Bill Hillmann
El escritor estadounidense Bill Hillmann publica Corriendo con Hemingway donde narra sus diez años en el encierro y cómo los Sanfermines le cambiaron la vida.
Famoso en todo el mundo anglosajón, la pasión de Hillmann a punto estuvo de acabar en tragedia en 2014, cuando un toro de 600 kilos lo corneó dos veces en la pierna acercándose a su arteria femoral. Pero, lejos de desanimarse, esta semana vuelve a Pamplona para correr de nuevo en San Fermín. Para la mayoría de corredores, arriesgar sus vidas en San Fermín una vez es suficiente, pero hay un pequeño grupo de veteranos como Hillman que asisten cada año a pesar de sus numerosas heridas. Y es que tras una charla con Hillmann dos cosas quedan claras: su absoluta pasión por el encierro y sus ganas de propagar su filosofía por todo el mundo.
Pregunta.- ¿Cómo surge su interés por las corridas, cómo fue esa primera vez?
Respuesta.- Todo es culpa es Hemingway. Nunca había leído un libro en toda mi vida y con 20 años me senté a leer Fiesta. Lo leí en 6 horas y cambió mi vida. Me dieron ganas de escribir y de participar en las corridas de toros. La primera vez que fui descubrí que era más grande y más loco de lo que había imaginado, pero todavía tenía la misma magia que había leído en el libro de Hemingway. En el encierro hice todo mal porque no sabía nada, pero al mismo tiempo, logré tener una experiencia increíble en las calles y eso me cambió para siempre.
P.- Acude a varios encierros por toda España, ¿por qué es San Fermín tan especial?
R.- San Fermín es el más grande, el más importante. Es un evento nacional y los mejores corredores de todos los lugares de España vienen aquí. No se puede encontrar un lugar más épico y hermoso para aprender. Los toros son de gran belleza y con diferencia los más grandes que he visto. También es especial debido a los pamplonicas como Juan Pedro Lecuona. Los vascos y navarros son personas muy distintas, difíciles de conocer, pero amables, y cuando se rompe su coraza se crea un vínculo con ellos para toda la vida. Pamplona es un lugar muy especial, lleno de vida, y cuando la ciudad decide que le gusta una persona crea la magia en cada esquina para ella.
P.- Tuvo una vida turbulenta, pero parece haber encontrado cierto equilibrio con los encierros, ¿qué le aportan?
R.- Me aportan paz, pura paz espiritual. Ha habido mucha violencia en mi vida, desde mi juventud, y en el encierro puede haber un ambiente violento, cierto, pero nuestro deber como corredores es detener la violencia. Estamos ahí para mantener los toros juntos y en movimiento y para preservar la seguridad del resto de corredores y evitar que sean heridos. En este trabajo de frenar la violencia del encierro estoy curando las heridas de la violencia en mi vida. Ha sido un viaje maravilloso a una fuerte paz interior.
Hillman durante la cogida que sufrió en 2014. Foto: Mikel Ciaurriz
P.- Como escritor, debe tener una mirada especial a la hora de contar qué vive corriendo el encierro. ¿Qué pasa dentro de usted justo antes del encierro? ¿Y durante la carrera?R.- Antes de la carrera por lo general estoy muy asustado, muy vulnerable a los presagios que veo en todas partes. Justo antes de que empiece entono un mantra budista en silencio, lo que me tranquiliza. Entonces me concentro en permanecer en el centro de la calle, en sentir el movimiento de los corredores y escuchar los cascos de los toros. Acelero con ellos y si tengo suerte, los toros me siguen a mí y al resto de compañeros. En esos momentos siento una conexión increíble con los animales, como si estuviéramos psicológica y espiritualmente conectados. El animal me está siguiendo y es uno conmigo. Cuando las cosas van mal pienso solo en la supervivencia, el miedo me controla y solo trato de escapar del peligro. Esos momentos son terribles, no sólo por el daño que te haces en el cuerpo, sino porque he perdido una oportunidad preciosa para comunicarme con los animales, y eso duele más que los golpes.
P.- En 2014 fue cogido por un toro, ¿cómo lo recuerda ahora?
R.- No conseguí manejar a la multitud correctamente. Estaba corriendo un Suelto y confié demasiado en la gente de detrás de mí. Fue una mala idea. Choqué con algunos turistas y caí. El toro embistió y clavó su cuerno en mi muslo. Sentí un pinchazo y luego nada. El toro me levantó y lo primero que hice fue agarrar mis genitales y pensar "gracias a Dios". Lo que pasó después lo bloqueé de mi memoria durante tres días. Me caí del cuerno y traté de pasar bajo la valla, pero el toro me corneó de nuevo bajo la rodilla. Me miró a los ojos y gruñó profundamente como diciendo "si quisiera podría matarte". Pero optó por tener piedad de mí y desapareció. Tenía un agujero enorme en la pierna en el que cabía mi puño. Sangraba a chorros y pensé que iba a morir porque se había roto la arteria femoral. A continuación, el nieto de Hemingway apareció y dijo "Dios mío, Bill, te han corneado". Acto seguido me tradujo lo que decían los médicos, que iba a sobrevivir.
P.- ¿Tiene algún efecto residual mental o físico?
R.- Sí, problemas extremos . Durante todo el año pasado tuve presagios y alucinaciones que me decían que iba a morir. Me era muy difícil correr. Lo estaba haciendo tan mal que el penúltimo día pensé en dejarlo, y me preparé para mi carrera de despedida. Entonces todo encajó y fue como antes y me sentí increíble. Desde entonces he estado mejor. He participado en un montón de encierros estos días y me siento fantástico. Éste será un buen encierro.
P.- Precisamente acababa entonces de escribir un libro sobre el tema, Cómo sobrevivir a los toros en Pamplona, ¿pensó que alguna vez podría sufrir una cogida?
R.- Sabía que sería corneado porque todos los corredores que pasan cerca como yo terminan siéndolo. Muchos corredores que son mucho mejores que yo lo han sido. Le dije al resto de autores que cambiaría el título a "como no ser corneado", pero me dijeron que no, que corneado puedes ser, pero lo importante era sobrevivir. Y por suerte lo hice.
Bill Hillmann (ante el toro) durante un encierro de una edición pasada de los Sanfermines
R.- El activismo de derechos de los animales están muy bien organizado . Cuando fui corneado hicieron un montón de artículos negativos sobre mí. Fue gracioso porque la historia se hizo viral y me puso en el centro de atención de la mayoría de los principales medios de noticias como la CNN , la NBC , la BBC o el Washington Post. Fui capaz de utilizar sus calumnias contra mí para hacer publicidad positiva del encierro. Las personas más normales en los Estados Unidos están interesadas en los toros. Miles de personas acuden a Pamplona para los San Fermines cada año y eso es más importante que un grupo de personas que hacen comentarios negativos sobre las corridas de toros en internet.
P.- Aconseja al americano medio: "no lo hagas, es demasiado peligroso". ¿Qué hace falta para correr?
R.- Tienes que estar dispuesto a morir o a ser gravemente herido de por vida. Esto no es como el paracaidismo, que te puedes pegar a alguien que te guíe. Hay que estudiar, prepararse físicamente, conocer los peligros y saber qué hacer si los encuentras. Una cosa tan simple como pensar que la carrera ha terminado y ponerte a celebrarlo puede matarte si todavía hay un Suelto en la calle. Se necesita mucha concentración e intensidad para hacerlo correctamente e incluso si se hace todo bien, todavía puedes salir malparado. Hace falta mucha pasión y seriedad. Y sobre todo conocer los riesgos.
P.- Ha dicho: "No es una broma y no es un juego. No se debe correr con los toros a menos que se esté verdaderamente preparado para morir". ¿Realmente es algo tan drástico?
R.- He corrido 100 encierros y en dos de ellos, los toros han matado a alguien. En unas diez carreras hubo gente que tuvo mucha suerte y se salvó de milagro. La atención médica es muy buena en Pamplona, si no lo fuera moriría mucha más gente. 16 personas murieron corriendo con los toros el año pasado. La gente piensa que es sólo un poco de diversión y en realidad no lo es. Es una cosa terriblemente peligrosa, como intentar escalar el Everest. La gente lo hace cada año, pero si algo va mal pueden morir allí muy fácilmente. Lo mismo ocurre en Pamplona. Un toro puede matar en una fracción de segundo. Correr encierros es una cosa muy drástica y no debe hacerse a menos que se esté dispuesto a morir.
P.- ¿Volveremos a verle año tras año viniendo, piensa hacerlo toda su vida?
R.- Sí, la verdad, no tengo mucha opción. Tiene un tremendo poder sobre mí. Estoy trabajando en un nuevo libro que planeo titular Pueblos desconocidos, una colección de historias periodísticas, folklore y poesía acerca de los maravillosos pueblos pequeños donde los toros corren por las calles cada año.