Hakan Günday. Foto: Selen Ozer

¡Daha! es una novela llena de atrocidades. Tiene de todo: agresiones, violaciones, asesinatos, accidentes e incluso alguna escena de necrofilia. Exiliados hacinados en un pozo. Miradas vacías. Cadáveres pudriéndose entre gusanos. Lo que la hace más tremenda es que el protagonista es un niño, hijo de un traficante de personas que se dedica a pasar emigrantes del punto A al B, antes de que una embarcación los cruce al otro lado del Mar Egeo. El turco Hakan Günday (1976), uno de los escritores jóvenes más destacados de su país, publicó originalmente el libro en 2013. Cuatro años más tarde, tras su éxito en Turquía, en Europa -ganó el Premio Médicis a la mejor novela extranjera en 2015- y en otros países, la recién nacida editorial Catedral lo publica en español y el enquistamiento de la Guerra de Siria y de la crisis migratoria que ha provocado ha hecho que la novela tenga incluso más actualidad que cuando fue escrita.



El protagonista, Gazâ, ayuda a su padre en el "negocio familiar" desde los nueve años. Custodiando el pozo donde su padre confina a los emigrantes durante días antes de trasladarlos, descubre el poder que tiene sobre ellos. Al ser visto como un monstruo, acepta el disfraz y se convierte en auténtico monstruo, en un dios caprichoso y cruel. Debajo de la cuestión migratoria y del tráfico de personas subyacen temas de fondo como el carácter voluble del bien y del mal y los problemas que surgen cuando un grupo deja su destino en manos de un individuo. Hablamos con su autor de estas y otras claves de la novela, del papel de la comunidad internacional en la tragedia siria y de la situación política en Turquía, que este domingo vota en referéndum una reforma constitucional que daría más poder al presidente Erdogan.



Pregunta.- ¿Qué le llevó a escribir este libro hace cuatro años?

Respuesta.- En primer lugar, para mí escribir es la mejor manera de pensar. Si piensas en voz alta puedes repetir lo mismo durante veinte años, pero no puedes escribir cien veces la misma frase, así que verse obligado a escribir cada vez una frase diferente permite que avance el pensamiento. Cuando me di cuenta de eso, me dije propuse en lo sucesivo escribir solo de aquello que no comprendo, y de eso hace ya diecisiete años, cuando saqué mi primera novela. Así que mi objetivo es partir de una pregunta para acabar el relato con mil. La que dio origen a esta novela es muy sencilla: ¿Cuál es la índole de la relación que existe entre el individuo y el grupo? Es algo que no comprendía porque siempre he percibido que de esa relación surgen autoristarismos, dictaduras y linchamientos.



»Por otra parte, en aquel momento (entre 2011 y 2012) aparecían noticias breves de ahogados en el Mar Egeo, pero solo daban cifras y ninguna información sobre esas personas: por qué estaban allí, de dónde venían y adónde iban o quién los había llevado hasta allí. Y al abordar esa cuestión me di cuenta de que en un viaje así todos esos emigrantes se ven obligados a ceder toda su autoridad a un desconocido, el traficante, porque es el único que sabe que va a suceder el minuto siguiente, y entonces es cuando surge una relación

Europa intenta borrar las consecuencias de los problemas sin atender a sus causas"

entre el individuo y el grupo que seguramente dará lugar a una dictadura. Todo esto da pie a formular preguntas sobre los motivos de la emigración, porque tanto el traficante como el emigrante son las consecuencias, y hoy lo que vemos en la política europea es que se intenta borrar las consecuencias del problema sin atender a sus causas.



P.- ¿Por qué eligió a un niño como protagonista?

R.- Como lo que quería era aprender a medida que escribía, necesitaba un protagonista que hiciera preguntas, y los adultos hace mucho que hemos dejado de hacer preguntas. Pero un niño no ha pasado suficiente tiempo en el planeta como para acostumbrarse a las tragedias, por eso hace preguntas. Por ejemplo, ¿cómo es posible que una persona llegue a tal grado de desesperación que esté dispuesto a jugarse la vida para empezar una nueva?



»Al mismo tiempo, las reacciones del niño me permitían establecer un paralelismo con las reacciones de la sociedad ante el fenómeno de la inmigración, porque cuando el niño se da cuenta de que en la vida que él lleva esos inmigrantes no tienen ningún valor empieza a tratarlos como insectos y a echarles la culpa de su situación, como han hecho las sociedades de los países de destino. Después el niño se da cuenta de la desesperación de los exiliados y empieza a explotarlos económicamente, que es también lo que han hecho y siguen haciendo las sociedades. Hará falta que el protagonista sea testigo de muchísimo sufrimiento y muchos traumas para que sea capaz de tener empatía.



P.- Es inquietante pensar que la diferencia entre el bien y el mal no es algo innato sino que depende de un proceso de aprendizaje.

R.- Cuando las referencias que gestionan tu sociedad ya no son capaces de abordar problemas nuevos, comienza una crisis existencial que genera frustración, y esta permite polarizar las sociedades y la definición de bien y mal cambia. La idea del bien se confunde con la lealtad a cierta idea política, persona, símbolo o religión y en ese momento dejas de cumplir con tu responsabilidad como ser humano. En el caso del niño de la novela, este piensa que ser bueno es obedecer a su padre. Solamente con el paso del tiempo empieza a comprender que el bien y el mal se juega en cada momento, que te acercas a uno o a otro en función de cada decisión que tomas.



P.- En un momento de la novela descubrimos un suceso ocurrido entre el niño y uno de los inmigrantes custodiados que podría explicar por
Una desgracia que hoy ves por televisión el año que viene tendrá consecuencias en tu barrio"


qué aquel empieza a comportarse como un monstruo. ¿Es un "regalo" para los lectores, que siempre necesitamos un motivo para empatizar con los protagonistas o al menos atenuar su maldad?

R.- Ese suceso quiere poner de manifiesto que ser emigrante no te convierte en un ser bueno, igual que ser traficante no te convierte automáticamente en el malo de la película al cien por cien. Por desgracia hoy para conseguir que los inmigrantes sean aceptados tenemos que decir que son buenísimos, y yo quería romper con ese estereotipo porque quiero que la gente empatice con ellos no porque sean buenos sino porque son humanos.



P.- La Guerra de Siria y el tremendo éxodo que ha provocado han empeorado mucho desde que escribió este libro, de manera que la novela resulta ahora casi más actual que entonces. ¿Podía imaginarlo?

R.- No, no lo podía imaginar. La novela se publicó en 2013 y yo pensé que me había imaginado todos los horrores posibles que se les podía infligir a los emigrantes, pero un día abro el periódico y me entero de que en Turquía se ha descubierto un taller a orillas del Egeo donde se obliga a los inmigrantes clandestinos a fabricar chalecos salvavidas falsos para vendérselos a otros emigrantes. Tampoco podía imaginar a una periodista en la frontera húngara poniendo la zancadilla a un inmigrante para que la policía pudiese atraparlo, ni que durante estos cuatro años decenas de países harían todo lo posible para convertir Siria en un infierno. Es imposible que alguien escriba nada tan violento como un telediario.



P.- ¿Cuál es su interpretación del escenario político internacional con respecto al drama de Siria y sus exiliados?

R.- El pecado común que tenemos en Europa y en Turquía desde hace muchísimo tiempo es que los ciudadanos solo nos hemos preocupado del nivel de democracia en nuestros propios países y no preguntábamos qué hacían nuestros gobiernos fuera de nuestras fronteras. Pero ahora sí lo sabemos, y en el mundo de hoy una tragedia que ves en la televisión dentro de un año tendrá consecuencias en tu barrio. Eso nos da muchísimo miedo porque creíamos que podíamos ignorar el sufrimiento ajeno y que nos podíamos esconder de nuestras acciones violentas.



Si triunfa el referéndum, el viaje de Turquía hacia la democracia será más largo todavía"

P.- La Unión Europea hizo una serie de promesas a Turquía a cambio de que ejerciera como amortiguador del empuje migratorio. ¿Qué le parece ese pacto?

R.- Ese convenio es totalmente contrario a los valores europeos e incluye de todo menos los intereses de los inmigrantes, porque está suscrito desde una perspectiva de comerciante mayorista y considera a la gente como una masa. El acuerdo de hecho resume la estrategia europea con respecto a todos los fenómenos problemáticos: borrar los síntomas sin tratar la enfermedad, cerrar la puerta para no ver que hay un incendio fuera.



P.- ¿Qué ambiente se vive en Turquía tras el intento de golpe de estado del año pasado y a pocos días del referéndum que podría dar a Erdogan más poder del que ya tiene?

R.- La sociedad turca está totalmente polarizada. La reforma constitucional que se va a votar en referéndum afecta a 18 artículos y si se aprueba hará de Turquía un sistema aún más autoritario. La actitud de Alemania al vetar los mítines de los partidarios del sí ha sido propaganda gratuita para el populismo de Erdogan, que se basa en la victimización por una supuesta falta de libertad de expresión. Hay mucha expectativa. El viaje de Turquía hacia la democracia es muy largo y si triunfa el sí el viaje será más largo aún.



P.- ¿Qué tendría que hacer Europa y la comunidad internacional para resolver de una vez el conflicto sirio?

R.- En Siria es muy difícil saber por dónde empezar, porque ya no se trata solo de una guerra civil. Pero desde una perspectiva más amplia, ahí sí se podría decir por dónde empezar: de cero. Cada país tiene que analizar su propio pasado, ver a quién ha hecho daño, pedir perdón e intentar reparar el daño hecho. Es decir, tenemos que igualarnos en el dolor y en el perdón y después, entre iguales, iniciar un nuevo diálogo. Así podríamos, por ejemplo, abordar los problemas de inmigración e integración que tienen sus raíces en el fenómeno colonial. Por ejemplo, la fundación sueca SIPRI publica cada año unos informes sobre la venta mundial de armas. En los mapas de venta de armas se ven multitud de flechas que van del oeste al este, y en el de las migraciones las flechas van en el sentido opuesto. ¡Qué casualidad! Creas un infierno y pretendes que la gente siga viviendo en él. En cuanto a si Turquía entra o no en la UE, habrá que preguntar a los europeos si quieren tener como vecino a un Oriente Próximo al que sus gobiernos han estado vendiendo armas durante años, porque cuando vendes armas lo ideal es que el comprador esté muy lejos de tu casa.



@FDQuijano