Elio Quiroga. Foto: Tato Gonçalves.

¿Por qué morir si puedes trasvasar tu yo a un paraíso virtual para el resto de la eternidad? Solo dejarás atrás un cuerpo enfermo o quizá una vida miserable y, de forma temporal, a tus seres queridos, hasta que ellos también den el paso a un cielo construido a la medida del cliente. Puede ser una idílica aldea alpina o un mundo de fantasía al estilo mil y una noches pero con dragones que se pueden domar. Tú mandas. Y, por supuesto, puedes elegir tu nuevo cuerpo y todas sus proporciones. Suena bien, ¿verdad?



La invención y comercialización de este insólito prodigio de la tecnología ocupa el centro de la trama de Los que sueñan, la novela con la que Elio Quiroga ha ganado el Premio Minotauro 2015, dedicado al género fantástico y de ciencia ficción. El escritor y cineasta canario presenta en ella un mundo virtual idílico contrapuesto a una realidad distópica a más no poder, y que conste que tuvo la idea "en 1997, antes de Matrix". Durante los años siguientes, entre proyecto y proyecto, fue tomando notas, hasta que en 2013 se puso en serio a escribir la novela. Anteriormente publicó la sátira zombi El despertar, el thriller de acción y fantasía Los códices del Apocalipsis y la novela de terror gore Idyll. También es el autor de los largometrajes Fotos, Hora fría, No-Do y el documental The Mistery of the King of Kinema. Junto a Ray Loriga, escribió el guion de Ausentes, de Daniel Calparsoro.



El libro con el que Quiroga ha ganado el Minotauro transita libremente por varios géneros. Comienza como una novela de terror y en la página 80 cambia de tercio hacia la ciencia ficción. Además, en las páginas centrales, en papel gris, el autor nos presenta un ensayo firmado por Dante Tejera, el protagonista del libro y uno de los tres inventores de los cielos virtuales. En él, expone las bases filosóficas, astrofísicas y biológicas de su pensamiento y de su gran obra. En el universo de ficción creado por Quiroga, el ensayo de Tejera es un bestseller mundial, "algo así como la Breve historia del tiempo de Stephen Hawking", explica el escritor.



Poder vivir eternamente en un mundo de maravillas alojado en un servidor ultraprotegido transforma por completo a la humanidad. Es lo que se llama "una innovación disruptiva", que es lo que se busca continuamente en Silicon Valley: el próximo Google, el próximo Facebook. Solo que en la novela de Quiroga la gente se suicida en masa, deseosa de entrar en un cielo de mentira con tal de escapar de su mísera existencia. Por ahora, ningún invento nos ha cambiado la vida hasta ese punto.



Las maravillas de la computación cuántica

En la novela, la transferencia de la conciencia (y también del yo; de lo contrario, el nuevo ser no sería más que una copia) a un dispositivo electrónico para su posterior ingreso en el mundo virtual es posible gracias a la computación cuántica, un nuevo campo de la informática basado en la mecánica cuántica que, con metas más cercanas y resultados prometedores, está siendo explorado en el mundo real. Según explica Quiroga, informático de profesión antes de convertirse en escritor y director de cine, ahora los investigadores están intentando construir un ordenador cuántico que, en vez de usar bits de información, utilizará qubits, "un bit cuántico que está en dos estados a la vez, como el gato de Schrödinger, vivo y muerto. Es una cosa rarísima, pero con un ordenador de 4 o 5 chips de un bit cada uno, tendríamos una capacidad de cálculo gigantesca. Seguramente se conseguirá en cuestión de un par de años", vaticina el escritor. Esto permitiría realizar cálculos de problemas hasta ahora irresolubles porque con la computación convencional "harían falta billones de supercomputadores" para resolverlos, explica Quiroga.



Mientras quienes pueden permitírselo se matan voluntariamente para entrar en su paraíso sintético particular, el mundo real de Los que sueñan es cada vez más horrible. Tras la Gran Guerra Islámica, que dejó el planeta medio devastado y sumido en un nuevo medievo, ahora la humanidad sufre las penalidades de una "cuarta guerra mundial no declarada" entre la coalición de religiones que lidera el Estado Vaticano Nuevo y la empresa Alpha, que se ha convertido en la corporación más poderosa del mundo gracias a la invención de los paraísos virtuales. Las grandes organizaciones religiosas no van a permitir que la tecnología les arrebate el que ha sido siempre su producto estrella: la promesa de la vida eterna. Así lo ve el autor: "Si esto pasara de verdad, habría una contrarreforma bestial, porque la porción del pastel de las religiones sería cada vez más pequeño. Creo que el ser humano ya está preparado para dejar las religiones de libro a un lado y ya no quiere que le traten como a un niño. Por eso las grandes religiones están cada vez más desesperadas, fenómenos como el ISIS son los coletazos que dan porque se les está acabando el protagonismo".



La hegemonía de la empresa Alpha en la novela, con su ejército privado y su insuperable poder económico, es un símbolo de la política actual, cada vez más invadida por los designios de las multinacionales: "Ahí tenemos el TIPP, un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y Europa que está negociando Bruselas sin el consentimiento de la gente, y que permitirá a EE.UU. exportar alimentos transgénicos y con aditivos prohibidos aquí. Lo más escandaloso es que parece que va a haber unos jueces designados por las multinacionales para resolver sus litigios con países enteros", explica el escritor.



La narración de Los que sueñan se articula en capítulos cortos, como escenas de una película. Quiroga ha imaginado cómo sería, pero es consciente de que es tan ambiciosa que sería muy difícil de rodar. "No obstante, creo que hay una parte central que sí podría adaptarse bien al cine. Parece que la editorial ya se ha puesto en contacto con algún productor interesado en el proyecto, pero yo pienso desentenderme del todo", aunque después de tantos años unido a esta historia, reconoce que le cuesta despedirse de ella. "Ha sido la primera vez que he sentido pena por terminarla, nunca me había pasado".



Quiroga es un escritor concienzudo y eso se nota en que todas las piezas de este complejo rompecabezas argumental encajan sin chirriar. "Como también soy guionista, estoy acostumbrado a escribir muchos esquemas y sinopsis", comenta. Con el esqueleto bien armado, asegura, es más fácil que el resultado sea coherente. Fan de Stanislaw Lem (El congreso de futurología, 1971), que acostumbraba a dejar en sus obras más preguntas que respuestas, Quiroga deja también algunas puertas abiertas, lo que incluye una posible secuela que, complicando aún más este universo de tecnología punta y física cuántica, podría incluir viajes en el tiempo... Habrá que esperar un poco más para comprobarlo.



@FDQuijano