Fernando Delgado.
Santa Teresa de Jesús no solo vivió enamorada de Dios; también lo estuvo de un hombre de carne y hueso: Jerónimo Gracián. Ella tenía 60 años cuando conoció a este fraile joven, aventurero, inteligente y atractivo. Este amor fue "intensísimo, pero no carnal", asegura el escritor y periodista Fernando Delgado (Tenerife, 1947), que ha recreado la relación entre ambos en Sus ojos en mí, novela ganadora del Premio Azorín 2015, que presentó recientemente a los medios en el Hotel Continental de Madrid."Pongo la mano en el fuego por la castidad de Teresa, pero no tanto por Gracián, que tenía fama de seducir a monjas jóvenes", confiesa el ganador del Premio Azorín. Cree también que es posible que ella deseara sexualmente al joven fraile, pero no parece que fuera una pasión correspondida. Después de uno de sus famosos éxtasis, la mística llegó a asegurar que Jesús había tomado las manos de ambos y se las había unido, exhortándoles a que siempre permaneciesen unidos, cuenta Delgado. Por su parte, Jerónimo Gracián dejó escrito que había amado a Teresa más que a ninguna criatura de la tierra, que este amor le proporcionaba "pureza, consuelo y alivio" y que era un amor muy distinto al que suele darse en el mundo.
El autor de la novela ha sido muy respetuoso con la biografía de Teresa de Jesús y ha utilizado como fuente principal para documentar su relación con Gracián el propio epistolario de la santa y el fraile. "No pongo en los labios de ambos nada que no dijeran realmente", advierte Delgado, que considera a Santa Teresa "la prosista española más importante de todos los tiempos" y "una gran memorialista": "Nadie describe su vida mejor que ella misma; además, con bastante sentido del humor, entre otras muchas cualidades".
Siglo XVI: una Iglesia "depravada"
Gracián ayudó a Santa Teresa a reformar la orden del Carmelo, en medio de interminables disputas y luchas de poder entre los dos grupos de carmelitas, los calzados y los descalzos. El ámbito eclesiástico del siglo XVI, explica el escritor, estaba contaminado por una "depravación absoluta, tanto económica como sexual". Según Delgado, que refleja este panorama en el libro, "muchos frailes eran borrachos y puteros" y de este "guirigay terrible" también participaban muchas monjas. Acabar con esta corrupción fue el objetivo de la renovación que preconizaba Santa Teresa, que fue perseguida por la Inquisición, "más que por sus ideas, por el hecho de que esas ideas fueran de una mujer", opina Delgado, y advierte: "Yo no escribo para denunciar nada. La corrupción moral de la Iglesia en aquella época era tan evidente que se denuncia sola con solo describirla".Teresa de Jesús y Gracián tuvieron que soportar "un auténtico calvario" por la envidia y las habladurías que su relación provocaba en su comunidad religiosa. Sobre todo Gracián, que acabó huyendo de sus propios hermanos, los carmelitas descalzos. Estos incluso consiguieron expulsarlo de España. "Fue perseguido por seguir las ideas de una mujer, fue apresado por corsarios y acabó siendo acogido por quienes habían sido sus adversarios: los carmelitas calzados. Gracián es un personaje interesantísimo, que daría para varias novelas", dice Delgado como lanzando un guante al aire.
Tramas paralelas
Sus ojos en mí transcurre en dos tiempos narrativos. Además de contar la historia de Santa Teresa y Gracián en el siglo XVI, Delgado elabora una ficción en la que dos frailes y un profesor se reúnen en los años 60 del siglo XX para escribir una novela sobre la relación de estos dos personajes históricos.En esta trama, Julio Weyler (que más tarde tomará los hábitos con el nombre de Fray Casto del Niño Jesús) se pone en contacto con Fray Humberto San Luis, pidiéndole consejo para escribir una novela sobre San Juan de la Cruz. Éste en cambio, le recomienda que no escriba una novela sobre el santo, ya que este tenía una vida demasiado contemplativa y por tanto poco interesante desde el punto de vista narrativo. En cambio, le da a conocer la figura de Jerónimo Gracián, que se convierte en el personaje de estudio del escritor.
Este cambio de rumbo lo experimentó el propio autor de Sus ojos en mí hace cuarenta años. "Un librero, que acabaría siendo un prominente político español, me dijo que lo único reseñable que hizo San Juan de la Cruz fue escaparse de la cárcel de Toledo. Me lo dijo con una petulancia que me molestó, pero me dejó desconcertado. Años más tarde, un hispanista me habló de Jerónimo Gracián. Me dio mucha bibliografía sobre él pero no le hice mucho caso, hasta que leí en la biografía de Santa Teresa de Jesús escrita por Gerald Brenan que ella y Gracián "se enamoraron". Entonces decidí que tenía sentido seguir la pista de esta historia de amor", explica Delgado. Por tanto, el autor no decidió escribir esta novela pensando en el 5° centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús -que celebramos este año-, aunque reconoce que su proximidad le hizo retomarla y apretar el paso para que su publicación coincidiera con él.
Como Delgado, Fray Casto decidió replantearse su objetivo y conversó todos los días durante meses con Fray Humberto y con su tío Ronald Weyler para conocer más sobre la figura de Gracián. De manera paralela al amor de Gracián y Teresa, Delgado nos cuenta en esta trama la relación entre los dos frailes, que también han de sufrir su propio calvario por la "excesiva complicidad" que, según otros religiosos, existía entre ambos.