Ricardo Siri "Liniers".
Ricardo Siri, más conocido por su segundo nombre, Liniers, era el típico chico tímido. En el colegio llevaba un muñeco de Han Solo en el bolsillo de la camisa para que le protegiera de los niños más grandes. El dibujo fue el refugio perfecto para su carácter. "Ni siquiera era el que mejor dibujaba de la clase. Era el cuarto o así", confiesa. Hoy es uno de los historietistas más reconocidos del mundo -ha ilustrado incluso la portada de The New Yorker- y, por supuesto, de Argentina. Heredero de Quino, este bonaerense nacido en 1973 ha creado un mundo de fantasía que, tras una apariencia naíf, reflexiona sobre "las cosas chiquitas" y también se hace las grandes preguntas existenciales. Este universo se llama Macanudo y en él viven pingüinos, duendes, el capitán Déjà-Vu; la pequeña Enriqueta, su osito Madariaga y el gato Fellini; Martín y su amigo imaginario Olga, Oliverio la aceituna, Narciso el narcoléptico, Benito el nihilista... y el propio Liniers, con orejas de conejo. La tira parece cada día en el diario La Nación desde 2001 y cada vez en más publicaciones del mundo, así como en volúmenes recopilatorios que en España publica Reservoir Books.Por si fuera poco, su amigo Kevin Johansen ha convertido a Liniers en una especie de rockstar. O, mejor dicho, en una nerdstar, como dice el dibujante y, reconoce, músico frustrado. Desde hace años ilustra los conciertos de su compatriota con dibujos improvisados que se proyectan en una pantalla. El músico y el historietista eran amigos desde hace tiempo, pero no se les ocurrió colaborar hasta que alguien les dijo: "¿Sos tarados? Vos tenés el escenario en blanco; vos dibujás. ¡Dibújale el escenario!". Dicho y hecho, y el invento sigue funcionando.
Estos días están de gira en España, presentando el disco de Johansen (Bi) Vo en México junto a su banda The Nada. Este viernes actúan en la sala But de Madrid. El sábado tienen cita en Bilbao, el día 13 en Barcelona, el 14 en Valencia y el 15 en Cartagena. Aprovechando la visita de Liniers a España, la Fundación Telefónica ha organizado este viernes una mesa redonda entorno a Macanudo, con la presencia de otros colegas como Miguel Brieva, Mauro Entrialgo, Joaquín Reyes y Darío Adanti.
Liniers es un omnívoro cultural que inserta con naturalidad en la conversación las influencias que le han formado "no sólo como artista, sino como persona": de Robert Crumb a Los Simpson, pasando por Daniel Clowes, Chris Ware y, por supuesto, la Mafalda de Quino, Calvin and Hobbes, de Bill Waterson, y Peanuts (más conocida como Snoopy en España), de Charles Schulz. Y más allá del cómic, Radiohead, Wilco, Jonathan Safran Foer o David Foster Wallace. Todos ellos caben también en sus viñetas. "Soy medio curioso de a cositas", reconoce. Por eso, tras estudiar Derecho unos meses con 18 años -"me sentí como un travesti en aquella época, en un cuerpo que no era el mío", probó con Comunicación y Publicidad. Un adolescente, dice, no sabe qué quiere ser en la vida porque "todas sus hormonas están enfocadas en cómo hacer para ver una chica desnuda". Por eso tardó en abrazar sin complejos su verdadera vocación. Eso sí, cuando lo hizo, se concentró en ser historietista y no paró hasta conseguirlo. "En esta vida es más importante la suerte que el talento, pero hay que tener los deberes hechos". Por eso, cuando le salió la oportunidad de dibujar en La Nación -gracias a otra grande de las viñetas, Maitena-, de primeras le entregó al director 60 historietas que tenía ya hechas. "Fue mucho mejor eso que tener que explicarle que dibujaba pingüinos", recuerda.
Ternura y transgresión
Sobre el estilo de su humor -que no siempre es humor-, dice Liniers que se identifica con lo que le dijo una periodista argentina: "Vos transgredís desde la ternura". El dibujante concibió su tira "como si fuera una columna de opinión, aunque suene pretencioso", y quería que fuera lo más libre posible, que diera cabida a cualquier cosa que se le ocurriese. "Me parece que la historieta tiene algo que también tiene el stand up comedy americano y que en algún momento tuvo también el rock and roll: el speak truth to power ("decirle la verdad al poder"). Es como plantarte ante un tanque en la plaza de Tiananmén. La historieta tiene eso porque todavía estamos muy por debajo del radar, es insidiosa en el buen sentido de la palabra, se mete inadvertidamente en la cabeza de un público muy amplio".Sus palabras sobre la libertad y el poder de la viñeta obligan al recuerdo de la masacre yihadista en París: "Lo de Charlie Hebdo me puso enfermo. Y también me puso enfermo una reacción que hubo en países donde la religión tiene aún mucho peso. Dijeron: "es una barbaridad, pero...". Es el mismo pero de "violaron a esta chica. Qué barbaridad, pero ¿debería vestirse así? ¿Debería bailar así?" Es ese mismo pero de mierda".