Muriel Barbery

Aquí puedes leer y descargar las primeras páginas del libro

Muriel Barbery (Casablanca, 1969) ha pasado por Madrid para promocionar su nueva novela, La vida de los elfos (Seix Barral). La ha escrito nueve años después de La elegancia del erizo, aquel éxito mundial, y, durante este tiempo, la escritora ha vivido una larga temporada en Japón y en Amsterdam, ha redescubierto, dice, la importancia de la naturaleza y ha escrito una novela que poco tiene que ver con sus dos libros anteriores (el otro, Rapsodia Gourmet, de 2000, fue publicado en 2010 en España por Seix Barral). Muriel Barbery charla con El Cultural en la terraza del Instituto Francés. Está relajada y sonriente; ya no le preocupa que su libro se convierta en un best seller: "Me conformo con llegar y emocionar a unos pocos lectores".



A Japón llegó después de pasar "dos o tres años" atendiendo las invitaciones de sus editores extranjeros. "Aunque no salga Japón, sé que en este libro está la influencia de la cultura japonesa, de su naturaleza, de la perfección de sus jardines". No en vano la escritora tiene raíces en aquel país. Ya en La elegancia del erizo, recuerden, era determinante la aparición del nipón Kakuro Ozu, que representaba una sensibilidad más pura que la francesa. "El mundo se ha vuelto muy urbano y es normal, por tanto, que predomine la literatura urbana -comenta la escritora, que encontró inspiración en los jardines de Kioto-. Pero yo pasé mi infancia en contacto con la naturaleza, en el campo. Y aunque he vivido en ciudades magníficas, siempre me sentiré muy vinculada a la naturaleza".



¿Por qué ha tardado tanto en escribir un nuevo libro? "Quería que fuese distinto", dice, "y siempre me ha dado miedo comenzar una novela". ¿Y cómo se gestiona el éxito literario? ¿Cómo se escribe cuando uno sabe que todo el mundo leerá su nuevo libro con un ojo puesto en el que le dio la fama? "Con la primera novela estaba más relajada porque no me esperaba para nada lo que ocurrió. Con la segunda tampoco. Ahora es inevitable esperar algo".



Las protagonistas son esta vez dos niñas, María y Clara, que pueden comunicarse con los elfos; una vive en Borgoña y la otra en Roma. Sobre ellas recaerá la misión de salvar al mundo de las fuerzas malignas que lo amenazan. Clara es una niña prodigio, tiene un extraordinario don para tocar el piano, como la Paloma de la rue Grenelle, que quería suicidarse porque, por culpa de su lucidez, estaba condenada a percibir lo peor del mundo. Dice Barbery que no sabe qué le atrae de este tipo de personajes. "¡Si lo supiera!", exclama, y da a entender que habrá más cerebros privilegiados en próximos libros. "Son un cruce entre la inocencia de la infancia y la madurez, y eso los hace muy interesantes. Creo que me interesa unir la frescura del niño con la inteligencia y la sabiduría del adulto. Pero esto es solo una hipótesis". De este libro habrá una segunda parte que ya está escribiendo, la continuación de una historia que, como los cuentos clásicos, carece de anclaje temporal.



La vida de los elfos supone un cambio sustancial en su proyecto literario. "Es como un nuevo comienzo, y lo he podido abordar con más madurez y utilizando herramientas con las que estoy más familiarizada ahora". Un cambio que comenzó a gestarse cuando salió de Francia. "Viajando me enfrento a otras culturas, y además me enfrento a la mía, a mi cultura, desde un punto de vista diferente". Niega que, "como dijeron en muchos artículos", partiera para huir del éxito de su segundo libro. "Vivir en Japón era un viejo sueño que, gracias a las ventas de la novela, se convirtió en algo posible. Eso fue todo. No es cierto que huyera".



En La vida de los elfos ya no hay crítica social. "Quería hacer algo más poético", dice la escritora. Y cita como ejemplo a Jean Giono, autor del cuento alegórico El hombre que plantaba árboles. "Cada frase es un apoteosis poético", comenta Barbery. Pero no es el uso poético del lenguaje el único elemento en el que ha querido profundizar ahora. "Era también la primera vez que escribía en tercera persona, y eso me ha dificultado el trabajo y a la vez me ha dado mayor libertad. Las posibilidades estilísticas han sido mucho mayores y he disfrutado de verdad del placer de releer y corregir cada frase hasta lograr ese tono musical que, creo, tiene la novela".



@albertogordom

Aquí puedes leer y descargar las primeras páginas del libro