Carme Chaparro

Trabajar en el telediario supone jerarquizar la información dando espacio a algunos temas y dejando de lado otra parte de la actualidad, que no tiene por qué ser de inferior interés. Pero todo no cabe. Esto lo conoce muy bien y desde dentro Carme Chaparro (Barcelona, 1973), presentadora informativos desde hace casi 20 años. Algunas de esas historias se quedan en la memoria y resulta complicado no llevarlas a casa, pensar en ellas, darles una vuelta. Incluso pueden dar para escribir una novela, como es el caso de No soy un monstruo (Espasa), con la que la periodista se ha hecho con el último Premio Primavera, una historia que cuenta el drama que vive una madre cuando pierde, o alguien secuestra, a su hijo y entra en juego una investigación policial. Pero en la trama subyacen otros temas como el dolor, tanto el propio como el ajeno, la información que en ocasiones se vuelve espectáculo y cómo, de hacerse viral, algunas leyendas terminan por convertirse en reales.



Chaparro, recordando cómo se gestó esta historia que culminó en tan solo tres meses ("me obsesioné con la historia y me llevaba el ordenador a todas partes, incluso a la consulta del dentista), cuenta que desde el principio tuvo claro el final. Un día, al salir del informativo, conduciendo por la M40 camino a casa a la altura del túnel de El Pardo le rondó una idea en la cabeza. "Habíamos contado una de esas historias que se te quedan en la cabeza, le di una vuelta y al llegar a casa escribí los dos últimos capítulos de No soy un monstruo", comenta.



La investigación para hilar la novela se basa en lo que ha visto, oído y trabajado en su trayectoria periodística y la parte emocional ha requerido de una búsqueda interior, de mirar con atención a la empatía y pensar qué sentiría alguien en una situación en particular. El objetivo es, claro, "intentar que el lector sienta lo que los personajes de la novela sienten", añade. Sin embargo, para hacer la parte policial creíble y realista ha contado con la ayuda de tres amigos policías. "Ellos me lo han contado todo, desde cómo se hace un autopsia, qué equipo realiza qué investigación, cómo y cuándo, hasta los detalles del día a día como que no le llaman comisaría sino base, sin el artículo".



Pregunta.- En No soy un monstruo entran en juego muchos personajes diferentes. Ana, la policía, e Inés, la periodista, son personajes muy reales, caracterizados por su fortaleza pero con sus puntos débiles, con miedos. ¿Están inspiradas en gente real o son completamente ficticias?

Respuesta.- Todos los personajes tienen un poco de mí y un poco de la gente que conozco pero al final es el propio libro o la escritura la que te va dando las pinceladas de los personajes. Te pones a escribir sobre alguien y se te van ocurriendo historias sobre su pasado, sobre cómo llegó ahí o por qué hizo tal cosa. Quería personajes de verdad, que no fueran 007s o superhéroes. Al final los policías que investigan los casos más sórdidos, los más duros, los hombres y mujeres que más cayo tienen en investigaciones también se llevan los problemas a casa y sufren.



P.- El relato de Inés es el único que está narrado en primera persona. ¿Por qué?

R.- Como Inés es periodista quería que ella hiciera un relato más personal. Ella no puede dirigirse al espectador en primera persona porque es una periodista de sucesos que trabaja en la televisión y tiene que medir mucho las palabras, no contar sus sentimientos, hablar de pruebas y de datos y callarse muchas cosas. Por eso quería que Inés en este libro tuviera una voz propia con capítulos relatados en primera persona.



P.- En la novela se habla de un tal Slenderman que, de buscarlo en Google, existen historias relacionadas con él.

R.- Existe y el foro que cito en la novela es un foro que te hace ver que Slenderman, que salió en una foto con unos niños que fallecieron todos tiempo después, es real. Se hizo pasar por real en un foro y tiene una historia. Buscando información lo encontré y me iba muy bien para empezar a crear la leyenda de Slenderman en el libro.



P.- Hay un subtema en la novela que tiene que ver con la información como espectáculo. La lucha por la audiencia de los canales de televisión. ¿Es un asunto demasiado cotidiano en el mundo del periodismo?

R.- Sí, pero no solo ocurre en sucesos sino que pasa en todas las secciones del periodismo. Las ediciones digitales de la prensa hay alimentarlas constantemente, meter la exclusiva en cuanto la tienes y adelantarte a los demás. Esto es algo que solo le pasaba a la radio en los boletines porque tan solo tenían una hora de margen y los informativos tenían dos oportunidades, a las 15.00 y a las 21.00. Lo que han hecho las redes sociales es que a veces vayamos demasiado rápido por lanzar una exclusiva.



P.- ¿Prima hoy en día, por tanto, la rapidez frente a la calidad de las noticias?

R.- Creo que nos estamos dando cuenta del error. En la redacción de Noticias 4 nos ha pasado y preferimos no dar una información hasta no estar seguros de la misma. Nos pasó con un caso de acoso en el colegio y hasta no estar 100% seguros no lo dimos. Había denuncia pero quién sabe, siempre nos curamos en salud y cada vez más.



P.- Con esto se puede caer en la mercantilización de los sucesos y, finalmente, su frivolización, ¿no?

R.- Claro, hay que cuidarlo mucho. ¿A cuánta gente ha matado twitter? De repente es trending topic y te acabas creyendo que ha muerto. Con eso hay que tener mucho cuidado y tomar todas las precauciones.



P.- En ese sentido, ¿los medios de comunicación pueden ser una piedra en algunos casos como este?

R.- Los periodistas de sucesos en este país, que los hay maravillosos, son gente que vale más por lo que calla que por lo que cuenta. Es gente que sabe muchas cosas, que tiene maravillosas fuentes y las sigue teniendo, y los cuerpos de seguridad les sigue contando cosas porque cuando les han dicho que no podían contarlo lo han respetado. Hemos tenido casos en los que nos han dicho que iban a detener a alguien y nos hemos guardado la información hasta que la fuente nos ha dicho que podíamos hacerlo público. En ese sentido en España hay grandes maestros que saben mucho más de lo que cuentan.



P.- ¿Cómo fue recibir la noticia del Premio Primavera?

R.- Cuando acabé el libro empecé a ver que la historia era mejor de lo que creía pero no lo podía ver con objetividad. Se lo envié a una amiga que fue jefa de prensa de una gran editorial y le fascinó. Yo quería que la novela se defendiera sola y que no me la publicaran por salir en la tele. Una de las opciones era presentarla a un premio literario bajo seudónimo pero como se había pasado el plazo para el Planeta lo mandamos al Primavera. Fue una sorpresa cuando me dijeron que lo había ganado. Envié el libro con el seudónimo de Paulina Murillo, que es el nombre de una tía mía que murió, y Carme Riera me dijo que había estado buscando el nombre de la escritora porque no le sonaba y creía que no podía ser la primera novela.



@scamarzana