Detalle de la portada del libro 50 viñetas que cambiaron el mundo. Utiliza una ilustración de 1916 titulada Al fin, el soldado perfecto.
Roberto Fandiño comenzó un día a enseñar viñetas en el aula para llamar la atención de sus alumnos de Historia. Y enseguida vio que funcionaba. Nada más eficaz para explicar el pacto Ribbentrop-Mólotov que un dibujo de Hitler y Stalin después de contraer matrimonio. "La caricatura me brinda la oportunidad de emplear un lenguaje icónico más próximo a los alumnos de hoy y adecuado para realizar una doble tarea: acercarme al pasado y reflexionar sobre las ilustraciones como fuentes históricas", explica el profesor en el prólogo de 50 viñetas que cambiaron el mundo (Ariel). Las viñetas enseñan además cómo los acontecimientos fueron interpretados por quienes los vivieron en directo. "Aun hoy -continúa el historiador- nos sorprenden con su capacidad para decir lo máximo con lo mínimo".En tiempos de totalitarismos, el humor gráfico llegó a ser la excepción libre, en muchos casos el único modo de desafiar al poder. El libro de Roberto Fandiño reúne cincuenta dibujos que son cincuenta momentos estelares de la Edad Contemporánea, desde la Revolución Francesa hasta la administración Obama. Y no por nada se remonta a la toma de la Bastilla: la revolución trajo consigo un enfrentamiento entre bandos que, antes de dar paso al terror, se libró con las armas del libelo, la sátira y el sarcasmo. Quizás como nunca antes. Hay en estos dibujos, de los que ofrecemos algunos ejemplos a continuación, muestras de esa "panorámica más completa" de los hechos que, según el autor del libro, proporciona el análisis histórico del humor gráfico.
Un pequeño ágape a la parisina. Una familia de sans-culottes se repone tras una jornada fatigosa (1792). James Gillray. National Portrait Gallery
Metternich abandona Viena (1848). Anónimo. Erich Lessing-Album
En esta viñeta anónima de 1848, Metternich abandona Viena. Va camino del exilio no en un elegante corcel, sino en un burro. Termina así la Europa de la Restauración, que él encarnaba. El pueblo, entregado al entusiasmo revolucionario, lo despide entre burlas. Como comenta Fandiño en su libro, la escena se alía astutamente con la imaginería popular, pues representa a Metternich, defensor de la católica monarquía austríaca, saliendo de Viena como entró el Nazareno en Jerusalén, a lomos de un burro, solo que en su caso entre imprecaciones y mofas.Me pregunto cuánto durará la luna de miel (1939). Clyford Berryman. The Granger Collection.
No me lo puedo creer (1991). Edmund Valtman. Library of Congress
Corre el año 1991. Marx, Lenin y Stalin contemplan desde el cielo, incrédulos, el entierro de la utopía comunista. Gorbachov encabeza la comitiva fúnebre. "El sarcasmo de la caricatura adquier gran efectismo al colocar en el cielo a tres claros representantes del ateísmo militante", comenta Fandiño. "El soñado paraíso comunista, cuya fascinación residía en la posibilidad de su existencia en la tierra quedaba definitivamente relegado al evanescente mundo de las ideas".La voz de Bush (2004). Sigfried Woldhek. The Metropolitain Museum of Art
@albertogordom