Joaquín del Valle-Inclán Alsina presenta el próximo lunes Ramón del Valle-Inclán. Genial, antiguo y moderno (Espasa), la última biografía sobre el creador del esperpento, escrita por su nieto. Un libro que pretende, según el autor, eliminar el "nefasto anecdotario" y las "mixtificaciones" que han pasado por verdades históricas y bibliográficas.
Valle-Inclán fue renacentista a su particularísimo entender. Le falló la época, sí, pero conformó una época propia en la que se batía en duelo por el honor y por unas heráldicas caducas. Un día Valle se subía a la escena, otro día regalaba prosas innovadoras con algo de hachís. Otro día le daba por arengar a las causas perdidas, y así fue creando un personaje de sí mismo tan superlativo como confuso: allá en su tiempo como en el nuestro. Más aún hoy, que sigue generando un intenso debate entre los especialistas del asunto valleinclanesco.Decir que Ramón María del Valle-Inclán fue polémico pasa por ser una simplificación al calor de la historieta de cafetín y darle a la anécdota interesada una categoría de evidencia. Lo cierto es que el de Vilanova de Arousa patentó un raro marketing de lo suyo, y que sobre el personaje creado y su "nefasto anecdotario", se precisa un estudio "riguroso"-según su nieto-, que "evite toda aquella afirmación biográfica que no se pueda basar en datos claros". O, como indica en el prólogo a Ramón del Valle-Inclán. Genial, antiguo y moderno (Espasa), "un análisis preciso, cabal, de labores biográficas, recuerdos y testimonios posteriores a su fallecimiento" que desmonte, como mínimo, "los absurdos sobre sus últimas horas de vida" o de su "propio entierro".
Pero sucede que esto del "dato claro" en la vida y milagros del creador del Marqués de Bradomín está algo difuso y embozado en las infinitas exageraciones que hicieron de Valle un gran fabulador de su propia vida. Tal es la vigencia actual de Valle-Inclán, que su nieto lamenta que suframos "una recepción incompleta" de lo que significó el gallego a la Literatura. Es tanta la niebla de la invención vital de sus circunstancias, que el autor de Ramón del Valle-Inclán. Genial, antiguo y moderno enmienda la plana a Manuel Alberca -antiguo colaborador suyo y autor de La espada y la palabra (XXVII Premio Comillas), hasta la fecha la última biografía de Valle-, y le reprocha atribuirse "toda su labor investigadora". Y "con el más completo desparpajo".
Si el autor no ha podido hacer "psicología de un muerto", sí que ha partido de una premisa definitiva: "¿Qué podemos saber verdaderamente de Valle-Inclán?". Para empezar, confiesa Joaquín del Valle-Inclán, don Ramón se escondía en "una personalidad fantasiosa" por la que "mentía o exageraba en las entrevistas"; bien por "necesidad", bien para "presionar al Gobierno" a que le concediera un cargo. O quizá por mera "fabulación". En la correspondencia de Valle-Inclán no hay "confidencia" íntima sensu stricto pues "raramente deja ver sus sentimientos".
El libro pretende desmontar las verdades absolutas erigidas por la Historia de la Literatura -y por la tradición- sobre la obra de Valle-Inclán (su cacareada condición de "escritor indigente", que Max Estrella fuese un calco de Alejandro Sawa o que perteneciese a la cofradía de la bohemia, de la que "abominaba"...). Es más, su nieto cuestiona la leyenda de su "ceceo", un "defecto" que si era "tan notorio" -se pregunta en el libro- "nadie puso de relieve" en sus infinitas apariciones públicas como actor o conferenciante.
No huye Joaquín del Valle-Inclán (Santiago de Compostela, 1953) de las guadianescas adscripciones políticas de su pariente (sólo hay una verdad: el temor al progreso), y el libro cuenta con numerosas citas textuales de Manuel Azaña y otros políticos que dieron fe de su profundo individualismo, de su anhelo de la parafernalia caballeresca o de su "carlismo de bagatela" por tierras de Navarra.
A la España de Valle-Inclán se le iban las colonias en un arreón de la Historia, y en la América hispana fue como el vástago tolerado, brillante y raro de la Madre Patria. Y más tarde fue la boina carlista de antaño, y siempre anduvo cómodo en el mar de sus contradicciones. Valle, en fin, que quiso configurar España según los patrones de la dominación romana, que criticó más de lo criticable y que mendigó embajadas según diera el aire.
Valle habitó una existencia abundante, exagerada, y el libro "que casi tiene más páginas de citas que de texto" da cuenta de la complejidad de revelar en negro sobre blanco el verdadero vivir de un maestro de la ocultación. Un tímido, según lo recordaba Jacinto Benavente, que abrió un venero de la Literatura por la que muchos han respirado en prosa normalizando la vanguardia.
El Ateneo de Madrid, la Docta Casa que presidió, acoge hoy la presentación de un nuevo TAC biográfico a aquel cráneo privilegiado. Del Ateneo se llegaba a la taberna de Pica Lagartos por un sendero "absurdo, brillante y hambriento" que su nieto quiere cartografiar al milímetro.
Alejando el mito del mito.
@JesusNJurado