François D´Epenoux

El despertar del corazón (Grijalbo) es una novela realista y abrumadoramente actual. François D´Epenoux aterriza en el mundo editorial español con una reflexión sobre la sociedad de consumo, con metáforas brillantes sobre el conformismo o la aceptación del sistema. La vida de los personajes, decorada con abundantes elementos posmodernos, es un conflicto de perspectivas. Por un lado, Jean representa al publicista transigente no del todo feliz con su trabajo. Su padre, El Viejo, es la antítesis de la modernidad y Malo, su nieto, simboliza la inocencia. Cuando Malo tiene que quedarse con el Viejo por vacaciones, dos mundos radicalmente distintos confluyen en el aprendizaje por parte de ambos. El cine y el humor son dos atributos fundamentales en esta novela, construida con numerosas referencias cinematográficas y repleta de pasajes divertidos que hacen más soportable la realidad. El despertar del corazón fue reconocida con el Premio de los libreros franceses.



P.- ¿Por qué decide incluir las voces del Viejo y de Jean? ¿Incluir la del niño era muy arriesgado?

R.- El punto en común que hay entre el Viejo y Jean es el niño. Es una proyección de ellos mismos, quien concentra las diferencias y las similitudes de los dos. Yo quería que el niño tuviese una perspectiva de la vida distinta y llegase al final de la historia, pues ellos ya tienen marcada su propia visión de la sociedad. Es cierto que es muy difícil ser creíble cuando le pones la voz a un niño, y más cuando tú no eres un niño.



P.- Es importante cómo afronta la psicología de los personajes, todos tan distintos entre sí. ¿Es imprescindible en su modo de concebir la literatura?

R.- Cuando trabajo en cine, hacemos una "biblia": la personalidad de los personajes, en qué trabajan, cómo viven, su sexualidad… Se hace una descripción absoluta y completa. Para trabajar, me resulta necesario; es la forma que tengo para creer en los personajes.



P.- Incluye numerosas referencias cinematográficas. ¿Cuál es su relación con el cine y qué influencia cree que tiene en su obra?

R.- Me influye en el modo de concentrar ideas. A un novelista le enseña a reducir, a sacar la síntesis de lo que quieres contar. Es cierto que cuando describo una escena tengo la impresión de llevar una cámara a hombros.



P.- ¿Realmente pueden llegar a conectar dos mundos tan radicalmente distintos como el del Viejo y el nieto, o esto sólo forma parte de la literatura?

R.- Son dos personajes que conocen dos épocas totalmente distintas, pero al final su mundo llega a unirse. Por eso decido un lugar atemporal para contar la historia: la región de Gironda, en Francia. La casa donde pasan el verano está al borde de un lago que yo conozco, totalmente salvaje, junto a un bosque. Estos dos modos de mirar se encuentran ahí, y por fin los dos personajes ven el mismo mundo, juegan a los juegos de siempre e incluso el niño conduce el coche del abuelo. Es un lugar propicio para el encuentro porque allí el tiempo no pasa.



P.- ¿Comparte con el Viejo esa visión tan pesimista respecto al cambio climático? ¿Qué papel juegan la sociedad y los gobiernos en este asunto?

R.- En Francia, el expresidente Sarkozy dijo hace tres días que el hombre no era tan responsable del cambio climático y todo el mundo se ha sorprendido porque es falso. Todos los científicos dicen lo contrario. Un ejemplo: en Francia se estima que hay 43.000 muertes por la fracción de las partículas finas del diesel. Como éste hay muchísimos, por lo que yo considero que las personas sí somos responsables. Es una temática que me interesa mucho.



P.- La novela comienza con un pasaje humorístico. EL humor está muy presente a lo largo de toda la novela. ¿Qué papel juega en su literatura?

R.- El humor es capital. A través de él se pueden hablar incluso de los sentimientos más profundos o hasta de ecología. Trato de abordar problemas reales e importantes con sentido del humor. Me gusta que me digan que en mis libros hay un equilibrio entre la emoción y el sentido del humor. Yo veo la vida como un ejercicio de quitarle hierro a las cosas.



P.- También está presente la poesía en esta novela. Desde un lenguaje a veces lírico hasta comparaciones sobre cosas sencillas o metáforas sobre temas trascendentes. ¿Qué referencias ha tomado?

R.- Voy desde poemas de Baudelaire hasta la poesía cantada: cantantes franceses como Jaques Brel o Georges Brassens. Es una poesía más accesible porque entra dentro de nuestras vidas. Leo muchas más novelas que libros de poemas, pero cuando cantan los poetas, la poesía llega más fácil. Es una forma de hacer que la poesía entre en nuestra vida cotidiana.



P.- El diálogo tiene también un especial protagonismo en el estilo narrativo. ¿Se debe a una intención de imprimir mayor veracidad a la historia?

R.- Sí, también es una deformación que viene del cine. El diálogo otorga veracidad. Para mí, nada mejor que el diálogo para traducir las emociones, y además es aire para respirar después de largas descripciones.



P.- ¿Entendería su literatura sin una perspectiva crítica sobre la sociedad?

R.- En todas mis novelas hay crítica, pero no todos mis libros son militantes. Elijo al Viejo porque las críticas que hace pueden ser hasta divertidas. El objetivo es divertir al mismo tiempo que dices cosas importantes. En mis libros hay crítica a la contaminación, al sobreconsumo, a la violencia. He vivido en mis carnes algunos pasajes de esta novela, y las relaciones humanas son muy violentas: gente que humilla a otra gente. Necesito la literatura para liberarme de esto.



P.- El Viejo habla de una sociedad vacía que busca el progreso a través del desarrollo de la comunicación y, en cambio, lo que consigue es que se aísle. ¿La sociedad está sumida en una completa contradicción?

R.- Estas contradicciones son constantes; la cuestión es saber hasta dónde se puede llevar esta contradicción sin desnaturalizarse. Yo me fui de una agencia de publicidad por esto. Estaba haciendo una campaña de que incitaba a beber una bebida alcohólica para jóvenes, y al mismo tiempo otra campaña de seguridad en carretera. Me dije que no podía ser la misma persona haciendo estas dos cosas, así que me hice autónomo para poder elegir las temáticas que quería comunicar.



P.- ¿La era de las nuevas tecnologías y la comunicación masiva está desvirtuando la realidad?

R.- Por supuesto, el que comunica más rápido es quien se lleva el gato al agua, pero eso no es lo mismo que actuar. Esto es lo que pasa en Francia; se comunica mucho y no se hace nada.



P.- ¿Su visión sobre Francia y la decadencia del lenguaje es tan amarga como la de Jean?

R.- Sobre Francia, no tanto. En cuanto al lenguaje, estoy harto de que el inglés esté en todos los lados. Hasta los programas de televisión llevan los títulos en inglés.



P.- ¿Hay, entonces, una voluntad de reivindicar el lenguaje? El Viejo corrige constantemente la forma de hablar del niño…

R.- Sí, además lo que hace el Viejo con su nieto yo también lo hago con mi hijo, aunque con cuidado porque no quiero que acabe por no hablar, asustado. Intento explicarles que el idioma es como un juego. Para todo lo que quieras decir vas a tener una expresión o una palabra. Ahora más que nunca, el idioma es un factor de unión porque la integración es imposible sin contar con el lenguaje. Las divisiones comienzan a darse cuando el lenguaje pierde valor.



P.- A pesar del desconsuelo del Viejo, en un momento dice que "el amor superará a las ruinas". ¿Podemos decir que es una novela optimista?

R.- Sí, quiero que la gente se quede con una visión esperanzadora de esta historia, que queda encarnada en el niño. Estoy convencido de que hay cosas que sobrevivirán: el amor entre las personas, por ejemplo. Es curioso ver que después de tanta tragedia, atentados, etc., la gente se sigue tocando.



@JaimeCedilloMar