Valle-Inclán en el Ateneo de Madrid
Decía Ramón María del Valle Inclán que "lo mismo da triunfar que hacer gloria la derrota", pero hoy, ciento cincuenta años después de su nacimiento, el tiempo no hace sino confirmar su victoria sobre tópicos, olvidos y leyendas. Hoy Valle resulta más moderno y actual que nunca, confirma su nieto, Javier del Valle-Inclán Alsina, que presenta Ramón del Valle-Inclán entre Galiza e Madrid: 1912-1925 (Laiovento), una completa investigación sobre la vida y la obra del dramaturgo, narrador y poeta en unos años esenciales en su evolución personal, literaria e ideológica. Pregunta.- ¿A qué cree que se debe la asombrosa actualidad de Valle? Respuesta.- Me imagino que a que sus obras todavía tocan la fibra sensible de un público que comprueba que la España de Luces de bohemia, la España oficial, guarda alguna semejanza con los monigotes que viven de la política y nos amargan el telediario, fuerzas emergentes incluidas con el recuerdo de Lerroux muy presente. Como homenaje a su abuelo, y para desvelar alguno de los misterios que aún rodean su figura, Valle-Inclán Alsina explica que hace al menos tres años comenzó a ordenar diversos manuscritos "para ver si se podía sacar algo en limpio. Y, efectivamente, se podía. Así que me puse a ello". P.- ¿Cuáles son las principales sorpresas que nos reserva este volumen? R.- Espero que sean varias. Reúno en el libro el epistolario de esos años, con alguna que otra carta desconocida que me permitió transcribir mi compañera bibliotecaria Carmen Bermejo Díaz de Rábago; procuro dar a conocer cuándo, dónde y con quién estuvo Valle; localizo los lugares donde vivió, las visitas que hizo a sus familiares de Pontevedra, sus amigos, las conferencias que pronunció... Y con el permiso de la profesora Margarita Santos Zas (directora de la cátedra Valle-Inclán de la Universidad de Santiago de Compostela) también publico un texto desconocido en el que Valle narra su primer encuentro con la escritora chilena Teresa Wilms, "Teresa de la Cruz". P.- ¿Teresa Wilms, la escritora chilena? R.- Sí... Teresa Wilms. De ella, que después de un desgraciado incidente amoroso en Buenos Aires desembarcó en el puerto de Cádiz el 6 de febrero de 1918, se ha escrito un poco de todo. Su vida fue azarosa, apasionada y era, al decir de sus contemporáneos, muy bella. Los valleinclanistas orgánicos nos hablan de un epistolario entre ambos, que no acaba de aparecer, y de un Diario, que tampoco asoma. Hay quien asegura que Valle, con más de cincuenta años, se enamoró de aquella joven que hizo nido en la vida artística y literaria madrileña y a la que prologó su libro Anuarí. Juan Ramón Jiménez la recuerda en su obra La corriente infinita. P.- ¿Qué relación mantuvo Valle con Galicia, y cómo cambió a lo largo del tiempo? R.- Fue una relación intensa. Entre 1912 y 1925 vive en Galicia, si bien a caballo entre esta tierra y Madrid. No olvidemos que vino a Galicia en 1935 para intentar curarse del cáncer que padecía. Sus orígenes están aquí, los motivos que inspiraron un buen número de sus obras son gallegos. Creo que no varió gran cosa a lo largo del tiempo pero sí debo señalar que fue durante los años de los que se ocupa el libro cuando experimenta su mudanza estética e ideológica, cuando quema sus naves modernistas y le tuerce el cuello al cisne, donde prepara sus primeros esperpentos y abandona de forma definitiva sus ideas tradicionalistas y reaccionarias para convertirse en un ciudadano del siglo. Sus amigos madrileños lo notaron ya en 1920. P.- ¿Sabe si alguna vez soñó con volver definitivamente a Galicia? R.- Me temo que no. P.- ¿De qué manera ser gallego condicionó su escritura? R.- Pues creo que de forma completa y total. Valle es gallego en Divinas palabras y en Luces de bohemia. Es una condición que no perdió y todo el mundo, bueno, tal vez no todo, le señala como escritor gallego. P.-¿En qué obras es más evidente? R.- En todo el ciclo, vamos a llamarle así, de su obra gallega: Romance de lobos, Cara de Plata, El Embrujado, Divinas palabras...El escritor en uno de sus domicilios de Cambados