Image: Aquí estoy

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Letras

Aquí estoy

Jonathan Safran Foer

21 octubre, 2016 02:00

Jonathan Safran Foer. Foto: Adam Barry

Traducción de Carles Andreu. Seix Barral. Barcelona, 2016. 720 páginas, 23,90 €, Ebook: 12,99 €

En la medida en que Aquí estoy -la brillante y original, aunque, a veces, problemática nueva novela de Jonathan Safran Foer (Washington D.C., 1977)- tiene un argumento central, éste involucra a cuatro generaciones de los Bloch, una familia judía de la ciudad de Washington formada por Jacob, Julia, sus tres hijos, el padre y el abuelo de Jacob. A lo largo del mes aproximadamente que constituye el núcleo de la cronología de la novela, los Bloch se enfrentan a diversos problemas familiares: una posible infidelidad, qué significa ser judío, qué saben (y qué no) los hijos de sus padres, la muerte del anciano patriarca, la aparente mala conducta de uno de los niños en el colegio, la conveniencia de celebrar el bar mitzvá vista la renuencia del joven, el idilio de los niños con la realidad virtual y la incontinencia del perro. También afrontan problemas atípicos e inverosímiles: en particular, un terremoto colosal en Oriente Próximo que desestabiliza aún más una región ya inestable, y que tiene como consecuencia que Israel haga un llamamiento a los judíos del mundo para que regresen a su "hogar" y defiendan el país.

La estructura acolchada y estratificada de la novela incluye textos y mensajes de contenido sexual; una "biblia" para un guión; un memorando del Ministerio de Defensa israelí al primer ministro; un largo y cómico pasaje sobre una masturbación en la que intervienen el aloe, la espuma de afeitar y el arroz con leche; un fragmento del guión que reproduce parte de la escritura inconexa de la novela, y un semi-calendario que sigue diariamente la pista de las consecuencias políticas y militares del terremoto, entre otras cosas.

La factura al estilo de Eliot (a base de un entibado de fragmentos) de Aquí estoy es una continuación del enfoque narrativo de otras novelas de Foer, como Todo está iluminado o Tan fuerte y tan cerca, que también ofrecían un collage de relatos opuestos y documentos extranarrativos. Sin embargo, Aquí estoy además bebe más explícitamente de fuentes anteriores, empezando por su título, sacado del Génesis: "Aquí estoy" es lo que Abraham le dice a Dios justo antes de que éste le ordene sacrificar a su hijo Isaac. En general, La novela hace suyo el tema del deber y la disyuntiva y lo aplica a numerosas situaciones. ¿Debería Sam Bloch, el chico del bar mitzvah, seguir adelante con la ceremonia a pesar de sus fechorías y de la muerte de su bisabuelo? ¿Tendría Julia que perdonar el amorío electrónico de Jacob? ¿Debería Isaac, superviviente del Holocausto y el mayor de los Bloch, resignarse a ir a una residencia de ancianos? ¿Tendría Jacob que responder a la llamada de Israel para que vuelva al hogar a raíz del terremoto? ¿Cómo y cuándo deberían Jacob y Julia hablarles a sus hijos de la separación que están considerando?

Aquí estoy

Estas líneas argumentales suelen aparecer brevemente, desaparecer y luego reaparecer, a veces en una recapitulación retrospectiva. En otras palabras, Aquí estoy es un texto fragmentado sobre fragmentaciones, una historia que se subvierte crónicamente a sí misma para convertirse tanto en un espacio que contiene una línea como en una línea que crea un espacio. En la novela, igual que en otros textos fraccionados de manera similar (Vida y opiniones del caballero Tristam Shandy, Catch 22, Matadero cinco), esta técnica se distingue de otros saltos atrás y adelante más contenidos, de las digresiones y las tramas secundarias, de las cadencias literarias y los vuelos de la imaginación. En nuestros días, este método puede parecer una respuesta útil a la descentralización de la cultura causada por la tecnología, por Internet, y tal vez incluso por los conocimientos científicos que hay detrás del acelerador de partículas del CERN. La fragmentación está en todas partes; por consiguiente, también lo está el esfuerzo por moldear una nueva narrativa y unas nuevas coherencias culturales y políticas a imagen y semejanza de las antiguas, más estables y estáticas. (Al menos, aparentemente estables vistas a través del prisma de la nostalgia). En las historias que contamos parece cada vez más difícil conseguir afianzar con éxito los fragmentos de civilización.

Aquí estoy quiere desmontar la narrativa tradicional de modo que, al final, aporte algo a... en fin, la narrativa tradicional, o al menos a su equivalente psicológico y emocional. La novela descompone las cosas con el fin de recomponerlas, como cuando se monta un rompecabezas o se proyecta hacia atrás una película de un vidrio haciéndose añicos. (Llama la atención que Tan fuerte y tan cerca incluyese un folioscopio que mostraba a una persona que había saltado de las Torres Gemelas retrocediendo por el aire hasta su interior). La cronología de esta novela es asombrosamente minuciosa, pero confusa.

Si bien Aquí estoy es una admirable y, ocasionalmente, poderosa respuesta a diversos retos culturales y estéticos que nos son familiares, a veces Foer flaquea en su esfuerzo por "hacer algo nuevo". Para empezar, el libro está repleto de largos añadidos de textos que, a pesar de su frecuente ingenio y sabiduría, pueden resultar abrumadores. Por otra parte, la disyuntiva de un matrimonio con problemas, la agonía de la vejez, la cuestión de las lealtades nacionales; ya sea explícita o implícitamente, casi todos los aspectos de la novela pasan por el prisma del judaísmo o, al menos, de la cultura judía, y asumen que la fe es paradigmática de nuestra relación con Dios y con el universo. Este tejido temático es adecuado para una novela cuyo título es una cita del Génesis y, dadas las penalidades antiguas y recientes y la excepcionalidad del pueblo judío, muchos han aceptado la idea de que representan, en varios sentidos importantes, la condición humana en general, sus horrores, sus gozos y su permanencia.

La novela supera sus dificultades, sobre todo en algunas escenas que demuestran un magistral sentido del ritmo y la estructura y un sentimiento profundo
Por último, los cambios de formato y las interrupciones cronológicas a veces interfieren en la comprensión de un lector poco atento. Si se leen con detenimiento, las novelas "duras" verdaderamente buenas facilitan la información que se necesita cuando es necesaria para seguir sus derroteros.

Pero llega un punto en el que las sutiles maniobras de la narración toman la delantera a su inteligibilidad. Con todo, la novela supera sus dificultades, especialmente en su inteligencia y su complejidad emocional, y en algunas escenas que demuestran un magistral sentido del ritmo y la estructura y un sentimiento profundo. Un joven rabino suplente hace un elogio de Isaac, el padre de Jacob, que partirá el corazón del lector para luego curárselo: "Solo hay dos clases de judíos de su generación: los que murieron y los que sobrevivieron. Nosotros juramos lealtad a las víctimas y cumplimos nuestra promesa de no olvidarlas jamás. Sin embargo, dimos la espalda a los que sobrevivieron (...) Todo nuestro amor fue para los muertos. Pero ahora las dos clases de judíos tienen el mismo estatus moral. Puede que Isaac no esté con sus hermanos en el más allá, pero está con ellos en la muerte".

Foer esparce pequeñas joyas preciosas, cómicas y gnómicas, a lo largo del sendero que él mismo interrumpe: "la familiar reunión de una familia de extraños"; "en el centro de la mesa, unos pasteles de fideos de una densidad demencial proyectaban luz y tiempo a su alrededor".

Aquí estoy no es solo el título de la novela, sino, tal vez, una proclamación de la residencia literaria de su ambicioso y descabelladamente genial autor; un anuncio de que, en su obra, además de su ubicación, se descubren su sensibilidad fundamental y su auténtica identidad.

© NEW YORK TIMES BOOK REVIEW