Image: Guardar las formas

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Letras

Guardar las formas

Alberto Olmos

24 junio, 2016 02:00

Alberto Olmos. Foto: Archivo del autor

Random House. Barcelona, 2016. 144 páginas. 16'90 €, Ebook: 8'99 €

La trayectoria literaria de Alberto Olmos (Segovia, 1975) cuenta en su haber con siete novelas, más dos volúmenes en los que ha recogido textos de su narrativa editada en medios digitales. En Guardar las formas ha reunido doce relatos agrupados en dos partes. No hay grandes diferencias entre los relatos de cada parte, ni en su extensión ni tampoco en sus temas ni en la forma de tratarlos.

En conjunto se trata de diferentes situaciones de la vida cotidiana de sus respectivos personajes abordados en momentos dominados por algo imprevisto que puede proceder del azar o la casualidad, de un planteamiento lúdico, de la lucha con uno mismo e incluso del absurdo o de una visión onírica. En las dos partes hay cuentos narrados en tercera y en primera persona, con predominio de la primera persona entre los de la segunda parte y con la singularidad de un relato en forma de carta al final de la primera y un cuento en segunda persona al comienzo de la segunda parte. Mención especial merece el modo narrativo de "Los sentidos", el penúltimo, también el mejor, por su artificio lúdico en la narración de fatales juegos de amor y muerte desde un yo cambiante que identifica a los dos protagonistas de su historia.

En la media docena de cuentos de la primera parte destacan "La botella", donde el absurdo es naturalizado por el alcohol ingerido por la protagonista; "768.786 euros", en el que un ratero queda metido en el juego fatal de si a sus vecinos les ha tocado la lotería o no, "Los bienes", donde asistimos al ocaso de un frustrado escritor sin lectores por no haberse publicado ninguna de sus novelas, y "Carta a una niña de cuatro años (para que la lea cuando alcance los dieciocho)", otro de los mejores, que constituye una lúcida visión de la infancia como germen de la vida y donde el emisor de la carta se hace eco de ciertos condicionamientos de las nuevas tecnologías: "Con tres años, manejabas el iPad con tanta soltura que supe que nunca llegarías a leer entero un libro; no, desde luego, si tenías que pasar con tu propia mano más de doscientas páginas" (pág. 65).

La segunda parte se abre con "Tantas veces criminal", narrado en segunda persona, interesante por la lucha del protagonista para librarse de su fatal designio. E importa destacar los dos últimos relatos, por diferentes motivos: el citado "Los sentidos", por su ambivalente narración desde un yo referido a los dos protagonistas, y "Todos y cada uno de ellos, lugar y fecha", donde el narrador cuenta siempre la misma historia hasta que conoce a un anónimo anotador de nombres, con sus apellidos y los lugares y la fecha en que los conoció, y acaba heredando su tarea, que continuará hasta su encuentro con el autor, llamado Alberto, destinatario de la inagotable labor de anotar y contar la vida de otros.

Hay en esta docena de relatos algunos textos menos interesantes, como el titulado "VHS", por citar el menos logrado, con un narrador que cuenta como mea, desde su caos mental, perdido entre sus adoradas películas de asesinos y las abominables historias de amor, que le gustan a su hermana. Pero la mayoría de los cuentos tiene interés literario por su original enfoque humorístico basado en la extrañeza de su visión, a menudo relacionada con lo imprevisto, lo absurdo o lo onírico, por su ponderado arte de sugerir y por su cuidada elaboración estilística.