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La escritora de origen marroquí Najat El Hachmi (1979) vuelve en La hija extranjera (Destino) a sus orígenes, los de una chica de Marruecos criada en una ciudad interior de Cataluña, adonde llegó cuando era niña. El Hachmi ha escrito una novela de iniciación: la protagonista, a las puertas de la vida adulta, deberá elegir entre dos salidas; una implica abandonar el mundo de la inmigración y la otra quedarse, aceptar un esposo del que no está enamorada y dedicarse por entero a su familia.
Está llena de dudas. Romper los vínculos familiares, y en concreto alejarse de su madre, a la que traicionará si toma la decisión de irse, le hace sentirse como en un callejón sin salida. Habita en una contradicción, y ha de buscar un equilibrio, el justo medio entre la vida que quiere vivir, por un lado, y, por otro, la familia y los lazos afectivos que la unen a la tierra, a su lengua y a su cultura. De este modo emerge el retrato de una joven brillante que topa de frente, al término de la pubertad, con la realidad de su contexto de origen, y con los límites vitales que su tradición le impone. ¿Aceptará ese matrimonio arreglado con su primo o se irá a Barcelona a desarrollar su talento?
El Hachmi, licenciada en Filología Árabe por la Universidad de Barcelona y autora de La cazadora de cuerpos y El último patriarca, utiliza la lengua materna, una variante del bereber, como símbolo de las dificultades de comunicación y del conflicto de identidad de la protagonista de la novela. Y reflexiona sobre la libertad, las raíces, las diferencias generacionales y la compleja realidad personal, social y cultural padecida por los inmigrantes, a lo que se une el complicado acceso al mundo laboral que afronta la juventud de hoy en día.