La escritura de Juan Carlos Méndez Guédez (Barquisimeto, Venezuela, 1967) es rotunda. Parece llegar de lejos para pasar a instalarse sin permiso ante el lector y golpearlo sin piedad, a veces en el corazón y otras en el hígado o en las tripas. Es literatura que se siente, en ocasiones líquida como buena hija de la penúltima posmodernidad, aunque puede entrar por la cabeza y acomodarse con la tranquilidad de quien no concibe la prisa. Tal vez por eso las historias de Méndez Guédez evidencian que lo importante es el camino, no la meta. Y quizá también por eso rezuman literatura en cada párrafo, casi en cada letra.
La noche y yo es un libro hermoso formado por tres relatos largos, quizá tres novelas muy breves dado el baile genérico en el que nos movemos. En “Un círculo para Ainhoa”, el autor bucea en el laberinto de las bibliotecas borgianas para contarnos el amor esquivo de un jubilado por una joven que va a abandonar Caracas en unas horas. La historia es un flashback plagado de saltos en el tiempo y una cuenta atrás sobre lo que vendrá. También un círculo que empieza y termina en el mismo lugar -Ainhoa- y un recorrido por autores que escribieron sobre el círculo y sus extensiones: Elí Galindo, Fred Vargas, Pérez Perdomo o Slavko Zupic. Aunque puede ser la historia de Ulises contada al revés, porque quien espera no es Penélope sino un hombre mayor abandonado por su mujer y redimido por la luz jubilosa de una muchacha.
En la segunda historia -“Xibanya”- asistimos a una nueva retrospección amplificada porque el relato marco dura solo cinco segundos, el breve tiempo en el que Sabino se da cuenta de que va a morir y que no podrá evitar que encuentren su cuerpo en una situación comprometida. El cuento es, a su vez, un conjunto de cuentos que se insertan unos en otros como las muñecas rusas, y de historias que no son lo que parecen. También un paseo implícito por la literatura que exige un lector muy leído. Sin nombrarse, ahí están Bryce Echenique, Jorge Manrique, Joyce, García Márquez, Cervantes o la Biblia, entre otros.
“La noche y yo”, finalmente, es un relato de cierta modernidad gráfica en el que, horas antes de su boda con Jean, una mujer recuerda a los hombres que pasaron por su vida y se lamenta melancólica de que Arturo, al que más ha amado y con el que sabe que no tendría una relación prolongada, no sea el que la lleve al altar.
Méndez Guédez ha escrito un libro de carácter poético cuyas historias, aparentemente independientes, tejen hilos tenues que las conectan: la literatura, el círculo, Bir Tawil, el amor o la idea de que el tema central está a menudo en los desvíos son algunos de ellos. Al fondo, también, Venezuela.