Juan Goytisolo recibe la medalla de manos del Rey Felipe

El Premio Cervantes da uno de los discursos más reivindicativos que se recuerdan en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares y termina con una referencia al partido de Pablo Iglesias: "Digamos bien alto que podemos".

Se esperaba un discurso revindicativo, y Goytisolo lo ha dado. Si bien pasado por el tamiz cervantino, en cuya tradición se inscribe el autor de Señas de identidad, como él mismo ha dicho y han repetido, a continuación, el Rey y el ministro Wert. "Mi instintiva reserva a los nacionalismos de toda índole y sus identidades totémicas, incapaces de abarcar la riqueza y diversidad de su propio contenido, me ha llevado a abrazar como un salvavidas la reivindicada por Carlos Fuentes nacionalidad cervantina. Me reconozco plenamente en ella. Cervantear es aventurarse en el territorio incierto de lo desconocido con la cabeza cubierta con un frágil yelmo bacía".



Llegó Goytisolo, como había prometido, vestido "normalmente" (sin chilaba); esto es, con un traje marrón muy similar al que había lucido en las entrevistas y encuentros de esta semana con periodistas y lectores. También como el que llevó en la comida de gala del miércoles en el Palacio Real. El discurso fue breve y llevó por título una expresión cervantina: "A la llana y sin rodeos". Estuvo dedicado a quien fuera su maestro en Harvard, Francisco Márquez Villanueva, y a los habitantes de la medina de Marrakech. "Que han sabido acogerme con cariño en la vejez", dijo.



El autor de Campos de Nijar fue pasando, a medida que avanzaba en su discurso de cuatro cuartillas, de lo literario a lo reivindicativo. Y acabó imaginando al Quijote cabalgando contra los desahucios y la corrupción de la ingeniería financiera. Cerró con una referencia al partido de Pablo Iglesias, por el que esta misma semana dijo "sentir simpatía": "Volver a Cervantes y asumir la locura de su personaje como una forma superior de cordura, tal es la lección del Quijote. Al hacerlo no nos evadimos de la realidad inicua que nos rodea. Asentamos al revés los pies en ella. Digamos bien alto que podemos. Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia".



Goytisolo reivindicó el papel del escritor frente a la injusticia, frente a este "panorama sombrío" en el que, afirmó, se da una triple crisis económica, política y social. "Según las estadísticas que tengo a mano, más del 20% de los niños de nuestra Marca España vive hoy bajo el umbral de la pobreza, una cifra con todo inferior a la del nivel del paro. Las razones para indignarse son múltiples y el escritor no puede ignorarlas sin traicionarse a sí mismo. No se trata de poner la pluma al servicio de una causa, por justa que sea, sino de introducir el fermento contestatario de esta en el ámbito de la escritura. Encajar la trama novelesca en el molde de unas formas reiteradas hasta la saciedad condena la obra a la irrelevancia y una vez más, en la encrucijada, Cervantes nos muestra el camino".



Dijo pertenecer a la clase de escritores que viven la literatura "como una adicción". Dijo no valorar la fama, aunque reconoció haber deseado "la vanagloria del éxito" cuando era joven, buscar el reconocimiento o "ser noticia, como dicen obscenamente los parásitos de la literatura". Así dividió entre literatos y escritores, o, "más modestamente, incurables aprendices de escritor". Entre estos últimos se situó a sí mismo.



"Como vio muy bien Manuel Azaña, una cosa es la actualidad efímera y otra muy distinta la modernidad atemporal de las obras destinadas a perdurar pese al ostracismo que a menudo sufrieron cuando fueron escritas. La vejez de lo nuevo se reitera a lo largo del tiempo con su ilusión de frescura marchita. El dulce señuelo de la fama sería patético si no fuera simplemente absurdo. Ajena a toda manipulación y teatro de títeres, la verdadera obra de arte no tiene prisas: puede dormir durante décadas como La regenta o durante siglos como La lozana andaluza. Quienes adensaron el silencio en torno a nuestro primer escritor y lo condenaron al anonimato en el que vivía hasta la publicación del Quijote no podían imaginar siquiera que la fuerza genésica de su novela les sobreviviría y alcanzaría una dimensión sin fronteras ni épocas".



Después del premiado le ha tocado el turno al ministro Wert, que ha hecho minucioso repaso de la biografía del Premio Cervantes. Lo ha situado en la más auténtica tradición cervantina, recordando las palabras del propio Goytisolo, cuya patria, ha dicho, es "el español" y su nacionalidad, la "cervantina". Y ha recordado sus problemas con la censura, la prohibición de su obra, así como la de otros miembros de la generación de los cincuenta, como Gil de Biedma. Por último, ha tomado la palabra el Rey Felipe VI. En su primer discurso en el Cervantes, ha destacado -al igual que Wert, con el que ha coincidido en varias partes de su intervención- los vínculos entre el fundador de la novela moderna y Goytisolo, una relación, ha dicho, que va "más allá" de la estrictamente literario.