El crítico José Luis Morante y los poetas Fernando Valverde, Elvira Sastre, Rubén Martrín, Paula Bozalongo y Javier Vela
El crítico José Luis Morante publica Re-generación (Valparaíso), una antología que reúne poemas de 24 poetas, nacidos a partir del año 1980, en los que reflejan las frustraciones, desilusiones y angustias de su generación.
"La clave del libro es una cronología muy sencilla. En el estudio crítico, la generación es un espacio temporal mítico desde las antiguas antologías del 27. Advertí que justo acababa 2015 y que podía hacer una recopilación de la primera generación del siglo XXI", afirma el poeta y crítico José Luis Morante, satisfecho antólogo, que ha reunido en Re-generación (Valparaíso) a los que son, a su juicio, los 24 autores más relevantes nacidos después de 1980.
Pero el termino generación presenta connotaciones ambivalentes. Existen algunos poetas que todavía preservan el sentimiento de pertenencia a una promoción de escritores. "Queramos o no, somos hijos de la época en la que nos ha tocado vivir, y por lo tanto nos unen unas circunstancias políticas, sociales, culturales e, incluso, vitales que son comunes al grupo y que nos influencian de manera más o menos explícita", afirma Rubén Martín, ganador de los premios Adonáis y Ojo Crítico, que defiende la unidad del conjunto.
Sin embargo, la postura más generalizada es la de mostrar cierta reticencia a la hora de identificarse como miembros de una generación. "No siento que exista un grupo. Hay diferentes rasgos que marcan la formación de la generación como tal en el ámbito de la literatura, no solamente el temporal", explica Fernando Valverde, el más veterano. "Tienen que haber compartido un hecho histórico que les marque, tiene que tener unas ideas muy similares de la creación y además tiene que tener relación entre ellos. Creo que no se dan todos esos principios para que puedan considerarnos una generación, al menos de momento".
Sobre este debate, advierte Morente que la congregación generacional no es temática, sino contextual. "Es verdad que falta ese acontecimiento generacional que tuvo la generación del 27 con el homenaje a Góngora o la del 36 con la Guerra Civil", reconoce, "pero ese acontecimiento ya no es tan sencillo porque nuestro mundo ya no está constreñido a unos límites geográficos sino que vivimos en la etapa de la globalización. El contexto y el trasfondo social condicionan siempre y la clave es que ellos viven en un tiempo generacional uniforme".
Poetas multidisciplinares
En común o por separado, conscientes o no, el caso es que esta nueva hornada de poetas reúne unas características propias y personales que les hace portavoces de toda una generación de jóvenes, como el masivo uso de internet y las redes sociales, la mezcla de influencias globales y de variadas disciplinas, y el propio contexto social marcado por la crisis económica. "Lo fundamental es que es una generación digital, donde la presencia internet ha conseguido que ya no haya una tradición monolítica, sino que puedan llegar a otros entornos como el anglosajón o el centroeuropeo, otros referentes y otras tradiciones", explica Morante, que afirma que el campo de referentes de esta generación goza de gran variedad "tienen unos referentes muy claros de la literatura anglosajona, lo que ha dado a la poesía un pulso mucho mayor. También hay que destacar que buena parte de la renovación del lenguaje poético de nuestro país procede de Latinoamérica, de voces como Benedetti o Gelman, que han enriquecido extraordinariamente nuestra lengua".Pero la formación de estos jóvenes poetas no se constriñe sólo a la búsqueda de nuevos referentes literarios, sino que también enriquecen el lenguaje literario con puentes de papel a otras disciplinas. "En el caso de muchos de los poetas actuales, tienen claras conexiones con otros géneros, casi todos ellos, a pesar de su juventud, exploran el microrrelato y la narrativa en general, colaboran en medios, y algunos tienen un entrono orientado a disciplinas como el teatro", destaca Morante. En este sentido se pronuncian el madrileño Javier Vela, "me siento cerca de otras disciplinas como la narrativa o el teatro: hay mucha más poesía (o más sentido lírico) en una página de Cristian Crusat o Antonio Rojano que en buena parte de los poetas coetáneos"; y Paula Bozalongo: "las fuentes están cambiando mucho y ya no imperan las literarias. Se nota en los poemas que hay muchísimas referencias musicales, de series, de películas...".
"Todo el que escribe, más allá del género o de lo que cuente, busca encontrar eso que tiene las palabras que no se ve, pero que si lo plasmas bien, llega a la gente. Ahora estoy preparando una novela", reconoce Elvira Sastre, la autora más joven del libro, "pero el resultado es casi el mismo, una sensación de conseguir crear un mensaje y descifrarlo de alguna manera y que eso llegue a la gente". Y es que además de la capacidad de acceder a información masiva, la otra ventaja que da internet a estos poetas es ofrecer modos de interacción en red, inmediata y a distancia, que permiten potenciar exponencialmente el acercamiento con los lectores. "Ha surgido algo importante y es que hay una gran conexión entre el autor y el lector. La gente joven ahora lee poesía en buena medida porque se está apostando por un manera de escribir más directa, que busca más la sencillez del lenguaje. El objeto de la poesía debe ser llegar a la gente y no escribir mensajes indescifrables que nadie entiende".
Para conectar con el público esta nueva generación de poetas recurre a temas cotidianos, tomando su entorno como la fuente máxima de su inspiración: "mi imaginario abreva en lo real, en la naturaleza, en la ciudad, en las ideas e imágenes diarias, que trato de aprehender míticamente. También en la novela, en la fotografía o en el cine", asegura Javier Vela. Pero además, son conscientes de que no basta únicamente con la elección acertada de la temática, también es necesario generar una reacción en el lector, que le motive a cuestionarse la razón de la lectura. Para Rubén Martín, ese es sin duda uno de sus principales objetivos: "me interesa generar emoción y reflexión en el lector, pues es algo que yo mismo busco cuando leo los textos de otros autores. No me interesa la poesía que se queda en una mera descripción de lo superficial y que está vacía de fondo, y tampoco aquella que descuida las formas porque entiendo que desmerece todo respeto por el lenguaje y su tradición".
¿Vivir de la poesía?
Además de todo lo relacionado con los avances tecnológicos, otro factor es clave en los poetas del siglo XXI, es ese contexto social de precariedad y crisis que ha marcado buena parte del siglo. Ellos también son la generación mejor preparada, e igualmente se han visto afectados por la inseguridad marcada por la crisis económica y el contexto social actual. "Nos encontramos ante una incertidumbre enorme en nuestras vidas que está marcando la obra de todos los autores. La situación económica provoca que el ser artista implique un segundo oficio", reconoce Fernando Valverde, que lleva tres años dando clases en una universidad estadounidense, de las más prestigiosas del mundo, porque aquí no encontraba trabajo. "El no poder dedicarse plenamente a lo que uno quiere complica mucho la situación, tanto que esa inseguridad acaba plasmándose en el leguaje y la construcción de la obra".No obstante, hay actitudes más optimistas que contribuyen a cambiar la idea de precariedad que tradicionalmente se asociaba al género poético. "Hemos escuchado muchas veces, como algo generalizado, las quejas de que la poseía no es un género del que se viva o que es minoritario", protesta Paula Bozalongo. "Pues ahora se está viendo que no es tan minoritario como se pensaba, se está viviendo un buen momento especialmente en la poesía joven y está habiendo una expansión sobre todo favorecida por otros medios y disciplinas".
"Estamos en una falsa realidad como si la poesía viviera una situación de clandestinidad manifiesta. Uno de los papeles de las redes ha sido la posibilidad de saltarse el circuito comercial tradicional de publicación. Ahora, gracias a las redes, los textos tienen una vitalidad y una pujanza inmediata", explica Morante, que aun así afirma tener sus recelos con el papel de internet como un fin en sí mismo. "El fin es la poesía y no internet. Internet aporta en estos momentos un plan de trabajo diferente o una globalización de contenidos, pero no por estar en internet es ya poesía. Un soneto seguirá siendo un soneto si tiene catorce versos, rima en consonante y si une pensamiento reflexión y sentido. Si no, será un disparate como tantos disparates que hay en la red. Aquellas cosas que te hablan al corazón y te dicen algo, no respuestas, sino que sigas buscando porque la poesía es eso, la búsqueda de las preguntas esenciales del ser. Y mientras estemos ahí habrá poesía".