Elena Medel. Foto: Antonio Heredia

No quería Elena Medel (Córdoba, 1985) hacer una biografía al uso de Machado. Tampoco hacer filología con su obra. "Quería que este fuera el libro de una lectora", dice. Y un libro que hablara también de ella, y de su poesía. Su relación con Machado ("Cuando un artista habla de otro, siempre habla, mediante carambolas y rodeos, de sí mismo", es la cita de Kundera que abre el libro) empezó pronto, en la biblioteca de su madre. Machado fue el autor que la madre de Elena Medel eligió para su vida adulta, el que se llevaba, anotado, cada vez que hacía una mudanza. La poeta recuerda, en la estantería de su habitación, "un libro grueso, de lomo blanco y tamaño bolsillo". Eran las Poesías Completas del gran poeta sevillano. Siendo adolescente lo leyó, y leyó a los del veintisiete, y Elena Medel se convirtió en poeta.



Dice que sintió "vértigo" al recibir el encargo de la editorial: "Era difícil aportar novedad sobre alguien del que tanto se ha escrito y al que todo el mundo ha leído". Así que se decantó por la lectura personal, subjetiva. "Resultó ser una ventaja el hecho de que Machado estuviera inserto en nuestras vidas y que todos tuviéramos una historia con él y con su obra". El mundo mago trasciende el Machado más conocido; es decir, el poeta de las dos Españas, del compromiso y la conciencia cívica. "Claro que Machado es todo eso, pero a mí me interesan más otros machados; el Machado que experimenta con la forma, por ejemplo. Releyéndole me he llevado muchas sorpresas. Me he encontrado con la escritura automática antes de la escritura automática en su poema "Meditación del día". O con ejercicios de crítica literaria en verso, que él hacía glosando poemas de sus amigos. Me interesa eso, como me interesan sus juegos de identidades pessoanos, o su escritura aforística, fragmentada que hace de él un poeta de gran modernidad".



¿Qué tiene Machado para llegar a tantos lectores, incluidos aquellos cuyo gusto por la poesía comienza y termina en él? Está su inclinación por "la palabra clara", si bien, señala Medel, Machado era, en realidad, "un poeta muy complejo". Esto se ve en Los Complementarios, un libro que no es tal, sino un cuaderno de notas, en donde el poeta dejó "las virutas de su carpintería". "Ahí es perfectamente visible la arquitectura que tenían sus poemas, y cuánta importancia le daba él a la obra perfecta". La prueba es que ni una sola de las reediciones de sus libros fue tan solo una reimpresión: Machado leía, releía, corregía.



Destaca Medel lo difícil que es, entre todas las capas de lectura de sus textos, rastrear retazos autobiográficos. "Es curioso que una poesía tan descarnada, tan a flor de piel, lleve tan poca autobiografía; aparece Leonor, aparece Guiomar, pero siempre como pretextos de otras cosas". Da un ejemplo: "Hay un poema en el que cuenta cómo va con Leonor a la iglesia y que, más que un poema de amor, acaba siendo una reflexión sobre la relación entre la iglesia y la sociedad española, que era un tema que a él le interesaba mucho. Lo mismo sucede con la figura de su padre, del que trata uno solo de sus poemas, cuando lo cierto es que fue una influencia decisiva en él".



A Machado y el amor dedica uno de los capítulos ("Paso de puntillas, pues él tampoco se detuvo demasiado y, cuando lo hizo, acabó hablando de otros temas"). Pero también a los sueños, la memoria, la muerte, la soledad, la fe, la felicidad, el feminismo, la familia, el viaje, el compromiso, los apócrifos, la humildad, la educación, la ciudadanía, España o el paisaje. Temas muy varios para recorrer a un poeta que la escritora granadina califica de "optimista". "Machado era un partidario de la felicidad", dice.



¿Y qué presencia tiene su obra en la poesía contemporánea? ¿Cuál es su legado? "No lo tengo muy claro, pero creo que en la actitud ante lo social sí es posible ver una huella más clara; más que en la escritura, en el latido de la escritura. En todo caso su influencia va más por ahí que por el lado estético". Ignacio Echevarría reflexionaba en un artículo reciente sobre la instrumentalización que, desde un lado y otro, se ha hecho de la figura del poeta, "santo y seña", escribía, "de todos los impulsos regeneracionistas surgidos en este país, cualesquiera sean sus coordenadas ideológicas". Para Medel esto se debe al "valor sentimental" de Machado. "Él fue profundamente independiente siempre, hizo un gran trabajo a favor de la República y luego llegó la guerra y se puso del lado que consideró más justo". Fueron los años de los manifiestos, los artículos y los poemas de carácter político, como aquel, tan célebre, dedicado a Líster. "Me parece -concluye la escritora- que él siempre intentó ponerse en el lado de la justicia y de la lógica". Ser, en el buen sentido de la palabra, bueno.