Gabriela Ybarra. Foto: Inés Ybarra

Caballo de Troya. Madrid, 2015. 171 páginas, 15'90€

El planteamiento de esta novela me recuerda las teorías del neurólogo francés Boris Cyrulnik, el creador del concepto de "resiliencia", según las cuales el trauma sólo se supera cuando la víctima es capaz de transformarlo en un relato, con su parte de ficción. Un relato que ayude a entender. Dice la autora en el prólogo: "A menudo, imaginar ha sido la única opción que he tenido para intentar comprender".



El argumento de esta primera novela de Gabriela Ybarra (Bilbao, 1983) parte de un trauma familiar -el asesinato del abuelo por parte de ETA, un caso real- y estalla en otro momento terrible: la muerte de la madre de la narradora. Son esos dos cataclismos personales los que dan pie a una narración que es una búsqueda de respuestas. Dramática, como no podía ser de otro modo, pero al mismo tiempo lúcida. Dicho así parece que esté hablando de un libro de autoayuda, la autora me perdone. Tal vez lo sea, pero sólo en la medida en que la buena literatura sirve para transformar almas. Estamos ante una novela tejida con materiales íntimos, con retazos de autobiografía y de crónica, pero que va mucho más allá para ofrecer una disección de las consecuencias de la tragedia y de cómo las personas nos amoldamos a ellas o permitimo que nos transformen.



El relato del secuestro y posterior asesinato del abuelo por parte de la banda armada, ocurrido en 1977, se urde a partir del relato novelado de los hechos y de fragmentos de noticias aparecida en la prensa de la época. La autora logra que percibamos la historia como algo cotidiano, cuando en realidad es un horror. La segunda parte se centra en la enfermedad y muerte de la madre, figura puntal de la familia, cuya muerte despierta fantasmas e interrogantes. No es pequeño el valor añadido de novelar las acciones de ETA, sus consecuencias y lo que representaron durante décadas. En ese sentido, la novela ofrece una crónica de uno de los episodios más negros de nuestro pasado, que hasta hoy ha tenido -extrañamente- poco eco en la literatura.



Y volviendo a Cyrulnik: es probable que también las sociedades que han vivido un trauma como el terrorismo necesiten inventar historias para comprender. Ésta no sólo es una magnífica novela, también es una novela necesaria.