Casada a la fuerza, madre a los 16 años, vendedora de coches, separada y ejemplo de mujer emancipada, figura clave del comunismo en el exilio, de la lucha por la libertad y la igualdad, pero sobre todo escritora. Estas son solo unas superficiales pinceladas de la agitada y rica vida de María Teresa León, una de las grandes mujeres del 27, verdadero icono de la generación de la República y testigo excepcional de las vicisitudes de su siglo en lo que se refiere a la historia, la literatura y la política. A la sombra de Rafael Alberti, su marido durante más de medio siglo, la escritora produjo una variada y destacada obra literaria que ha pasado desapercibida en su mayoría para el gran público e incluso para gran cantidad de entendidos. Vida y obra que se dan ahora la mano en el volumen biográfico Palabras contra el olvido (Fundación José Manuel Lara), Premio Internacional Domínguez Ortiz de Biografías 2017, donde el escritor José Luis Ferris ahonda en la figura de María Teresa León para "reivindicar su excepcional trayectoria y su calidad literaria, y para conseguir que se vuelvan a editar sus obras nuevamente y evitar que se convierta en un personaje anecdótico".
"Estaba cansado de que todas estas figuras femeninas se conviertan cada dos por tres en moda, en anécdota o en un documental de la 2". En este sentido, Ferris, que además de elaborar la biografía canónica del poeta Miguel Hernández ha escrito las de otras dos mujeres de entonces como Maruja Mallo y Carmen Conde; se ha referido a "esa generación prodigiosa de mujeres de la República, que ocuparon un papel en la España que pudo ser, las María Zambrano, las Zenobia Camprubí o las Maruja Mallo, que en muchos casos sufrieron un cierto desprecio, no solo por parte del machismo social secular, sino también por parte incluso de sus propios compañeros". En el ámbito cotidiano, María Teresa León, como otras mujeres-esposas de artistas y escritores de aquella época, tuvo que compaginar la creación literaria, el compromiso político y otras tareas intelectuales, sociales o ideológicas, con la maternidad y la administración familiar. Si a ello unimos una experiencia tan corrosiva e implacable como el exilio, el resultado es una autora sepultada aún más por el olvido, un olvido inmerecido y mezquino. "Ella misma dio un paso atrás para que Alberti brillara, sigue siempre escribiendo, pero se calla para que Alberti no se deprima. Durante su vida se publican cosas pero muy marginales".
En cualquier caso, Ferris destaca que esta no es una biografía contra Alberti, pero asegura que "sin él, la escritora hubiera tenido el mismo reconocimiento que María Zambrano o Rosa Chacel. Es la gran prosista de su generación, el equivalente a Chacel en poesía o a Zambrano en filosofía. Hubiera sido una escritora con mucha potencia". Evitando polémicas, Ferris sí se pronuncia sobre un aspecto de su vida con el poeta del 27, el abandono al que sometió a su mujer tras el exilio. "Sus propios amigos no le perdonaron como la trató y que solo la fuera a ver una vez en los 11 años tras el exilio. Cobardía, que el propio poeta reconocía vagamente, diciendo prefería recordarla como en los buenos tiempos".
Pero su relación con el poeta no debe ocultar a ojos de Ferris la contribución de una de las escritoras más deslumbrantes de la generación del 27. Autora de relatos, novelas, biografías, ensayos, piezas teatrales, guiones y artículos de prensa, María Teresa León encarnó el ideal de la "nueva mujer". "María Teresa fue demasiado guapa, lo que condicionó muchísimo su apreciación literaria. "No puede ser tan buena escritora siendo tan guapa", decían Jorge Guillén o Pedro Salinas. Además, ser sobrina de Menéndez Pidal no ayudaba mucho. Pero sí le reconocieron su talento personas como Rosa Chacel, con quien coincidió en los 30 en Berlín y que aseguraba que sus prejuicios basados en los comentarios del mundillo literario se habían evaporado al leer los textos y ver la diligencia de León, que escribía todos los días", asegura el escritor.
Sin embargo, la realidad es que "la calidad de su obra puede rivalizar con cualquier escritor del 27. Sin pretenderlo es una literatura moral, y por eso duele el doble su desconocimiento", afirma el biógrafo. "León dejó en su obra, de acusado carácter autobiográfico, numerosas pistas de un itinerario marcado por el amor y el desamor, el combate y el destierro, el compromiso y la soledad, el ruido y el silencio, la guerra y la pasión por la vida. Dentro de su producción narrativa, contada de modo personal e intimista, está el inconsciente propósito de que su voz sea la voz de todos, de toda esa generación de derrotados", defiende Ferris.
Profundo conocedor de la época, Ferris traza en estas páginas la apasionada semblanza de una mujer extraordinaria que, pese a haberse definido a sí misma como "la cola del cometa", no puede ser reducida a un papel secundario. "Tanto su trayectoria como sus libros hablan de una brillante femme de lettres que luchó por la libertad en todos los órdenes y cuya fascinante peripecia, asumida como parte de la epopeya colectiva de su generación, refleja una aventura íntima, social, política, moral y literaria que exige ser rescatada del olvido", reitera el escritor.