Hay profesiones que ocupan un lugar tan importante como invisible en la conservación de nuestro patrimonio cultural. Hoy visitamos a Ana Jessen, una restauradora de libros especializada en encuadernaciones. Entre sus trabajos más recientes destacan unos códices procedentes de la Colegiata de San Isidoro de León que se remontan al siglo XII, y unos libros del XVI del Monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla. Tras pasar por sus manos, estas auténticas joyas vuelven a la vida por muchos siglos más.



Jessen empezó recibiendo clases de encuadernación y tras sacar unas oposiciones, trabajó durante cuatro años en la Biblioteca Nacional. "Allí vi tales joyas que me enamoré de esta profesión", recuerda. Entonces decidió establecerse por su cuenta y abrir un taller-escuela. La continuidad de su oficio está asegurada, dice, pero hay pocos restauradores que, como ella, se especialicen en las encuadernaciones, un terreno en el que Ana realiza reconstrucciones extremadamente fieles a las originales, siempre que el estado de los materiales lo permita.



Restaurar libros de tal importancia histórica es muy costoso, por la cantidad de horas de trabajo que requiere y por el elevado coste de los materiales que han emplearse. Por eso, Jessen destaca la importancia del patrocinio de empresas privadas ("desde la crisis, las administraciones no conceden ni un duro") como la Fundación BBVA, que ha financiado la restauración de ocho códices de la Colegiata de San Isidoro de León.