Eduardo Mendicutti
Publica Furias divinas, una divertida sátira política protagoniza por transformistas.
Pregunta.- Retoma en Furias Divinas a los personajes de su anterior novela, Ernesto y Víctor. ¿Le pedía el cuerpo volver a ellos aunque fuera en una historia más coral?
Respuesta.- En origen quería plantear a través de personajes singulares una mirada a la situación política, social y vital que experimentamos ahora. Empecé por los monólogos o diálogos de los transformistas pero llegó un momento en el que me di cuenta de que yo no estaba por ningún lado, que estaba escribiendo desde fuera. Por eso recuperé a esos dos personajes. Cuando escribí el primer capítulo con la voz del escritor me quedé más tranquilo.
P.- ¿Por qué cree que le surgió la necesidad de estar en el libro?
R.- Probablemente porque, de un modo u otro, en todas las novelas que he escrito siempre he estado presente, incluso en las que menos pueda parecerlo. Por ejemplo, en Una mala noche la tiene cualquiera, que es la historia de un travesti durante el 23-F, me podía identificar con la actitud, los odios y las experiencias del personaje aunque nunca me he vestido de mujer ni creo que lo haga jamás. Aquí sin embargo hay varios voces y aunque tienen preocupaciones que nos afectan a todos, me costaba identificarme de manera literaria.
P.- ¿Furias divinas es heredera precisamente de Una mala noche la tiene cualquiera?
R.- Sí, de algún modo lo es. Una mala noche la tiene cualquiera trata sobre un acontecimiento político muy importante que se contó de muchas maneras diferentes. Ahí propuse una narración desde una voz insólita que, sin embargo, representaba a mucha gente por esa necesidad de libertad que había en la época. En Furias divinas el punto de partida es similar. En estos momentos hay una situación política bastante singular y quizá en el centro de la novela puedan estar las elecciones del 20 de diciembre aunque también hay que mencionar a los nuevos partidos, los problemas de los partidos hegemónicos, la crisis… Al igual que en Una mala noche... pensé que sería una buena idea contarlo todo desde voces de la periferia, que están en la orilla o marginadas.
P.- En una nota final explica que este libro es un homenaje a travestis, transexuales y drag queens...
R.- Percibo que la gente considera que este tipo de personas dañan la respetabilidad del colectivo LGTBI, incluso desde dentro del propio colectivo, y quizá no estén marginados pero se les tiene menos en cuenta. No sé si alguien me reprochará que utilice estos personajes de protagonistas cuando ahora se demanda que los homosexuales sean hombres respetables, me temo que siguiendo un criterio de los heterosexuales. Pero si retrocedes al origen del movimiento por la igualdad de derechos en Stonewall, encontramos que lo protagonizaron este tipo de personas. Solo hay que ver el caso de Stonewall, película dirigida por Roland Emmerich que falsifica la historia para poner en cabeza de ese movimiento a gais muy monos, muy jóvenes, muy rubios y muy respetables desde una óptica actual. Pero no fue así.
P.- ¿La amplitud de miras de la sociedad está retrocediendo en estos temas?
R.- España fue pionera en dotar de legalidad la reivindicación de la igualdad de derechos, incluido el matrimonio y la adopción. Pero puede que sea el típico caso en el que la ley va por delante de la propia sociedad. Durante algunos años se produjo una cierta aceptación general no demasiado profunda y si se rascaba un poco la superficie surgían brotes homófobos. Parece que esa especie de convencimiento de que si eres homófobo eres un cateto y un antiguo ya ha pasado de moda.
P.- ¿Le ha resultado difícil adoptar el rico lenguaje de cinco transformistas distintos?
R.- Me ha exigido un poco más de atención. En el caso de Una mala noche la tiene cualquiera solo había una voz, de manera que bastaba con ser fiel a ese registro. Aquí, como hay varias voces, no podían hablar todos igual ya que hay gente madura y joven, hay comunistas y alguno tiene metido en el cuerpo el espíritu de Podemos e incluso hay un personaje que sufre el Síndrome de Estocolmo con sus señoritos y utiliza un poco el lenguaje de esa clase social.
P.- ¿Pero este lenguaje parte principalmente de la realidad o parte de su imaginación?
R.- Hay de todo. Algunas expresiones proceden de lo que se dice ahora y en los personajes más mayores de lo que se decía hace unos años. Es un lenguaje coloquial que probablemente se está perdiendo. En Sanlúcar puedes ir a un bar y no enterarte de lo que hablan dos personas y no solo por la manera de hablar o la fonética, también por el propio vocabulario. Pero es una riqueza del lenguaje aunque las dificultades de comunicación existan. Y después también hay expresiones inventadas, una recreación humorística de ese lenguaje.
P.- ¿Qué cree que es más obsceno, una noche de transformismo en el Garbo o la demostración impúdica de poder de El Baile de las Diademas?
R.- Evidentemente El Baile de las Diademas es infinitamente más obsceno y encima con falsedad y apariencias. Lo del Garbo también tiene sus cosas pero yo no he querido en ningún caso idealizar a los personajes de la novela, tienen cosas nobles pero también muchas mezquindades. En cualquier caso son muchos menos obscenos que la ofensiva exhibición de los poderosos ante la gente que todavía no ha podido salir de la crisis.
P.- El libro está muy pegado a la actualidad con referencias a la política o al romance entre Vargas Llosa e Isabel Preysler. ¿La escritura ha sido veloz?
R.- La lectura es veloz. Me propuse hacer una novela corta, lo más redonda posible y para eso es necesario una fluidez y un ritmo determinados. Creo que la escribí en seis meses aunque con algún parón. Cuento cosas que podrían tener un mayor desarrollo pero no era mi objetivo.
P.- ¿No le recuerdan las discrepancias entre la Furiosa y la Canelita a la reciente disputa entre Iñigo Errejón y Pablo Iglesias?
R.- En principio pensé en las disputas de Izquierda Unida con Podemos. De hecho, La Canelita dice frases casi literales de Pablo Iglesias cuando rechazó a Alberto Garzón. Lo que pasa que cuando acabé la novela pensaba que después de las elecciones igual todo encajaba de otra manera y esto quedaba solamente como testimonio preelectoral. Pero estamos en las mismas e incluso se abre nuevas interpretaciones como la que planteas.
P.- El escritor dice en la novela que antes votaba a la izquierda verdadera y que ya no sabe cuántas veces ha votado a la izquierda de garrafón...
R.- Probablemente el personaje de Ernesto Méndez piensa en ese momento que la izquierda de garrafón es el PSOE, para qué vamos a engañarnos. Aunque Izquierda Unida tampoco se salva porque alguien dice que se están comiendo a dentelladas unos a otros. Y ahora puede que haya una izquierda de garrafón en Podemos, no lo sé… Se abren nuevas posibilidades de interpretación posiblemente porque el panorama no solo no se ha solucionado a partir del 20 de diciembre sino que se ha embarrullado más.
P.- ¿Cómo ve la actualidad política? ¿Se ha canalizado bien todo el descontento que demuestran las travestis de Furias Divinas?
R.- Estoy un poco desconcertado. Pensaba que PSOE y Podemos iban a limar aquellos aspectos menos convincentes de uno y otro partido para formar un gobierno de izquierdas y para que todo ese descontento no quedara como la 'zapatiesta' que forman los transformistas en la novela. La gente que ha votado por la renovación para que se resuelvan los problemas sociales debe de estar muy decepcionada.
@JavierYusteTosi