Jorge Herralde. Foto: El Imparcial
El editor de Anagrama repasa la historia de su catálogo para los alumnos del Máster de Crítica y Comunicación Cultural de El Cultural en la última Clase Magistral, patrocinada por Iberdrola.
Los alumnos siguieron, en vivo y a través del streaming, desde Panamá, México u Holanda, el minucioso recorrido que el editor hizo, a través de su catálogo, de la historia cultural (sobre todo europea) de los últimos cincuenta años, con calas en algunos emblemas del sello, desde Roberto Bolaño a Emmanuel Carrère. Comenzó hablando de aquellos "chicos malos de familia bien", como les llamó Blanca Berasátegui, que jugaron (pero muy en serio) a ser editores en la Barcelona de los sesenta: los hermanos Tusquets, Beatriz de Moura, Castellet, Carlos Barral o el mismo Herralde. "Éramos novatos pero apasionados y vivimos una década irrepetible", rememoró el editor. "Nos interesaba la cosa literaria, pero también la cosa política, que estaba muy agitada. Se vislumbraba la muerte de Franco, la censura había aflojado un poco, y a nivel internacional estaba el tema de Cuba y el caso Padilla, la revolución china, mayo del 68, la izquierda extraparlamentaria en Alemania, la ebullición política, también en la izquierda, en Italia... fueron, en fin, unos años políticamente muy rebeldes".
Anagrama nació como una editorial de ensayo, de izquierdas, con "un enemigo común, que era Franco". "Éramos una persona y media: yo y una secretaria por las mañanas", dijo Herralde, cuya trayectoria arroja hoy un saldo de 3.500 libros en 47 años, esto es, alrededor de cien libros anualmente, 75 novedades y unos 35 en la colección de bolsillo. En los setenta destacó el editor la creación del Premio Anagrama de Ensayo y de la colección Serie Informal, en la que todos los libros eran distintos, de los sonetos de Shakespeare a Stendhal o el Nuevo Periodismo de Tom Wolfe. "Económicamente fue un fracaso pero me dio muchas satisfacciones", valoró Herralde.
También recordó los Cuadernos Anagrama, en donde se publicaron unos 200 títulos de documentos y alta teoría, a menudo espigada de revistas como una forma de competir con las editoriales fuertes del género, como Siglo XXI: Althusser, Levi Strauss, Lacan... "Publicamos a toda la gama de la izquierda heterodoxa. Y hubo secuestros de libros y muchos problemas con la censura, pero logramos sobrevivir".
En los ochenta Anagrama puso énfasis en la narrativa. "Se había producido en Europa un desencanto de la política después de una década de fantasías desatadas. Todo quedó en una democracia aburrida, y muchos autores dejaron incluso de publicar". Ahí Herralde encontró su sitio: Panorama de Narrativas. "Excelente literatura contemporánea sin otro adjetivo", dice. "Tuvimos suerte, y nuestros lectores no cambiaron. Los que leían a Lenin y Mao pasaron a leer a Patricia Highsmith y a Chandler".Nos interesaba la cosa literaria, pero también la cosa política, que estaba muy agitada. Al principio en la editorial éramos una persona y media"
Y llegó La conjura de los necios, el long seller emblemático de la editorial (junto con Seda, de Baricco, es a día de hoy el libro más vendido del sello). Y llegó la armada inglesa: McEwan, Barnes, Amis, Ishiguro, Kureishi. Y se creó el premio Herralde gracias precisamente a la buena acogida de Panorama de Narrativas. "Hasta entonces las novelas no eran prestigiosas, y para serlo tenían que ser hostiles para el lector. Lo importante era el pensamiento". En esa década surgió también la nueva narrativa española: Chirbes, Javier Marías, Félix de Azúa, Enrique Vila-Matas, Álvaro Pombo.
En los noventa Anagrama se consolidó. "Desapareció la orgía de colecciones y nos quedamos con las esenciales: Crónicas, Argumentos, Panorama de Narrativas". Herralde abrió mercado en serio en América Latina. "Comenzamos a hacer las ediciones locales allí, y al tiempo comenzaron a ganar nuestro premio novelistas de América Latina, porque eran mejores". Entonces llegó Bolaño, el caso más notable, que ganó el Herralde con Los detectives salvajes en 1998. Ese mismo año llegó Ébano, que daría a conocer a Kapucinski, aunque había publicado ya varios libros con ventas muy discretas.
Herralde mencionó algunas de sus grandes decepciones como editor. En primer lugar la biografía canónica de Joyce, de Richard Ellman: "Tardamos veinte años en poder reeditarla", dijo. "Viví otra decepción con uno de mis escritores favoritos, Nabokov, del que recogimos toda su obra, que estaba dispersa, para armar una biblioteca. Pero el 90% de las ventas fueron Lolita, así que con haber editado Lolita habría bastado". También publicó una biografía en dos tomos de Nabokov, de Brian Boyd, que "fue un auténtico desastre".
Piratería y mercado
Preguntado por el mercado editorial, Herralde dijo que "el momento es delicado, y tras dos años muy buenos, parece que la recuperación se ha estancado". "La irrupción de las nuevas tecnologías, y de otras formas de ocio han influido indudablemente en las ventas de libros. Ahora se lee mucho más que antes, pero estas lecturas son fragmentarias, discontinuas. Lo de sentarse y leer un libro es un acto cada vez más incierto".Herralde puso el ejemplo de los libros de bolsillo, que tendrían que haber despegado con la crisis. Pero no ha sido así. "Los jóvenes que tendrían que construir su biblioteca, como comenzamos a construirla nosotros con 17 o 18 años, están ocupados ahora con los videojuegos y las tecnologías. Otro factor importante es la piratería, que aquí en España es absolutamente impune. En Alemania te vas a un hotel y te bajas un libro o una película y llaman a la policía. Los del gremio de editores tuvimos una reunión con la vicepresidenta, y estuvo, como es ella, muy amable e inteligente, y nos prometió que esto se iba a resolver, pero no ha hecho nada".
Desencuentros: Marías y Vila-Matas
Herralde dijo que un editor ha de trabajar con "pasión, intuición, obstinación y desde luego ha de tener mucha paciencia. Apacentar el ego de los autores es muy complicado. Fue Kafka quien escribió: "Con una hermosa herida he venido al mundo; era todo cuanto tenía". El escritor viene con una herida al mundo. La carrera del escritor es muy complicada, necesita concentración, muchos de ellos soportan rechazos. Y luego están los autores que han tardado en triunfar y luego han triunfado mucho. Y el autor que los ha acompañado lo sabe todo, conoce todo ese camino. Así que la adoración tiene que ser infinita y sin fisuras. Y a veces no son tus preferidos, aunque no se lo dices nunca. Pero sus antenas vibrátiles funcionan muy bien". ¿Ha tenido Herralde también sus autores preferidos? El editor citó a dos: "de los primeros años, mi preferido era Álvaro Pombo; después lo fue Bolaño".Marías tiene una psicología muy complicada. Hubo pequeñas fricciones entre nosotros y decidió marcharse"
De Vila-Matas destacó los inicios, sus cuatro primeros libros, con los que no obtuvo éxito ninguno. "Pero un año quedó finalista de nuestro premio y con Bartleby y compañía se hizo mayoritario. Pasó de vender 1.000 ejemplares a vender 20.000. Entonces fue debidamente tentado y atentado por un gran grupo, por Seix Barral, editorial especializada en ofrecer mucho más dinero del que pueden recuperar por los autores". En cambio, dijo, con Chirbes se entendió perfectamente hasta su muerte. "Era una persona muy íntegra; no digo que los demás no lo fueran, pero sí que tenían sus particularidades".
@albertogordom