Image: Falcó

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Letras

Falcó

21 octubre, 2016 02:00

Arturo Pérez-Reverte. Foto: NVI

Arturo Pérez-Reverte

Alfaguara. Madrid, 2016. 296 páginas, 19,90 €. Ebook: 9,99 €

Un escritor de obra tan difundida como Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) no necesita que se diga cómo es la literatura que hace. Sobre todo porque, aparte ser conocida por muy numerosas personas (un milagro en un país tan refractario a las letras y a la cultura), responde toda ella, y ya es extensa, a unos criterios artísticos sólidos. Ha escrito obras anecdóticamente variadas, pero siempre se atienen a su peleón santo y seña seminal, un tipo de relato tradicional que gusta de contar una historia interesante. Ello va junto a una reflexión sobre la vida, a un testimonio de la realidad y a la más o menos patente construcción de un sistema de valores. De siempre ha hecho eso y así ha levantado uno de los corpus más homogéneos de nuestra novelística reciente. Bajo tal principio entran tanto esa obra maestra de la narrativa breve, El húsar, como la popular serie del espadachín Alatriste, la vibrante recreación del 1808 madrileño, Un día de cólera, o un relato de bastante enjundia especulativa, El tango de la Guardia Vieja.

A estas alturas de su amplia trayectoria, no es esperable que Pérez-Reverte cambie de registro, y lo prueba Falcó, donde incorpora a la galería de sus personajes al conspirador cuyo nombre estampa en la cubierta del libro y a quien, barrunto, le aguardan nuevas salidas porque pertenece a la familia del Gabriel Araceli galdosiano o el Aviraneta barojiano.

Lorenzo Falcó es, dicho sin rodeos, un canalla, un ser sin escrúpulos. Anduvo metido en turbios asuntos políticos y económicos en la Europa de entreguerras y en el presente de la acción novelesca, 1936, trabaja como mercenario de una unidad policial franquista. El jefe de la agencia secreta le encarga coordinar la operación del comando falangista que pretendía liberar a José Antonio Primo de Rivera, preso en Alicante. La anécdota tiene base real y fue uno de los varios fantasiosos planes pensados para la fuga del líder fascista. El autor resalta incógnitas (los intereses particulares del general Franco) y elementos ciertos (la participación alemana) del complot para trabar un sólido relato de acción e intriga.

Aunque la narrativa de Arturo Pérez-Reverte sea unitaria, cada libro suele aportar significativas variaciones. En este caso consisten en construir una muy estricta novela de aventuras. En ella encontramos engaños, traiciones, sorpresas, violencia, desprecio por la vida, fanatismo ideológico, almas nobles y abyectas, maquinaciones del poder, razones de Estado, embrollos de espías, amoríos... También el documento de las atrocidades cometidas en las dos Españas enfrentadas en implacable guerra civil. La acción tiene elementos de suspense de gran fuerza que se organizan en un relato lineal que, si bien parece fluir con espontánea naturalidad al hilo de los acontecimientos, está ligado con el rigor del exigente artesano. Y la acción se sustenta, según requisito de esta clase de literatura, en un protagonista que roba el corazón de la novela, el tal Falcó. El autor desnuda de esquematismos a este tipo tan detestable como fascinante, lo muestra con inquietante densidad psicológica y lo acompaña de un buen puñado de personajes decentes o encanallados.

Falcó arranca con un breve episodio sangriento que es como el señuelo de lo que sigue, un relato vertiginoso que sujeta la atención del lector de la primera a la última página. En el medio queda el espectáculo lamentable de unas vidas que representan la compleja sustancia de nuestra especie y hacen bueno el viejo dicho de que el hombre es un lobo para el hombre.