Los doce trabajos de Hércules de Enrique de Villena. Zamora: Antonio de Centenera, 1483 / De las mujeres ilustres de Giovanni Boccaccio. Zaragoza: Pablo Hurus, 1494

La Biblioteca Nacional de España presenta hoy la digitalización de los libros de su catálogo impresos en el siglo XV en España, una iniciativa que pretende facilitar el acceso a su contenido y preservar su integridad material.

La invención de la imprenta en 1450 fue el acontecimiento que iluminó el oscuro mundo de la Edad Media. Gutenberg posibilitó con su innovación tecnológica que la difusión del conocimiento aumentara exponencialmente y que con el tiempo se democratizara el acceso a la información. La imprenta se difundió a gran velocidad por todo el territorio europeo. En el año 1500 se calcula que existían en torno a 1200 imprentas repartidas por unas 260 ciudades. Los libros que se elaboraron durante estos 50 años se conocen como incunables y hoy en día son un preciadísimo tesoro que generan el interés de investigadores, estudiosos y coleccionistas. Todos ellos, además de cualquier persona que tenga interés en descubrir cómo es un incunable, ya pueden acceder a través de internet a parte de los fondos de la Biblioteca Nacional de España gracias a una digitalización de las obras, que se presenta hoy y que desde 2008 está financiada por Telefónica. A esta iniciativa pronto se unirá la Real Academia Española que se encuentra inmersa en un proceso similar con sus fondos antiguos.



El académico Francisco Rico, en el prólogo del Catálogo bibliográfico de la colección de incunables de la Biblioteca Nacional de España, precisa que el incunable, salvo alguna excepción, "es un libro sin contenido". Efectivamente, durante los primeros años de la imprenta los impresores se dedicaron a editar libros jurídicos y religiosos, con escaso valor intelectual o artístico. Sin embargo, cualquier incunable es un misterio a resolver plagado de pistas. "En general estos ejemplares no tenían portada y el colofón, un texto situado al final con información sobre la impresión, no siempre está presente", explica Adelaida Caro Martín, del Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la BNE. "Por eso hay que utilizar otros mecanismos para identificar las ediciones".



Para el estudio de los incunables los investigadores recurren a signaturas, anotaciones, sellos, distintos tejuelos, marcas, letras y tipos de tintas... Todos estos elementos permiten identificar y localizar ejemplares que se creían desaparecidos u otorgan nuevos datos que proporcionan conocimiento acerca de la época y de los talleres de impresión. En este sentido es indispensable que la digitalización respete en la medida de lo posible el tamaño original del incunable pues para la investigación es necesario poder medir el tamaño del tipo de letra, algo incompatible con una versión digital que se adapta por defecto a las medidas de la pantalla del ordenador. "Para solventar este problema hemos introducido una regla que permite establecer el tamaño real de la obra y de los tipos de letra", explica Caro Martín. "El objetivo es que al final trabajar con la versión digital sea lo más parecido posible a hacerlo con el original".



El mayor catalogo de incunables de España

Marca del impresor Fadrique de Basilea en Stultiferae naves. Burgos: Fadrique de Basilea, ca. 1500. BNE, INC/843(2)

La Biblioteca Nacional de España cuenta con la colección de incunables más importante del país compuesta por unos 3.100 ejemplares procedentes de las principales imprentas españolas y de la mayor parte de imprentas europeas. Para su digitalización se ha optado por comenzar con los incunables españoles. La BNE cuenta con alrededor del 30 % de todos los libros impresos en España durante el siglo XV, en números, unos 350 ejemplares de otras tantas ediciones. En total se estima que existen un millar de incunables españoles. La mayoría se elaboraron en los principales talleres de impresión situados en Sevilla, Barcelona, Zaragoza, Burgos, Valencia o Salamanca; aunque también había talleres más pequeños en localidades como Monterrey (Galicia) o Granada. "En estos primeros años había muchos alemanes que se venían a imprimir a España", explica Caro Martín. "Sus nombres aparecen castellanizados mientras los apellidos continúan en alemán. En Sevilla por ejemplo hubo cuatro impresores muy conocidos a los que se les conocía como 'Los cuatro compañeros alemanes'".



Entre los tesoros más preciados de los incunables españoles de la BNE se encuentran el único ejemplar de una de las primeras ediciones del Repertorio de los tiempos de Andrés de Li, una de las primeras ediciones de La cárcel de amor de Diego de San Pedro, el único ejemplar que se conoce de las Las Coplas de Mingo Revulgo, la Gramática de Nebrija, Las trescientas o El laberinto de la Fortuna de Juan de Mena... "La colección de incunables españoles tiene muchos ejemplares únicos, de los que no tenemos constancia que existan en otras bibliotecas", explica Adelaida Cano Martín que espera que la edición digital de estos incunables sea "útil para los investigadores".



La RAE ultima su digitalización de incunables

Mientras que ya podemos acceder a la edición digital de los incunables españoles de la BNE, la Real Academia Española se encuentra desarrollando un proceso similar con su fondo antiguo, que cuenta con 45 incunables, 28 de los cuales son incunables españoles. "Debemos de tener digitalizados aproximadamente la mitad", explica el académico bibliotecario, Pedro Álvarez de Miranda. "La digitalización es extraordinaria ya que permite preservar la integridad material de los fondos. Al consultarse en una pantalla, no sufren el desgaste del uso humano y además se pueden difundir en cualquier parte del mundo".



En la colección de la RAE de incunables españoles aparecen ejemplares de gran valor como El Cancionero de Juan del Encina, impreso en Salamanca en 1496, o los dos diccionarios de Nebrija, el diccionario Latín-Español (1492) y el Español-Latín (1945). También un monumental diccionario latino traducido al castellano antiguo, el Universal Vocabulario de Alfonso de Palencia, impreso en Sevilla en 1490. "Al ser una biblioteca especializada en filología damos especial valor a los diccionarios", explica el bibliotecario académico que opina que la fascinación que producen los incunables se debe a "la atracción de lo primitivo". "Ponerse delante de un incunable es como asistir a los orígenes de la Galaxia de Gutenberg".



@JavierYusteTosi