Richard Ford, Nuria Espert , Mary Beard y el resto de premiados recogen sus galardones en una gala en la que sus discursos han hecho hincapié en la esperanza en el futuro y en el optimismo del ser humano para superar los males que azotan el mundo y las dificultades a las que nos enfrentamos en la actualidad.

Este viernes ha tenido lugar la ceremonia de entrega de la 36ª edición de los Premios Princesa de Asturias, la tercera a la que el rey Felipe asiste como monarca, un galardón que supone un reconocimiento a "la labor científica, técnica, cultural, social y humana realizadas por personas, equipos de trabajo o instituciones en el ámbito internacional". Los ocho ganadores deben tener reconocida trascendencia internacional en cada una de las categorías que reconocen los galardones. Además, cada premio está dotado con una escultura de Joan Miró, 50.000 euros, un diploma y una insignia.



Tras el inicio formal del acto, el primer galardonado en pronunciarse desde el escenario del Teatro Campoamor de Oviedo fue el novelista estadounidense Richard Ford, premiado en la categoría de Letras, que comenzó su discurso con una graciosa introducción en castellano, fruto de sus años vividos en México, aunque pronto pidió poder continuar en inglés "con la esperanza de no hacer más el ridículo". Siguiendo con el tono ligero, Ford relató lo inesperado del mensaje del rey, pues "siendo norteamericano, tengo un contacto nada frecuente con monarca alguno. Y mucho menos con un rey y una reina de tan alta realeza como sus majestades. Pero estoy seguro de que podré acostumbrarme: soy escritor. Y no estoy tan ocupado. Tengo tiempo para estas cosas", bromeó el autor de Francamente, Frank.



Adoptando un semblante serio, Ford ha reflexionado sobre el papel y el valor de la literatura y ha reconocido sentir en el estrado un "regocijo gozoso ante la maravilla de la vida, ante lo que nos puede acontecer en ella. Quienes somos escritores percibimos siempre lo extraordinario que pueda haber en ese acontecer. Lo sabemos, pues lo encaramos cada día en cada página. Ortega y Gasset escribió que "...la vida se nos da vacía". Para expresarlo con sencillez, existir se convierte en una tarea poética. Recibir la vida "vacía" no es sino otra forma de decir que todo puede suceder. Y la tarea poética del escritor consiste en hacer que, con la ayuda de la imaginación, sucedan más cosas, a fin de acrecentar el número de las que pueden concebirse, y al hacerlo realzar la riqueza y la densidad de las posibilidades humanas. Lo que convierte el oficio de escritor en una vocación gozosa, y optimista".



Aunque ha reconocido, que en ocasiones, los asuntos graves pueden robarle el gozo y el optimismo, como que "Donald Trump puede llegar a ser nuestro próximo presidente. Al parecer la alegría mengua velozmente en el mundo; por lo que supongo que se hacen aún más necesarios los actos de la imaginación encaminados a inventarla". Y se pregunta el escritor, "¿Por qué no tratamos -como hizo Cervantes- de imaginar más, por mucho que las fuerzas reduccionistas de la convención social nos digan que imaginemos menos?". Primera alusión a la política en un discurso plagado de ella, porque según Ford, "la política determina el destino de la humanidad al acrecentar nuestra capacidad de aceptar al prójimo, y de encontrar la empatía mutua y una causa común para todos".



"Me considero un novelista político", ha apuntado el escritor, "y si pudiera, rescataría lo que entendemos por política y restauraría el valor de esta palabra; me cercioraría de que evocara la necesidad de una respuesta imaginativa que nos hiciera recuperar la capacidad de vivir juntos y de que la política no acabara siendo, como en Estados Unidos, sinónimo de egoísmo y cinismo y engaño y despropósito. Sinónimo de infortunio". Una sensación que atenúa la recepción de este premio, que Ford dedica a todos los escritores del mundo "que valerosamente están haciendo grandes cosas en pro de la tolerancia y la empatía a menudo en circunstancias mucho más difíciles de las que yo haya tenido que afrontar nunca". Emocionado, aseguraba que este premio, lejos de llegarle al fin de su carrera, le ha valido de estímulo. Supone "un afianzamiento de mi determinación de crear algo provechoso para el mundo. Tal vez aportar alegría".



Tras las palabras de Ford ha sido el turno de la actriz Nuria Espert, premio de las Artes. La gran dama del teatro español demostró el porqué de este calificativo huyendo del discurso tradicional con unas palabras en las que relató el origen de su pasión por el teatro: "El teatro se apoderó de mí a los trece años. Me eligió. Al principio suavemente, pero en tres, cuatro años se había convertido en dueño absoluto de mi vida, de mis deseos, de mis sueños. Cada vez con más fuerza, con más exigencia. Hizo de mí una persona apasionada, ambiciosa, tan entregada que consiguió que yo no pudiera ser yo misma más que en el escenario, más que transformada en otra persona, no un personaje, una persona. Esas transformaciones no son nunca placenteras. Mi dueño es muy duro; me he lastimado muchísimas veces tratando de servirle. Aún lo intento. Pero él nunca dice basta, para, ya basta..."



Acto seguido, la actriz consiguió dejaren absoluto el Teatro Campoamor llevando su intervención al terreno que mejor conoce, precisamente el teatral. La actriz se valió de un par de piezas de dos autores que ha definido como "genios clásicos y contemporáneos": Lorca y Shakespeare. Comenzando con un extracto de la obra Doña Rosita la soltera, del poeta granadino, que supone una reflexión sobre la vejez y el pasar de la vida, la actriz ha logrado emocionar a los asistentes con su sentida interpretación que deja ha arrancado vivos aplausos y ha dejado claro al público porqué ha recibido el galardón. Después ha terminado con unas palabras de Shakespeare, las últimas del rey Lear antes de refugiarse en la locura, que la actriz ha leído en catalán.



Tras la intervención de Espert, los ocho galardonados han sido llamados a recoger sus galardones por orden. En la categoría de Investigación Científica y Técnica, ha recibido el galardón el ingeniero y biofísico estadounidense Hugh Herr, desarrollador de las primeras prótesis que logran emular la locomoción humana, permitiendo superar discapacidades, como la que él mismo tiene fruto de un accidente de escalada. En palabras del jurado, las investigaciones de Herr "están acelerando la integración hombre-máquina, un hito capaz de mejorar de forma considerable la calidad de vida de millones de personas".



También han recogido su galardón en la categoría de Deportes el triatleta gallego Javier Gómez Nova, cinco veces campeón del mundo y plata olímpica, del que el jurado ha destacado además de sus logros deportivos, los valores de esfuerzo y perseverancia ante la adversidad; en la categoría de Cooperación Internacional, representantes de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático, que durante décadas ha impulsado la lucha contra este problema medioambiental y ha logrado que 195 países cerraran en París el primer acuerdo global para intentar atajar las emisiones de gases de efecto invernadero; y en la de Concordia, representantes de la organización solidaria Aldeas Infantiles SOS, de la que el rey Felipe es presidente de honor, y que ha ganado "por su contribución, durante más de setenta años y en 134 países, a la protección de los niños ".



Uno de los premiados más reconocidos por todos ha sido el fotoperiodista de guerra estadounidense James Nachtwey, premio de Comunicación y Humanidades, que siempre ha afirmado que "no quiero cubirir guerras, pero debo hacerlo porque estamos obligados a enfrentarnos a lo que ocurre en el mundo". Confeso admirador de Goya, a quien considera el padre de la fotografía de guerra, Nachtwey también ha dicho que "si algún día dejo que mi éxito profesional sea más importante que mi compasión, sabré que he vendido mi alma". "Esta afirmación nos da la clave para apreciar la nobleza de su trabajo, y la grandeza de su entrega a los seres humanos más desgraciados, a tantas víctimas de genocidios, desastres naturales, de guerras, hambrunas, enfermedades; a tantas víctimas del odio, la violencia y la injusticia", ha reconocido el rey Felipe posteriormente.



Acabadas las entregas ha sido el turno de palabra de la historiadora británica Mary Beard, premio de Ciancias Sociales, que en su discurso, también comenzado con un improvisado castellano, ha querido reivindicar la labor de los historiadores de cualquier ámbito y disciplina, porque la historia "se trata de una actividad ciudadana, comunal y compartida en la que espero que todo el mundo pueda participar, desde los niños pequeños a sus abuelos, desde los ávidos lectores de libros a los que encienden los televisores desde sus sofás. No ser capaz de pensar de forma histórica hace que seamos todos ciudadanos empobrecidos".



Porque a entender de Beard aunque no podamos aprender lecciones directamente de la historia, ésta "nos enseña acerca de nosotros mismos, desafiando nuestras certidumbres culturales y abriendo nuestros ojos a distintas perspectivas. Y alienta una cierta humildad cultural". La profesora ha cerrado su intervención con una sutil referencia al Brexit valiéndose de una cita literaria: "Hay un famoso poema inglés escrito por un poeta del siglo XVI, John Donne, que comienza: Ningún hombre es una isla / algo completo en sí mismo / cada hombre es un fragmento del continente. Me temo que mis compatriotas olvidan su mensaje Me temo que mis compatriotas olvidan su mensaje, pero esta semana aquí yo me he sentido parte de una historia compartida y de un continente compartido".



Antes de concluir el acto, el rey ha pronunciado su tradicional discurso, uno de los más importantes que da en todo el año, en el que ha tenido palabras para cada uno de los premiados a los que ha agradecido su ejemplo asegurando que "no hay ninguna obra científica, política, social o artística que no haya surgido de unos ideales firmes y sólidos". El monarca ha recurrido a la figura de Miguel de Unamuno para reivindicar una España "de brazos abiertos", solidaria y animada, "una España alejada del pesimismo, del desencanto o el desaliento". Una España que se valore a sí misma, "orgullosa de los somos", y que aprecie sus logros colectivos, "lo que juntos hemos conseguido, que ha sido mucho y admirable". Una España, ha reclamado Felipe VI, segura de sí misma y culta "porque un pueblo que quiera, respete y ampare la cultura nunca le temerá a su futuro".




Richard Ford "Trump encarna de la indiferencia americana"



El escritor es considerado por algunos el heredero de Hemingway y ha sido calificado por Raymond Carver como el mejor escritor en activo de Estados Unidos




Nuria Espert

"La venganza va grabada en nuestro ADN"



La actriz representa la recuperación y la continuidad de la gran tradición del teatro español, trascendiendo todos los géneros escénicos.




James Nachtwey

"El papel de los poderosos es impedir nuestro trabajo"



El fotógrafo de guerra obtiene el galardón por cubrir una treintena de conflictos "sin abdicar de los principios éticos"




Mary Beard

"El machismo lo ejercen los tristes y los borrachos"



La historiadora ha dedicado su vida al estudio del mundo clásico desde una perspectiva divulgadora que aboga por conocer nuestro pasado e integrar historia y presente




Hugh Herr

"La biónica no distinguirá entre biológico y artificial"



El ingeniero y biofísico lidera contribuciones que están acelerando la integración hombre-máquina, lo que permitirá mejorar la vida de millones de personas.