Leila Slimani

Empieza a leer aquí Canción dulce, de Leila Slimani

A la crítica francesa le gustan las historias extremas y de escritores multiculturales. El pasado año, 2016, premió con el Goncourt a una autora con estas características. Leila Slimani (Rabat, 1981), escritora revelación de 35 años de origen marroquí, ha conseguido "sacudir", como ella dice, el panorama literario francés, con su última novela Canción dulce, que se publica estos días en España con la editorial Cabaret Voltaire. Autora de una primera novela (Dans le jardín de l'ogre, 2014) aún sin publicar en España y madre reciente, Canción dulce ha tenido un gran éxito de público en Francia. A pesar del título, es una novela bastante amarga y Slimani no esconde este malestar: trata de la muerte de dos niños menores de 5 años a manos de Louise, una cuidadora de apariencia angelical. La novela se basa en un hecho real, un asesinato que conmocionó a la población de Estados Unidos, en 2002.



Pregunta.- ¿Podemos decir que este acontecimiento fue el principal detonante de su novela?

Respuesta.- Desde hacía tiempo tenía ganas de escribir un libro sobre un personaje que fuera cuidadora de niños. Encuentro ese empleo fascinante, de lo más novelesco. Las cuidadoras se pasan la vida ocupándose de niños que no son los suyos. Están todo el día en apartamentos burgueses que jamás tendrían la posibilidad de pagar. Es una profesión, aparte, con dilemas afectivos, sociales, económicos, etc..., que me interesaba mucho. Hasta que ese día leí la terrible noticia que sucedió en Nueva York en 2002: una cuidadora había asesinado a los dos niños que atendía. Ya tenía el comienzo de mi novela...



P.- Canción dulce empieza por el capítulo del asesinato de los dos niños. ¿Podemos hablar de una estrategia narrativa al presentar la escena del crimen antes de que el lector se vuelva demasiado sensible a la situación?

R.- No creo. En ningún momento he querido escatimar nada sobre la dureza de la historia al lector. Al contrario, pretendo sacudirlo, presionarlo. Empecé por esta escena porque quería desplazar el suspense de la historia. Ponerlo como "de lado". No se trataba de saber si la cuidadora había o no matado a los niños, sino más bien el porqué y el cómo había llegado hasta ese punto. Además, empezando por ese acontecimiento, el lector se volvía mi cómplice. De repente, el lector se convertía en un investigador, atento al mínimo detalle.



P.- Su novela presenta una situación relativamente común en un cierto tipo de familias occidentales que compaginan el trabajo con la maternidad y deben contratar a otra persona para cuidar a los niños. ¿Hace usted en su novela un retrato social?

R.- Mi objetivo no era ese. Cuenta solo el caso de una familia en particular, que vive en un barrio muy determinado de París por el que se cruzará, de repente, la vida de Louise, la cuidadora. No hay ninguna vocación sociológica sino puramente novelesca. De hecho, es lo que me gusta de la ficción.



P.- Pero su libro habla de la difícil situación que vive toda mujer hoy en día, dividida entre sus horas de trabajo y la maternidad.

R.- Evidentemente. Las mujeres pueden hacerlo todo y deben seguir luchando en la sociedad y los poderes públicos deberían apoyarlas en ese sentido. Es difícil, agotador, pero ¡lo conseguiremos!



P.- Culpables o no, madres o cuidadoras, las mujeres en su novela crean un sentimiento desagradable.

R.- Desde luego, y eso me encanta. Me gusta poner al lector ante las contradicciones de mis personajes, ante sus malos pensamientos, sus vergüenzas o sentimientos de culpabilidad. Como ya he dicho, pretendo sacudir al lector, crearle un desequilibrio. Para mí, ese es el verdadero propósito de la literatura.

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