Editar en los tiempos del cólera (digital)
De izquierda a derecha: Iolanda Batallé (Foto: Noemí Elías), Elena Ramírez (Foto: Marc Arias) y Carmen Oliart (Foto: Archivo)
La Feria del Libro de Madrid los juntará a todos: editores grandes y pequeños, veteranos y noveles, de literatura, de best sellers y hasta de youtubers con fortuna. El Cultural testa esta pluralidad citando a tres editoras muy distintas entre sí: Elena Ramírez (17 años en Seix Barral), Iolanda Batallé (fundadora de :Rata_) y Carmen Oliart, de Sabina.
Carmen Oliart (Madrid, 1963) es un ejemplo de editora independiente, y de las pequeñas. Dirige Sabina, un sello que ella califica de "artesanal". Está dedicado sobre todo a la poesía, pero sin demasiadas ganas de constreñir su ambición: Emily Dickinson, María Zambrano o Clarice Lispector están ya en su catálogo. Ella ve una diferencia fundamental entre su desempeño y el de un editor de grupo: los editores independientes, dice, pueden de verdad seguir su criterio". Iolanda Batallé (Barcelona, 1971) dirige desde hace apenas seis meses la editorial :Rata_ Books, que también opera bajo el paraguas de un grupo (Grup Enciclopèdia Catalana). Ella cree, como Ramírez, que la independencia es una actitud: "Hay editores que son independientes trabajen donde trabajen".
Las tres son optimistas sobre la situación del mercado editorial, cuya crisis venimos despidiendo -pero sin despedirla del todo- desde hace al menos tres años. "El mercado está estable desde hace un tiempo", dice Ramírez. "Comenzó a polarizarse muchísimo cuando empezó la crisis. Había apenas uno o dos títulos de mucha venta y un largo vacío detrás; la famosa desaparición de la clase media". Seix Barral, afirma, ha vuelto a ver cómo ciertos libros superan los 100.000 ejemplares vendidos. También Oliart es optimista. Recuerda ahora a aquellos que daban por finiquitado el libro, o al menos la edición tradicional, por culpa de una aleación de nuevos hábitos de ocio y el uso cada vez más extendido de las tecnologías. "Los peores vaticinios por suerte no se han cumplido", asegura.
Pregunta.- ¿Qué le recomendarían a un joven que quisiera convertirse en editor? ¿Qué errores no debería cometer?
Elena Ramírez.- No debería perder de vista que este oficio tiene mucho de artesanía, y que el eje en torno al que pivota es el contenido, el texto y su cuidado. Parece una obviedad pero no lo es. Y una vez asentado le aconsejaría recordar que el glamuroso oficio de editor sólo puede mantener ese idealizado encanto si es rentable. El editor ha de equilibrar en esa balanza su entusiasmo y su realismo.
Iolanda Batallé.- Yo le aconsejaría que empezase trabajando con un editor al que admire. El peor error es no leer, no volver a leer, no leer por tercera, cuarta, décima vez.
Carmen Oliart.- Solo llevo tres años como editora, no sé si soy la persona más indicada para dar consejos. Pero creo que lo importante es tener una idea clara de lo que se quiere publicar.
P.- ¿Qué sentido tiene hoy, con tantos sellos como hay y surgen, seguir editando libros?Yo recomendaría a los jóvenes que no olviden que este oficio sólo puede mentener su encanto si es rentable", Elena Ramírez
I. B.- Se publica mucho, claro, ahora, en los años 70 y en el siglo XVIII. Siempre han existido muchos más libros que la capacidad humana para leerlos. Y eso es fascinante. Leer siempre va a ser escoger uno en vez de muchos otros. Cuando nos enamoramos ¿sentimos que hay demasiada gente en el mundo? ¿Qué más da eso? ¿Qué más da que se edite mucho? Lo que realmente importa es que tú, lector, encuentres ese libro que te va a unir a alguien, a un autor, a unos personajes. Claro que hay muchas flores en el mundo, pero ¿eso le quita un ápice de belleza a esta flor que te regalo?
E. R.- En un mercado saturado tiene aún más sentido el papel del editor exigente. Hay que ser mucho más selectivos, cuidar más la calidad del libro en sí, trabajar mucho más el posicionamiento del libro para que sea coherente y custodiar muchísimo más cada lanzamiento. Ser más selectivos, más creativos, más eficaces, más prescriptivos.
C.O.- Que haya cada vez más sellos es lo que aporta tanta vitalidad al mercado editorial. La diversidad no existiría sin las editoriales pequeñas, y éstas pueden funcionar precisamente porque atienden a una demanda que está ahí. Nos dirigimos a un público que tiene interés y curiosidad por descubrir lo que no encuentra en el mercado generalista.
P.- ¿En el mercado de las grandes editoriales?
C. O.- Yo no critico a las grandes editoriales. Editar libros es una invitación a descubrir otros mundos; nos ofrece una visión más amplia de la realidad y fomenta la capacidad de crítica. Es nuestra manera de contribuir a que nuestro mundo sea más rico y más plural.
P.- ¿Qué criterios siguen para elegir publicar un libro? ¿De verdad en su caso, el de las independientes, no tiene peso el criterio comercial?
C. O.- El gusto personal tiene mucho más peso que el criterio comercial, sí, aunque lo tenemos en cuenta. Pero para decidir publicar un libro yo tengo que poder transmitir el entusiasmo que me hace sentir.
E. R.- En Seix Barral también es muy difícil que contratemos un libro que no nos haya gustado, por una razón o otra. El editor tiene muchos intermediarios entre él y el lector. Estoy de acuerdo en que si no puedes transmitir ese entusiasmo estás perdido. El catálogo, por otra parte, ha de estar equilibrado y eso determina a veces decisiones de contratación.
I. B.- Nunca tengo claros los criterios que sigo. Incluso al final del proceso, no sería capaz de decir en qué fases pesó más la intuición y en cuáles la experiencia. Al final, todo termina equilibrándose y un título, una portada o un tipo de promoción, acaban siendo la suma de decisiones más o menos racionales. Pero en cada libro es diferente.
P.- ¿Es verdad que hoy se escribe más que nunca? ¿Cuántos manuscritos llegan a sus editoriales y cuántos son evaluados?
E. R.- No sé si se escribe más que nunca, pero el envío por e-mail y redes sociales hace que lo parezca. Llegan unos 75 al mes. Lamentablemente muchos son de gente que no se toma la molestia de mirar siquiera dónde los manda, y en dos minutos se ve que son cosas que no nos encajan. El resto se criban. Esto en cuanto a manuscritos en castellano, lo que llamamos "espontáneos". En otros idiomas hablamos de unos 100 mensuales, o más.
I. B.- A nosotros nos llegan bastantes, y creo que todos los textos, todos, merecen respeto, atención y cariño. Una nunca sabe la alquimia que hay en unas páginas. Puedes leer 200 páginas áridas y que las últimas cinco den un vuelco total al libro.
C. O.- Estoy de acuerdo con esa idea: más que escribir mucho, hoy es más fácil hacer visible lo que se escribe.
E. R.- Nosotros siempre tenemos un ojo atento a un artículo, una forma de expresar un concepto, una persona que comunica bien o una recomendación. No son mayoría los casos, pero es una alerta constante por parte de los editores.
I. B.- Últimamente estoy perfeccionando un sistema para descubrir autores que no os explicaré, claro... Siempre he tenido la sensación de que hay libros que te cazan a ti, que están ahí esperando a que pases para saltarte encima y apoderarse de ti. Me gusta pensar que los libros me cazan a mí, no yo a ellos. Estoy ahí para ser la víctima de los libros, para que jueguen conmigo, no al revés.
C. O.- Para mí también siguen contando las recomendaciones personales, pero es verdad que sigo una serie de webs y blogs y que algunas de las obras que hemos publicado me han llegado por Internet.
La edición sin editores
P.- ¿Qué opinan del fenómeno de la autoedición?E. R.- Creo que es una posible tentación para un tipo de autor, pero limita tanto el potencial de un texto -frente a uno bien trabajado entre autor y editor- como la capacidad de llegar al gran público. Es importante decir que las posibilidades de difusión, promoción y distribución que ofrece una editorial no tienen comparación.
I. B.- La autoedición es interesante, arriesgada y algo triste. El editor y el autor viven algo juntos. Es una pena que algo que puedes hacer con alguien más, termines haciéndolo solo. Pero hay autores que intentan serlo sin editores, como hay editores que intentan prescindir de los autores.
P.- Editores, escritores, crítica, prensa cultural: ¿qué importancia tiene cada uno de estos agentes en la conformación del tejido cultural?
E. R.- ¡Y lectores! No lo olvidemos. Ellos también conforman el tejido cultural con sus decisiones. Y los libreros. El librero sigue siendo un acicate, motor e impulsor del tejido cultural de sus respectivas comunidades. Y habría que añadir a los blogueros, también. Cada uno de estos agentes es importante en alguna medida, todos ellos son prescriptores en un mundo en el que la información es indiscriminada.
I. B.- Yo es que creo que nadie escribe, nadie lee y, por lo tanto, nadie edita para conformar ningún tejido cultural. El tejido cultural que se conforme con lo que sea. Yo edito para que un lector sienta el deseo irrefrenable de regalar a alguien un ejemplar de ese libro que acaba de leer. ¿Cómo se hace eso?
P.- Tras unos años en que se habló mucho del boom de la edición independiente, ¿se está notando una vuelta a la concentración editorial?Encuentro la autoedición interesante, arriesgada y algo triste. El autor y el editor viven algo juntos", Iolanda Batallé
E. R.- Bueno, supongo que la adquisición de editoriales es una forma de ganar cuota de mercado que de otra manera no logras alcanzar. Además sirve para complementar tu cuota con un modelo diferente.
I. B.- Aún están naciendo más editoriales de las que están siendo absorbidas. ¿Quienes se cansarán antes: unas de nacer u otras de absorber? Estoy convencida de que nunca dejarán de nacer.
C. O.- Yo también creo que son procesos paralelos. Los grandes grupos siguen comprando sellos o formando alianzas entre ellos, y al mismo tiempo continúan surgiendo editoriales independientes especializadas. Y surgen en distintas partes del país, como está sucediendo también con las librerías.
P.- En paralelo al libro digital, que no ha acabado de asentarse, ¿no ha surgido desde hace años una tendencia de ciertos sellos a editar más caro, mejor, a cuidar al lector bibliófilo?
I. B.- Cada vez que entro en una librería descubro con placer sellos aparentemente modestos que tienen una enorme vocación de calidad. Eso es la ambición.
E. R.- En Estados Unidos e Inglaterra el libro digital ha retrocedido por primer año de forma notable, y estoy segura de que entre los muchos motivos que hay trás este retroceso se encuentra el valor del libro en tanto que objeto precioso.
P.- En Seix Barral editan todo en digital. ¿No es rentable?
E. R.- Para nosotros la importancia que tiene es que facilita el acceso de los lectores al contenido. Su relevancia económica no es enorme, pero tampoco desdeñable.
P.- ¿Qué importancia tiene el e-book en :Rata_ y en Sabina?
I. B.- En :Rata ninguna. Me gusta el papel. No me gusta leer en pantalla. Es así de simple.
C. O.- Nosotras editamos sobre todo en papel, y muy poco en digital: una colección de biografías históricas para el público infantil-juvenil. Pero incluso ahí lo hacemos de las dos formas, en digital y en papel.
P.- Eventos como las ferias del libro, que ahora proliferan por toda España, ¿sirven de algo? ¿A quién benefician más, al escritor de best seller, al youtuber, a los editores independientes, al editor de fuera de Madrid, a los autores...?
E. R.- Las ferias sirven para dar un empujón en ventas y para facilitar el contacto puntual del autor con sus lectores. Esto sucede con el autor de best seller, el youtuber y el literario en diferente forma y medida. La reacción y pasión"fan" ha estado siempre ahí, pero hoy las redes sociales han actuado como un aglutinador transformando estas reacciones individuales en auténticas comunidades masivas, sobre todo en el caso de los jóvenes. Además, en la era del culto a la imagen en la cultura y la contracultura, la presencia física se ha transformado en un plus a la hora de consolidar o ampliar "seguidores", que en algunos casos son, además, fervientes lectores.
I. B.- Las ferias sacan los libros a la calle, acercan a lectores y autores, son una ocasión fantástica para que los editores veamos ese momento precioso en el que un libro y su lector coinciden.
C. O.- Estoy de acuerdo. Sirven para que el público tenga contacto con profesionales y autores. Sirven para que la gente curiosee, converse y compre libros. Para nosotros, las pequeñas editoriales, es una oportunidad para dar a conocer nuestro catálogo. Y para encontrarnos y dialogar entre colegas de la profesión.