinión es una afirmación con evidencias. Hasta el propio Roberto Escobar [hermano de Pablo] me entregó un código que lo convertía en informante de la DEA, el código que utilicé en la embajada norteamericana en Bogotá y que me llevó en tres minutos a hablar con Joe Totf , director de la DEA para América Latina. Yo nunca conocí a ningún bandido que tuviera en su billetera un código que le permitiera hablar con un jefe de la DEA.



- ¿Entiende, podría perdonar esta postura que adoptó la familia de su padre?

- Una cosa es perdonar y otra es olvidar. Perdonados están pero olvidar no se olvida. Ese nivel de ingratitud y maldad hace que la historia de Cain y Abel parezca un cuento de hadas.



- Cuando murió su padre pensó en la venganza. ¿Cómo se llega desde esa posición al punto en el que se encuentra ahora?

- Tarde diez minutos en reflexionar que, si yo durante toda mi vida había sido el mayor crítico de mi padre y quién más le había exigido que acabara con la violencia, vengar su muerte me convertiría en una persona peor que él. Eso me hizo reaccionar y cambié la perspectiva. Me encaucé por donde debía haber circulado todo mi vida y por donde lo hice aún en vida de mi padre porque le manifestaba abiertamente mi rechazo a la violencia.



- ¿Qué siente ahora mismo por su padre?

- Amor incondicional y no negociable. Y es lo que quiero trasmitir a mi hijo, que debe amar a su abuelo como yo amé a mi padre de manera incondicional y absoluta. Pero ese amor no debe de ser eterno y no debe servir para tapar sus crímenes sino para hacernos conscientes de que ese es el camino que no hay que recorrer.



- ¿Hasta que punto tuvo el aparato político y estatal de Colombia connivencia con los crímenes de su padre antes de declararle la guerra?

- Veía a decenas de políticos, estrellas de cine, deportistas, militares, policías, gobernadores, presidentes... haciendo negocios con mi padre. El libro no tendría ni la mitad de peso si no fuera gracias a la corrupción rampante en Colombia.