Isabel Allende
La escritora publica Más allá del invierno (Plaza & Janés), una novela donde explora la realidad de la emigración, la identidad de la América de hoy y la esperanza en el amor y las segundas oportunidades.
Residente en San Francisco desde 1988, Allende presenta en la novela la geografía humana de unos personajes que considera propios de la América de hoy: Lucía Maraz, una chilena madura, vital y optimista que se inspira en "la historia de algunas amigas suyas que vivieron el golpe militar en Chile y la represión posterior"; Richard Bowmuster, un profesor universitario de origen judío torturado por su trágico pasado; y Evelyn Ortega una joven guatemalteca, que ha llegado de manera ilegal a los Estados Unidos en busca de su madre. "Todos ellos están desarraigados de los suyos y pasan juntos el invierno", ha apuntado. "Entre los tres surge una bonita relación de amistad y solidaridad, tras encontrarse en una situación crítica y tener que tomar decisiones arriesgadas".
El invierno al que hace referencia la escritora tiene su cara política en la situación actual que viven los Estados Unidos. "Estamos viviendo a Trump, que es lo peor que le puede pasar a un país, es una especie de invierno político. En Estados Unidos lo peor de la sociedad americana está emergiendo con Trump. Grupos que siempre están ahí en cualquier sociedad, pero que en ciertos momentos puntuales encuentran esa vía para manifestarse más claramente", opina la escritora. "El racismo, la misoginia, la xenofobia o el integrismo religioso están saliendo a flote y tienen espacio en una sociedad que últimamente hasta los defiende en voz alta. Aunque igual que de un lado, también hay gente, mucha más por suerte, del otro. Hay una reacción mala hoy, pero cambiará, tengo esperanza y optimismo porque los malos son los menos". Preguntada sobre si debería leer esta novela y otras para concienciarse, la escritora ha dicho que "sinceramente creo que Trump no sabe leer".
Otro tema clave de Más allá del invierno es el de los refugiados, latente en Estados Unidos al igual que en toda América. "La novela tiene una carga política inevitable por el personaje de Evelyn. En Estados Unidos y en Europa el tema de la inmigración y los refugiados se considera un problema político más que una crisis humanitaria. Se han perdido de vista las razones por las cuales este fenómeno existe. Nadie deja su familia, su hogar, su país, su lengua y sus costumbres por gusto, lo hace por escapar de guerra, crimen y miseria. Yo también fui exiliada y no lo dejé todo por gusto", recuerda la escritora que huyó de Chile durante la dictadura de Pinochet. "Es fácil para quienes no han vivido esa trágica experiencia convertir a los refugiados en chivos expiatorios y rechazarlos. Pero la emigración no se resuelve con un muro, sólo se puede solucionar en los países de origen, mejorando su nivel de vida", ha defendido.
Esta situación llevó a Allende a valorar seriamente la posibilidad de abandonar los Estados Unidos. "Pensé en irme del país, pero me enamoré de otro americano, ya ves que desgracia" ha bromeado la escritora, que no escatima en detalles a la hora de hablar de su reciente novio. Vuelve a ponerse seria al ser preguntada por el ambiente social de su país adoptivo. La escritora afirma que el miedo de la comunidad latina se nota en la vida cotidiana. "Existen las llamadas ciudades santuario, como San Francisco, que pretende respetar a los latinos, pero la sensación de miedo es muy fuerte. La gente ya no sale de noche, teme reunirse, ir al hospital y sobre todo recela de la impunidad de la policía, especialmente en la frontera, que normalmente puede hacer lo que quiera", explica la escritora. "La fractura social ya existía antes de Trump, que simplemente es una manifestación de un fenómeno muy arraigado. Es posible que se acabe llegando a un extremo y haya que dar vuelta atrás".
Pero no ha sido únicamente Estados Unidos el blanco de los comentarios de la escritora, también ha tenido frases para los dos países que conforman su geografía sentimental, Chile y Venezuela. Sobre Chile ha valorado el repunte del racismo en el país, "en Chile decíamos que no éramos racistas, que lo que había era un problema de clases, pero ahora que hay un montón de inmigrantes sí que se nota lo que siempre fuimos". También se ha referido a la situación política en Venezuela, país que la acogió en 1975 cuando se exilió desde el entonces "sombrío" Chile y en el que comenzó a escribir: "me da mucha pena lo que pasa ahora allí, muchos de los amigos que me acogieron han tenido que irse ellos ahora, algunos a Chile. Es una situación muy dura, pero los gobiernos pasan, y los países y la gente queda", ha asegurado.
Al hablar de Venezuela, Allende ha recordado sus inicios como escritora, y lo definitivo que fue el exilio para ello. "Si hubiera permanecido en Chile habría seguido siendo periodista y no habría sentido la necesidad de escribir". Fue el encontrarse "muy lejos de su casa y de su gente lo que activo en mí el recuerdo y la necesidad de escribir. En realidad la literatura, escribir La casa de los espíritus (1982) fue un ejercicio de nostalgia, pues estaba perdiendo la memoria del pasado", ha concluido.