Karin Bojs

La periodística científica sueca publica Mi gran familia europea (Ariel), donde narra la historia de los habitantes europeos de los últimos 50 mil años a través de su legado genético.

Advierte reiterada y educadamente, casi con gracia, que no quiere ofrecer opiniones políticas, que quiere ceñirse a lo expuesto en el libro, al plano estrictamente científico. Pero es que los postulados que explora la periodista científica Karin Bojs (Lundby, Suecia, 1959) en Mi gran familia europea (Ariel), son tan innovadores y de tal importancia que a pesar de remontarse en origen a hace 50 mil años, sus ecos resuenan en la actualidad. En su ensayo, merecedor del August Prize sueco, Bojs narra la historia de Europa y sus habitantes a través de su legado genético, entrelazando también los últimos descubrimientos arqueológicos. De Islandia a España, Karin se adentra profundamente en la búsqueda de su genealogía; secuenciando y examinando su ADN y convirtiéndose así en un sujeto experimental, es capaz de trazar el camino de sus antepasados, y hasta la prehistoria. Gracias a esa búsqueda, la autora y los más de 60 científicos implicados despejan asombrosos debates y dudas seculares de los estudiosos de la historia y la arqueología, como el porqué de la extinción de los neandertales o cómo se difundieron por el continente la agricultura o la lengua indoeuropea y responden, en definitiva, a cómo hemos llegado a ser así los europeos de hoy.



Pregunta.- Este libro surge de nuestro interés por el pasado, ¿de dónde nace está pulsión humana?

Respuesta.- El origen es desconocido y remoto, pero sí es un deseo muy, muy antiguo. Por ejemplo, en la Biblia están esas largas listas que hablan de los hijos, de los hijos, de los hijos... y así hasta el infinito. Y estas listas tienen al menos 3.000 años de antigüedad. También existen en la actualidad culturas orales como las de Nueva Guinea, que son capaces gracias a su tradición oral de rastrear diez antepasados directos. Es lo mismo que podría hacer un genealogista sueco exitoso, pero ellos lo hacen de memoria. Así que en realidad esta es una búsqueda muy antigua de la humanidad, importante para todas las culturas durante miles de años.



Somos el resultado de una mezcla de diferentes oleadas de individuos que entraron en Europa sucesivamente

P.- ¿Qué supone el apoyo de la genética, el estudio del ADN, para conocer nuestro pasado?

R.- Es muy importante. Existe un cambio de paradigma en la ciencia, un paso gigante hacia delante. La arqueología y la lingüística han tenido muchas discusiones y debates que son incapaces de solucionar porque tiene muy pocas pruebas reales. Son disciplinas llenas de grandes teorías y pruebas minúsculas. Pero si a estas ramas de investigación les añades las ciencias naturales... Por ejemplo, en los años 50 apareció la datación con Carbono-14, que fue un paso revolucionario. Y en los últimos cuatro o cinco años hemos dado otro paso gigantesco aportando la tecnología moderna del ADN, que nos permite resolver temas que han provocado desacuerdos durante cientos de años, como el modelo de extensión de la agricultura o de las lenguas europeas. Ahora conocemos esas respuestas.



P.- En base a los descubrimientos del ADN, las cuestiones raciales, los nacionalismos, empequeñecen, ¿cuántos falsos mitos han caído en este poco tiempo?

R.- Definitivamente, el estudio del ADN ha derribado muchos grandes mitos. El principal, que la genética muestra claramente, es el concepto de raza, pues en realidad somos el resultado de una mezcla de diferentes oleadas de individuos que entraron en Europa sucesivamente. En el libro trato de explicar qué clase de gente venía en esas oleadas y qué es lo que formó esa mezcla que somos hoy en día. Por eso ese viejo concepto del racismo no tiene nada que ver con la ciencia moderna.



P.- ¿Estas nuevas visiones generan escepticismo y oposición de ciertas corrientes científicas?

R.- Puede que haya gente que tenga dificultades a la hora de aceptar según qué cosas, pero yo no me he encontrado con ese problema. Aunque sí que es cierto que los arqueólogos de la vieja generación no creen en el ADN, pero es porque han trabajado toda su carrera con postulados falsos, con la idea de que la agricultura fue algo cultural, que de pronto todos los cazadores decidieron reeducarse a sí mismos y convertirse en granjeros... Este es un dogma centenario que se ha derrumbado, y supongo que es complicado aceptar que la agricultura llegó de lo que hoy son Siria y Turquía a través de una paulatina inmigración.



P.- ¿El demostrar la importancia de la inmigración en nuestra cultura no debería hacernos ver con otros ojos el problema de la inmigración actual en Europa?

R.- Yo he escrito un libro sobre ciencia, y la gente puede leerlo y sacar sus propias conclusiones. Personalmente no quiero sacar conclusiones que tengan que ver con el debate moderno o la política actual.



La clave de nuestra supervivencia como especie ha sido la creatividad, el arte, la música y los relatos


P.- Otro tema que aborda es el valor del estudio de las mutaciones. Por ejemplo, asegura que un punto clave del éxito de nuestra especie es la creatividad.

R.- Sabemos por los descubrimientos arqueológicos que, desde una fase muy temprana, unos 30 o 40 mil años ya teníamos arte, un arte figurativo como en el de Altamira o Lascaux. Por el contrario, los neandertales no tenían arte figurativo. Teníamos música hace 40 mil años, como demuestran las flautas de hueso y marfil encontradas en Alemania. Los neandertales tampoco tenían. Y estoy seguro de que contábamos historias, algo casi imposible de demostrar. Así que teníamos creatividad, mucha más de la que tuvieron los neandertales. Y estoy convencida de que esa es una de las razones por las que estamos hoy aquí. Ellos desaparecieron y nosotros sobrevivimos. No es casualidad.



P.- Sin embargo, también advierte de una cara b, de una consecuencia negativa de la creatividad.

R.- En efecto, la genética moderna ha demostrado que existe un lado oscuro de esta ventaja de nuestra especie. Muchos genetistas sostienen que en la misma herencia que contiene la creatividad también viajan los trastornos sicóticos y depresivos y las enfermedades mentales como la esquizofrenia. Resulta que la creatividad es algo familiar, hereditario, y en esas mismas familias donde hay muchos miembros con grandes dotes artísticas o musicales, se dan estos problemas. Los que sufren estas enfermedades podrían aliviarse pensando que ese es el precio a pagar por la existencia de la creatividad que a su vez es causa de la existencia de la humanidad hoy en día.



P.- Defiende el interés de los particulares en la genética, pero esto plantea ciertos problemas éticos, como que la gente no esté de acuerdo con lo que el ADN muestra sobre su pasado.

R.- Hay muchos ejemplos de esto, sí, pero creo que es un gran beneficio para cualquiera la capacidad de conocimiento que ofrece el ADN. Porque cuando trabajas con la historia y la arqueología existen tan pocas evidencias materiales que es muy fácil crear y construir grandes teorías y meter dentro de ellas un montón de prejuicios y de intereses políticos, como el nacionalismo. Pero si trabajas en el camino de las ciencias naturales y te adhieres a lo que muestran las pruebas reales, hay mucho menos espacio para la ideología y los prejuicios. Si la arqueología y la historia están enriquecidas por la tecnología genética, la genealogía privada es también un gran paso adelante, porque hace que todo sea mucho más riguroso y que la gente caiga en menos equívocos y llegue mejor a la verdad.



P.- En su libro cita el polémico caso del divulgador científico Nicholas Wade, que defiende la influencia de los genes en el comportamiento y la existencia de razas, ¿hasta qué punto los prejuicios tienen influencia incluso entre los expertos?

R.- Él era un reputado periodista científico, pero escribió un libro (Una herencia incómoda) que dejó en shock a muchos científicos profesionales de ámbito internacional por sus interpretaciones sobre la ciencia del ADN. Así que le escribieron una carta abierta que les distanciaba de estos postulados. Wade afirma un montón de cosas sobre la relación de los genes con la educación y la criminalidad que cientos de los mayores científicos del mundo condenaron, porque la ciencia no demuestra nada de esto. En los Estados Unidos existe el concepto de raza incluso en el ámbito científico, algo impensable en Europa. Eres hispano, y lo tienes que poner en tu pasaporte, como si fuera una marca. Esto ya estaba pasado de moda en la ciencia en los años 20, en Europa tenemos algo más de educación respecto a este tema.



En el ámbito científico el concepto de raza lleva muerto desde los años 30, si eres un científico serio

P.- De hecho cierra el libro recordando el daño que hicieron en Europa durante el siglo XX todas estas teorías raciales auspiciadas por regímenes como el de Hitler o Stalin, ¿son ya visiones desterradas?

R.- No me gusta hablar sobre política, pero en la ciencia profesional el concepto de raza está absolutamente muerto y lleva muerto desde los años 30, si eres un científico serio. Pero entre la población sí hay todavía mucha confusión y conceptos erróneos asociados a la ideología. Profundizando en la visión que ofrece la ciencia es como se pueden eliminar estos prejuicios absurdos. Siempre habrá un grupo de gente al que no le gusten los hechos y dará igual la cantidad de pruebas que les muestres, porque ellos ya tendrán su idea hecha. Pero también existe un grupo mucho más amplio que es capaz de absorber los hechos, y ese es el público de mis libros.



P.- Entonces, la conclusión evidente, es que si al final los seres humanos somos una mezcla de oleadas migratorias, ¿no debería ser un mensaje, desde la ciencia hasta la gente, de integración, muy necesario en la Europa y en el mundo de hoy?

R.- No es mi intención lanzar mensajes, sino exponer hecho, pero es cierto que un lector inteligente puede extraer este mensaje final del libro. Yo soy una mezcla, tú eres una mezcla, todos somos una mezcla, ese es el mensaje clave. Lo que trato de explicar en este libro es cómo se produce esta mezcla, qué aspecto tiene y cuáles son los ingredientes. Y las 500 páginas hablan sobre qué forma toma hoy esta mezcla.



P.- Ha continuado por esta senda de investigación con otros proyectos, ¿en qué está embarcada actualmente?

R.- Esto todavía es un secreto, pero desde que he publicado este libro me ha contactado uno de los mejores lingüistas del mundo sobre la época temprana del idioma indoeuropeo, y hemos solicitado unos 5 millones de euros de ayudas europeas para trabajar juntos durante un periodo de diez años en un proyecto para estudiar y relatar cómo se extendió el idioma indoeuropeo por el continente. Yo haría la parte divulgativa y ellos la científica, claro, y me parece un proyecto ilusionante.