Los Sex Pistols
El movimiento punk sigue vivo y haciendo ruido con la publicación este año de las biografías de algunos de sus protagonistas. John Lydon de los Sex Pistols cuenta la suya en La ira es energía, Marky Ramone, último superviviente de la banda, habla de su experiencia en Punk Rock Blitzkrieg y Kim Gordon, de Sonic Youth, se abre en La chica del grupo. 1976 fue el año clave en el punk inglés y la ciudad prepara diversos eventos para conmemorar los 40 años de su explosión. Mientras esperamos podemos leer las vidas de algunos de los protagonistas que regentaron el estilo. Algunos aún lo siguen haciendo.
En La ira es energía (Malpaso) Lydon no se corta a la hora de criticar a las personas más cercanas de su círculo como Malcolm McLaren, Vivienne Westwood y Sid Viciuos. No pacta con nadie, ni tan si quiera con su propio mito y ya en la introducción advierte: "Soy un verdadero tirano conmigo mismo".
A los cuatro años ya sabía leer pero a los siete una meningitis que le mantuvo en el hospital le hizo olvidarlo todo. A sus padres, leer, lo que le gustaba y le motivaba, incluso el placer que le producía la lectura. Pero con el tiempo libre que tenía volvió a cobrar el sentido y empezó deleitarse de nuevo. Volvía a nacer John Lydon con una fuerza imparable, ese ser que hoy en día conocemos por firmar uno de los títulos que aún tarereamos, God Save The Queen.
"El principio del punk fue muy interesante. Las mujeres participaban y tenían influencia, lo cual era muy interesante desde el punto de vista musical", explica el cantante que 'apadrinó' a la banda de chicas Slits. Además, fue una época en la que se empezaba a abogar por un sexo más libre dirigido al disfrute.
No obstante, Lydon descuartiza verbalmente a muchos de sus coetáneos como, por ejemplo, al propio manager de la agrupación, Malcolm McLaren. "Desde el principio descuidó las relaciones interpersonales de la banda. Tendría que haberle dado vergüenza [...]. Seguía lanzando pullas y difundiendo rumores que provocaban todo tipo de problemas. Además, a cada uno le contaba una cosa distinta". Algo que, como cabe esperar, creaba rencillas y enfrentamientos entre los integrantes de los Sex Pistols hasta el punto de que el compositor y cabeza quedó marginado del resto. McLaren, apunta, preguntaba por qué habían integrado a Sid Vicious (le enseñaron a tocar el bajo pero en muchos conciertos su amplificador estaba apagado) en la banda mientras mantenía una buena relación de cara al joven. El desgaste hizo que el cantante de Anarchy in the UK se planteara abandonar el grupo.
Pero no es el único damnificado con las puntiagudas palabras de Lydon. Una de las bandas más aclamadas de aquel momento y de la que persiste el furor, The Clash, no queda en segundo plano. Los considera burgueses y los acusa de haber convertido el punk en "un modelo estandarizado y dirigido por los medios de comunicación". Pese al arraigo y la aceptación de sus canciones comenta que "si querías pasártelo bien una noche o conocer a gente interesante, mejor no ir a un concierto de los Clash. Estaba lleno de cerebrines con ganas de aprender. Un coñazo", sentencia.
Arremete, también, contra Vivienne Westwood y sus diseños. A finales de 1975 Rotten se negó a acatar los dictados de su moda: "Mil gracias, zorra, te dedicas a vender la ropa que diseñaste basándote en mis ideas y todavía tiene la osadía de hablar así", recrimina el cantante. Para 1978 la banda se fue gira por Estados Unidos y pusieron punto y final a su andadura. Y aunque John Rotten ha escrito sus memorias, su trayectoria no acaba aquí. Su nota final está aún por llegar. A pesar de la corta duración de los Sex Pistols en el panorama musical, su importancia y repercusión no prescriben. Lideró el movimiento de una época de hartazgo de los ideales yuppies de los sesenta. Desde la disolución de la banda punk el cantante forma parte de Public Image, un grupo en constante investigación musical desde 1978. Quién sabe si la nota final a la que se refiere en su relato llega con ellos y encima de los escenarios.
De molestia local a sensación internacional
The Ramones
Ese mismo año en el que se disuelven los Sex Pistols, Marc Bell, conocido como Marky Ramone, entra a formar parte de la alineación de los Ramones. Aquel niño que para ir a la guardería con su hermano gemelo no cogía el autobús sino un coche fúnebre, ya había sido integrante de otros grupos como Kama Sutra, una banda "de rock blandengue", explica en Punk Rock Blitzkrieg (Libros Cúpula). En 1972 hizo una prueba para entrar en los New York Dolls que no resultó y, poco después, comenzó a formar parte de una banda de country llamado Estus. Un año después se convertiría en uno de los Back Street Boys de Wayne County hasta que, a mediados de los 70, le llamaron de The Voidoids y se fueron de gira con los Clash.Pero la parte económica siempre acechaba al baterista. Ya años antes tenía que robar pan y leche de una tienda colindante a su apestoso cuartucho de Nueva York. Ahora, aun con disco en la calle, no quedaba dinero. "Éramos jóvenes leyendas en Nueva York y en Londres, pero apenas conocidos más allá. Richard (bajo y voz de The Voidoids) estaba centrado en componer las canciones de un nuevo álbum pero sin una gira potente de promoción del primer disco quizá no hubiera un segundo", escribe. Ese invierno de 1978 cada vez que se cruzaba con Dee Dee Ramone en el CBGB le invitaba a formar parte de la banda. No se lo creía. Hasta que Johnny convocó una reunión, hizo una prueba y en tres semanas ya estaban grabando Road to Ruin. Un disco más serio que los anteriores en el que incluyeron I Wanna Be Sedated, una de las canciones más populares de la banda.
Ya para 1980 (con las competencias dentro del mundo dentro del punk y la new wave claras; The Clash, The Police, The Cars) grabaron The End of the Century con Phil Spector. "Tenía grandes planes para el disco", escribe el baterista. Pero los enfrentamientos entre el productor y la banda fueron estirándose hasta hacer de la grabación un espacio expuesto a los problemas y discusiones. "Me di cuenta de que por muy bueno que fuera el álbum o por más copias que vendiera, la experiencia de hacerlo no iba a ser mucho mejor que aquello. No es que Phil echara menos mierda. Es que la mierda rodaba cuesta abajo", explica el integrante de los Ramones. Baby, I Love You fue un cover que se incluyó en el disco como capricho de Spector. Marky no lo veía claro pero llegó al número 8 de las listas británicas y los jóvenes ingleses compraban discos. "En pocos años los Ramones habían pasado de molestia local a sensación internacional, de inventar el punk a contribuir a convertirlo en una fuerza viable dentro de la música comercial", recuerda el músico.
Y así, del torpe comienzo de la banda a ser uno de los grupos que cambiaron el rumbo del punk, hasta que en 1983 le echaron del grupo. Marky Ramone cuenta las rencillas internas, los problemas con las drogas de Dee Dee y cómo empeoró drásticamente la relación entre los integrantes de la banda cuando Johnny Ramone se casó con la ex novia de Joey Ramone. La canción The KKK Took My Baby Away dicen que trata sobre esa relación. Incluso relata sin tapujos la adicción al alcohol que le llevó a estrellar su coche contra el escaparate de una tienda de muebles. "Había oído hablar del delírium trémens. El cerebro depende el alcohol hasta tal punto que sin él, realidad e imaginación colisionan". Y detalla algunas de las visiones de criaturas extrañas que experimentó. Así que internó en un centro de rehabilitación. "Fue el mes más largo de mi vida", se sincera.
En agosto de 1987, cuatro años más tarde de ser expulsado de la banda, recibió una llamada desesperada. "Marc, te necesitamos". Y todo volvió al principio, como un deja vu. Una reunión con Johnny y la vuelta a la banda de Marky. "No tardé ni un segundo en recordar qué grande era tocar con los Ramones. Locura, peleas, neurosis, enemistades...", hasta que en 1996 se separaron. Pero dejaron un último disco llamado Adiós amigos a modo de despedida. "Gran parte de la vida de una banda se parece a empujar un carro cuesta arriba", recuerda. Un concierto en Lollapalooza, uno en Buenos Aires y punto y final.
"Veo infinidad de personas en todo el mundo con camisetas de los Ramones. Es agradable pero con frecuencia me pregunto si será el mismo caso de las camisetas de Che Guevara que lleva la gente que no sabe quién es el Che Guevara. O si conocerán los nombres de los tipos que parecen en la camiseta", reflexiona finalmente el baterista de la emblemática banda Ramones.
La construcción a partir de la new wave
Sonic Youth en 1988
De joven entró a estudiar a Otis Art Institute donde conoció a John Knight y con él aprendió que todo era susceptible a ser mirado en términos estéticos. "Me introdujo en el arte conceptual y me enseñó que todas las formas de arte se basan en una idea", relata. Con una narración que avanza y retrocede en el tiempo, Gordon va contando su historia. Sus viajes a Nueva York donde veían grafitis de Basquiat y su colega Al Díaz, cuenta cómo los periódicos prestaban atención a Sid Vicious y su novia Nancy Sprungen, el asesinato de ella, la sobredosis que mató al integrante de los Sex Pistols cuatro meses después. También conoció a Dan Graham, por recomendación directa de él formó Introjection y aunque el grupo nunca triunfó una de las integrantes le presentó a Thurston Moore, guitarrista de Coachmen en 1980. Un año después Sonic Youth estaba en marcha con su primer EP y un concierto en el emblemático CBGB. "Aunque a Sonic Youth se nos asoció con el new wave, sería incorrecto denominarnos así. Nosotros no sonábamos new wave. Simplemente, construimos algo a partir de él".
Y, claro, comenta que Addicted to Love nunca le gustó, ni le gusta, "The Sprawl era divertida de tocar mientras que Tunic tiene un significado mucho más amplio del que había percibido en su momento". También rememora sus primeros directos en los que se sentía "cohibida" e intentaba ser competente con el bajo "con la esperanza de que no se rompieran las cuerdas" del instrumento. Algo que ocurrió de gira por Inglaterra, a mitad de concierto. No obstante, explica cómo encima de un escenario experimenta "una cálida sensación de sensualidad desenvuelta y alegre". Habla de Madonna, de su "sexualidad impactante" y critica a Lana del Rey "que no sabe qué es el feminismo, cree que significa que las mujeres pueden hacer lo que les plazca, lo cual, en su mundo, supone deslizare hacia la autodestrucción".
Así, entre la creación de la línea de ropa llamada X-Girl que fundó con Daisy Cafritz, el nacimiento de su hija Coco, los viajes y las giras, Gordon va explicando cómo era ser una rockera en un mundo masculino y, a menudo, sexista. "Nunca tuve la sensación de tener algo parecido a unas vacaciones, tal vez porque nunca las tuve", comenta. Además de la eterna pregunta de los periodistas sobre cómo se sentía al ser madre y rockera. "Es una pregunta que nunca fui capaz de contestar de una manera que me satisficiera a mí, ni a nadie más", dice.
"Me cuesta entender cuándo empezó todo". Así arranca el capítulo en el que se sincera con la infidelidad de su marido. La conoció en 2003 cuando montaba una exposición en la galería Participant Inc. La chica en cuestión le propuso escribir un libro, lo rechazó pero Thurston accedió, crearon una pequeña editorial y así surgió el idilio, los constantes mensajes, las mentiras, las promesas y las reincidencias hasta que Gordon puso punto y final. Acababa así una de las relaciones sentimentales más longevas de la música. "Sentí compasión por Thurston y aún lo hago", concluye.
@scamarzana