Es fácil acercarse a la obra de Kafka y quedar golpeado por su capacidad de anticipar y delinear los angustiosos contornos existenciales de ese laberinto llamado mundo contemporáneo. No solo por su capacidad de realizar el diagnóstico más preciso e inquietante de las "potencias diabólicas" que iban pronto a acechar nuestro porvenir —burocracia, totalitarismos, alienación individual—, sino por hacerlo desde un tipo de escritura impersonal, realmente única, donde la vida y el amor eran sacrificados a fuego lento en el altar de la gran Literatura. En Kafka la escritura se hace eco de la vida, su vida, pero desde una atmósfera de congelación abrasiva.
Es esta lucidísima reflexión sobre la fuga rayana en lo animal del hombre aislado y solitario y asfixiado en un entorno inhabitable la que ha servido también de coartada para interpretar al ser humano tapado bajo su escritura. Su compañero de clase Emil Utitz lo explicó así: "Interiormente Kafka sufría esta situación de marginalidad de la manera más intensa. Toda su vida es un esfuerzo continuo por superarla. Un proceso que instruyó contra sí mismo. Cada uno de sus textos aboga por una decisión existencial de extrema honradez".
A la vista de estas coordenadas existenciales, ¿cómo fue la relación de Kafka con el otro sexo, con el amor? En este libro de Nahum N. Glatzer, uno de los más reputados editores y especialistas mundiales en su obra, se analiza su compleja aproximación al mundo femenino a través de sus amantes Felice Bauer, Grete Bloch, Julie Wohryzek, Milena Jesenská y Dora Dymant, todas destinatarias de una correspondencia epistolar extremadamente sabrosa para desentrañar los enigmas de su impresionante obra literaria.
Consciente del reto de decir algo nuevo sobre este autodenominado "artista del hambre", Glatzer recopila pasajes de sus cartas y diarios y va más allá del tópico del "Kafka enamorado", brindando el retrato de un personaje casi siempre insatisfecho, sexualmente ambivalente, receloso frente a cualquier compromiso que le pudiera apartar de su tarea esencial y enredado en un sinfín de contradicciones.
Especialmente brillante se muestra Glatzer en su reflexión sobre el "árbol del conocimiento", adenda incorporada a esta muy cuidada edición. Es decisivo entender que Kafka fue un autor contrario a apoyarse en la psicología. De ahí que el interés de la recopilación de testimonios radique en su acercamiento a la figura "desde fuera", a través de sus relaciones con personas muy cercanas. Una última reflexión: mientras los usuales relatos biográficos apenas son capaces de transmitir un vivo retrato de la persona Franz Kafka, las descripciones que se apoyan en sus relaciones personales consiguen un poderoso efecto empático.