Fernando Aramburu. Foto: Tusquets
4 de enero. 57 años. Y sigue nevando. Solo en casa. A media mañana he terminado la primera versión completa de Patria. Ha sido como hacerme un regalo de cumpleaños, no tanto por lo que pueda valer el producto como por la sensación de haberme desprendido de una roca de cien kilos que llevaba sobre la espalda desde hace largo tiempo. Aún queda el trabajo de corrección; pero la parte más ardua y penosa está hecha. Le he comunicado la noticia a Juan Cerezo [editor y director de Tusquets] para que vaya pensando en hacerme un hueco en la programación del segundo semestre. Miro por la ventana. Está todo blanco y hay un mirlo. Estos pájaros, ¿no solían migrar antes del invierno?***
Febrero. Me he topado con seis o siete incoherencias de bulto durante la revisión de la novela, por fortuna fácilmente solucionables. Personajes que pagan en euros cuando aún había pesetas, versiones contradictorias del mismo suceso, el cura del pueblo que en un capítulo recibe el nombre del cura de Años lentos. Esas cosas. Menos mal que ningún fallo afectaba a la estructura de la narración. No obstante, el peligro continuará hasta tanto reciba el visto bueno de las cuatro personas que se han mostrado dispuestas a juzgar la novela. Calculo que a mediados de la semana que viene podré mandarles una versión cercana a la definitiva.
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Marzo, 3. Terminada la última revisión de Patria. Se lo he anunciado a Juan Cerezo. Le he comunicado de paso que los expertos aún no me han escrito y le pregunto si debo seguir esperando o le envío la novela. Pregunta superflua, seguro.
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Abril. La novela saldrá con las bendiciones de Juanma (Díaz de Guereñu), Zoki, el historiador Fernández Soldevilla y el periodista Florencio Domínguez. Este último me escribe lo siguiente: "Patria va a tener la capacidad de explicar lo que ha ocurrido con muchísima más claridad que la mayoría de los tochos que hemos escrito otros." Palabras mayores. Ya veremos.
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Un amigo me da un toque por mensaje privado de Twitter para ponerme al corriente del enlace de una página pirata donde se ofrece Patria gratis. ¿Antes de su publicación? No he comprobado si la página dispone realmente del contenido. Ya pasó una vez, hace unas semanas, en que hubo algo similar, pero era un bulo acompañado de anuncios publicitarios. La novela no empezará a distribuirse hasta el 6 de septiembre, dentro de diez días. Por si acaso, me he puesto en contacto con Tusquets. Hay gente que no considera la piratería un delito. Yo no sólo me siento robado, sino también despreciado como creador, reducido a una especie de amanuense esclavizado por unos vivales."Tengo la sensación de haberme desprendido de una roca de cien kilos que llevaba sobre la espalda desde hace largo tiempo"
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Pregunto a Cerezo con qué tirada salimos. No le tiembla la voz al responderme que con veinte mil ejemplares. ¿Mande? Este ha bebido o se ha dado con la frente contra el dintel. Pienso en mis libros anteriores. Me entran dudas. Cerezo está seguro. Mi pronóstico: la edición no se agotará y me dará vergüenza mirar al editor a la cara.
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Primeras entrevistas. Todas coinciden en escorarse hacia el lado de la política. Ya me lo figuraba. Ahora bien, nada de quejas, chaval. Si te has tirado al estanque es normal que salgas mojado.
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Reseñas elogiosas. La última, una de Ignacio Martínez de Pisón en "Ahora". Todo esto que está pasando asusta un poco. Yo no puedo ponerme en forma oral, improvisada, opinativa, a la altura de mi novela."Pregunto a Cerezo, el editor, con qué tirada salimos. 20.000 ejemplares. ¿Mande?"
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Primera jornada de la promoción. En Madrid. Simplemente agotadora. Para colmo, he tenido un mal comienzo del día. Me puse el despertador a las siete. No ha sonado. Me he levantado a las ocho y diez; a las nueve debía estar en la emisora de la Cope para una entrevista con Carlos Herrera. He ido corriendo, sin desayunar, con la lengua fuera como un perro frenético, y me temo que he hablado igual: alocado, brusco, jadeante. El editor me dice que la conversación ha quedado muy bien, que se me notaba centrado y tranquilo. El editor siempre dice que todo ha quedado bien. Se lo agradezco. De lo contrario, me sacudiría unos hachazos a la moral; lo cual, por lo común, no suele ser estimulante para mí.
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No me canso de repetir en las entrevistas que en mi opinión el discurso político es insuficiente para entender y expresar la realidad, y que yo postulo otro tipo de acercamiento a las cuestiones colectivas, el de la literatura. Las tres presentaciones que llevo hasta la fecha se han llevado a cabo ante numeroso público. En San Sebastián no cupo toda la gente en la sala del Koldo Mitxelena. Algo así no me había ocurrido nunca. En todos los casos, terminado el acto, se formó una larga cola de personas deseosas de que les firmase un ejemplar o de decirme algo en privado. Hubo quien se identificó como familiar de alguna víctima directa del terrorismo y me dio las gracias por la novela. La repercusión que está teniendo Patria me tiene desbordado. El libro ha entrado en la lista de más vendidos. Menudean las menciones en las redes sociales. Salvo las pataditas de rigor (que si maniqueo y tal y cual), el eco está siendo positivo. Noto, sin embargo, una zona de silencio. ¿Dónde? Allí, detrás de aquellos árboles, al fondo. Una palabra de más, una afirmación poco matizada, y estallarán los ladridos.
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Entrevista anoche en el canal 8tv con Josep Cuní, que se deshizo en elogios sobre mi novela. Estas expansiones encomiásticas me cohíben bastante. Así y todo, creo que me supe defender. Me sucedió en el plató Pilar Rahola, la cual intervino a petición de Cuní en nuestra conversación. Ella aprovechó para arremeter rápidamente contra el PP. Me llama la atención lo politizados que están todos en este desasosegado país. Seguro que se nota que vengo de fuera."Estas dos semanas de nomadismo y parloteo se me han hecho eternas. Necesito rutina y soledad. Morriña del escritorio"
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Ayer pasé un rato estupendo, de atardecida, con Sara Mesa y Fran G. Matute. Nos sentamos en la terraza de un bar. Pedí un vino tinto, saboreé con ellos unas tapas deliciosas. Sara me regaló un ejemplar de su libro de cuentos, Mala letra. He tenido suerte en Sevilla con la temperatura. Aire tibio, agradable, durante todo el día.
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Se acabó la promoción. Estoy en el aeropuerto de Sevilla, cansado pero no descontento. Estas dos semanas de nomadismo y parloteo incesante se me han hecho eternas. Necesito rutina y soledad, además de unas cuantas noches bien dormidas. Perdido el ritmo de trabajo, me temo que tardaré en ser nuevamente productivo. Morriña del escritorio.
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Octubre. ya es como un rito que, cada vez que publico una novela, me escriba con afecto y guasa Luis Landero. Siempre me dice eso de "joder, qué novela has escrito"y también que no ha podido escribirme antes. Gran tipo Landero, además de magnífico prosista. Yo, a este hombre, le leería hasta las listas de la compra.
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La editorial sueca Bromberg ha adquirido los derechos de edición de Patria. Ya son siete las contrataciones internacionales de mi novela. Los de Rowohlt me invitan a una cena en Hamburgo para conocernos y me proponen que visite al día siguiente la editorial en Reinbek. Hamburgo me pilla cerca. Les he dicho que sí.
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Noviembre. Llevo dos días con picor de garganta, leve sensación de mareo y una fosa nasal semicerrada. Mañana saldré de viaje. Me espera un nueva ronda descomunal de actividades. Miedo a enfermar, a no estar en condiciones. El escritorio me mira ceñudo, como diciendo: tú te lo has buscado.