Obra Completa
Arthur Rimbaud
16 diciembre, 2016 01:00Rimbaud (detalle de Un rincón de la mesa, de Henri Fantin-Latour)
En los dos últimos siglos se exacerbó la visión del fenómeno de la creación poética. Dicho fenómeno tuvo raíces políticas en los comienzos del XIX, pero sobre todo fue debido a ese afán de ir más allá con la palabra, de dejar fluir los mecanismos irracionalistas hasta desembocar en los planteamientos radicales de las vanguardias. Ello no impedía el que -ciñéndonos ya a la poesía francesa- se mantuviera el canon clásico a la perfección en algunos autores (Paul Valèry), esa poética de lo perenne más dependiente de formas estructuradas y de contenidos cercanos al pensamiento.El proceso rupturista o irracional, muy presente en tres nombres -Baudelaire, Rimbaud, Lautréamont- se radicalizó extremadamente y -por trasladarnos ya al área de lengua inglesa- con dos nombres: Ezra Pound para la poesía y James Joyce para la narrativa. Hay, pues, un antes y un después en el poetizar del siglo XX pero los inicios de esas tendencias arrebatadas, arriesgadas, rupturistas, se habían dado antes en un autor como Arthur Rimbaud (Charleville, 1854-Marsella-1881).
El protagonismo, la influencia de la poesía de Rimbaud, vino acompañada por la inflación del mito, que se manifestó a través de factores varios: su vida tempranamente arrebatada, la rebelde juventud del genio, las relaciones con algunos de sus coetáneos, una sugestiva iconografía y sobre todo el desenlace en África de sus sucesivas huidas, su retorno herido, su enfermedad y temprana muerte. Al "malditismo" de su vida -tan imitado después- se vino a sumar el revulsivo que supusieron sus dos originales libros, prácticamente los únicos, al margen de la obra de adolescencia, escrita entre 1870 y 1873, la de sus primeros poemas: Una saison en enfer (Una temporada en el infierno) y sus Illuminations (Iluminaciones).
Su precocidad da enseguida el salto de ese tono primero, pausado y lírico, tan emblemático en un poema como "Sensación", pero tan neto también en el realismo del primero de sus poemas, "Los aguinaldos de los huérfanos". El lector común, o el no iniciado, sabe ya de estos hitos a través de varias versiones, pero seguramente nunca soñó con tener a su alcance una obra como la que hoy sobrevolamos por su extensión y minuciosidad, esta Obra completa en el que la Correspondencia, las Ilustraciones y fotografías, los Apéndices y Notas a los textos, nos conducen a través de un volumen de 1.500 páginas, acompañadas por el también fundamentado preludio (o preludios) del traductor y autor de la edición, Mauro Armiño (Cereceda, Burgos, 1944). Me refiero al Prólogo a la edición, a la Cronología, al "Diccionario Rimbaud" y a la muy precisa Bibliografía.
Algo también debemos decir, en detalle y por justicia, sobre el autor de esta edición, uno de los traductores más tenaces en el tiempo y de obra profesionalmente más fecunda que ha dado la cultura española, mi generación. Mauro Armiño tiene también una trayectoria muy significativa como periodista y crítico literario, a veces específicamente teatral, pero ha sido su obra de traductor -afortunadamente reconocida con varios galardones- la que nos sorprende y supone un alto ejemplo para todos, entre los que incluyo a los que nos hemos acercado -por necesidad o placer- a esta dificilísima profesión; especialmente si se trataba de traducir poesía, y particularmente de la de un poeta clásico.Leer a Rimbaud en esta completa versión de Mauro Armiño supone hacer hallazgos que ignorábamos
De Mauro Armiño debemos recomendar algunas de sus traducciones, sobre todo las relativas a las de lengua francesa, pero también a las inglesas. Tenemos que destacar que no es sólo la poesía el fin de sus traducciones sino también la narrativa, el ensayo o la filosofía. Recordamos así versiones concretas de Corneille, Molière, Rousseau, Voltaire, Zola, Maupassant (Cuentos completos), Bergson, Camus o Lévi Strauss, por destacar la disparidad de algunas de ellas. Pero no debemos dejar a un lado sus traducciones de obras no menos laboriosas: las mayores. Me refiero a A la busca del tiempo perdido (Valdemar, 2000), de Marcel Proust, la Historia de mi vida (2010) de Giacomo Casanova y la presente Obra Completa de Rimbaud. Estas dos últimas vienen además distinguidas por las bellas ediciones de la editorial Atalanta.
Entrar a analizar este volumen es tarea ardua, máxime si la extremada y fulgurante personalidad del poeta traducido conduce a la controversia, a la turbación, a la originalidad, y en consecuencia a las varias interpretaciones que, ya desde un principio, se dieron. Veamos sólo algunas de ellas: "Rimbaud fue un místico en estado salvaje" (Paul Claudel), "Su misión providencial fue, como se sabe actualmente, empujar a las almas privilegiadas hacia Dios" (Isabel Rimbaud), "Contemplador metafísico de lo absoluto" (Renéville"), fidelidad a su "cuerpo individual", "a las sensaciones", "a los placeres" (Thibaudet), "Aceptación del peor de los nihilismo existentes" (Camus) y siempre el predominio del "vidente", atento a descubrir el tesoro de las palabras, como "ladrón" del fuego creador.
Leer a Rimbaud supone someterse a una libertad llena de oportunidades e interpretaciones que sólo ofrece la obra de quien ha logrado dar con la palabra nueva en un tiempo en el que todavía pesaban mucho en Europa las maneras de la tradición. Asumir esa lectura por medio de esta completa versión de Mauro Armiño supone entrar en otros "tesoros", hacer hallazgos que ignorábamos, confrontar la obra radical con cuanto su vida nos ofrece en la correspondencia, especialmente la de sus días en Adén y Harar, escrita a veces desde "un dolor violento", como le dice a su hermana. Incluso en sus "Cuadernos escolares" y en sus "Prosas evangélicas" (como "contra-evangélicas" las reconoce Brunel) había ya un gran afán de búsqueda en varios frentes, pero sólo esa actitud final de tristeza pone ternura en el hermetismo de sus poemas en prosa, cuando ya no le sirve el verso al uso para echar fuera lo que llevaba dentro del pequeño volcán que fue su vida.
Hemos seguido el camino de las generalidades, pero hay mucho material en esta edición para valorar otros aspectos de la vida y la obra de Arthur Rimbaud. La amistad tormentosa con Verlaine, el proceso con "renuncia" del "literato de 19 años", el análisis en jugosas notas de expresiones, la valoración estrictamente literaria de la obra, la correspondencia Rimbaud-Verlaine, sus relatos, los sorprendentes poemas ¿escolares? en latín, la siempre placentera comparación entre el original y lo traducido, son otros aspectos de interés para el lector. Y siempre ese gemido inicial que podría haber sido pronunciado por sus labios a la hora de su muerte: "Par délicatesse/ J´ai perdu ma vie".
Fecunda aventura e ingente trabajo, pues, el de esta recopilación de la obra de Rimbaud que viene avalada, como ya hemos dicho, por trabajos previos, pero que ahora nos llega con ese halo de originalidad y de curiosidad biográfica que sólo puede ofrecernos la poesía en confluencia con una personalidad única como la de Rimbaud. La aventura y riesgo del traducir son inagotables. Por ello, siempre debemos celebrar esos hitos que, como el de la edición de Mauro Armiño, vienen a enriquecer la relación de nuestras traducciones y a abrir más los ojos a nuestros lectores; especialmente hoy, cuando las lecturas se aligeran, o la preferencia va hacia otra lengua dominante, que tiende a acaparar de manera monocorde el interés de nuestros jóvenes poetas. La literatura francesa marcó a una generación y de ella ha sido testigo y relator el traductor de esta obra.