Dibujo de Beverly, de John Berger

Cuatro semanas después de la muerte de su mujer, sonó el Rondó n° 2 para piano de Beethoven en la habitación de John Berger. Durante nueve minutos, el escritor sintió que su esposa regresaba. Tiempo después escribió: "Tu presencia sustituyó a tu ausencia (...). Contenía tu levedad, tu persistencia, tus cejas arqueadas, tu ternura". Ahora Alfaguara publica el libro que contiene ese comienzo; se titula Rondó para Beverly (Alfaguara), es muy breve -apenas 50 páginas- e incluye dibujos del propio Berger y de su hijo, el pintor Yves Berger.



El libro es una conversación a tres entre los autores (al principio y al final toma la palabra el hijo), el lector y su esposa, Beverly Bancroft, que murió en 2013 tras una larga enfermedad: "Cuando estabas acostada de espaldas sin poder moverte porque el dolor te atenazaba, cuando lo único que podíamos hacer para amortiguarlo era darte otra dosis de morfina o de cortisona o recolocar los almohadones debajo de tu cuerpo...". Y más adelante: "La belleza de tu valentía te acompañó hasta el final. Y, desafiando al tiempo, se ha quedado con nosotros. Llena el silencio".



Pero Berger quiere que perviva la Beverly anterior al cáncer: los recuerdos de su vida juntos, los viajes y los paseos a caballo, y así hace que surja el retrato de una mujer inteligente y sensible que daba "cada paso, ya fuera sobre hielo o en la vida, muy discretamente". Una mujer que "nunca optó por nada extravagante o llamativo". El escritor inglés, premio Booker en 1972 por G., expresa el deseo de que el lector "se convierta" en ella, al hilo del rondó de Beethoven: "Muchas veces, cuando lo que se escucha es un solo al principio, uno tiene la impresión de que está escuchando algo que va dirigido a otro; pero al cabo de un rato se convierte en ese otro".



Una ilustración del libro

Para Beverly, "cuidar las plantas era una manera de acariciar el futuro, de acomodarlo, de forma parecida a como me colocabas la bufanda junto a la puerta antes de salir al frío". Beverly está en el texto, pero también en las fotografías, y el lector puede ver su despacho, o la casa de Quincy, en los Alpes franceses, en donde la pareja vivió durante décadas. Allí se mudaron en los sesenta desde Génova, comenzaron su vida juntos y, al mismo tiempo, Berger dejó atrás las influencias de teóricos como Georg Lukacs y Robert Musil. Lo ha reconocido él mismo, como ha reconocido el papel clave que tuvo su mujer en su desarrollo artístico e intelectual. Y Beverly está, sobre todo, en los dibujos de su familia: "Balcón con geranios para Beverly", "El abrigo de Bev", "Beverly y John", "Desnudo de Berverly", "Beverly con cigarrillo" o "Beverly con café".



Editora de Penguin Books, Bancroft fue hasta que murió la primera lectora de los textos de John Berger. "Casi todas las páginas que escribí durante estos años te las enseñé a ti primero", escribe. "El hábito se ha hecho intrínseco en mí. Incluso ahora, escribiendo estas páginas, espero tu respuesta". Hay un momento en que se pregunta, en qué se lo pregunta a Beverly, y también al lector, qué debe hacer con su ropa. A renglón seguido Berger se responde que ofrecerá algunas prendas a familiares cercanos, otras a sus amigos íntimos y a los vecinos, algunas las donará a organizaciones benéficas y, por último, dejará unas cuantas, pocas, en el armario de su habitación.