Publicamos tres poemas inéditos del reciente Premio Princesa de Asturias de las Letras Adam Zagajewski. Los dos primeros pertenecen a su libro Asimetría, ya aparecido en Polonia y de próxima publicación en España, en la editorial Acantilado con traducción de Xavier Farré. El último, ha sido distribuido en España en ediciones no venales de la Fundación BBVA y la Residencia de Estudiantes con motivo de la reciente visita a España del escritor.
Nuestras ciudades del norte
Nuestras ciudades del norte dormitan en las llanuras
Sus muros, unos muros gruesos, lo saben todo de nosotros
Son prisiones, en general bastante bondadosas
Avanzamos por debajo de sólidos techos
El viento farfulla en las ramas desnudas de los árboles
Nuestras casas. Nuestras ciudades del norte,
sus pesados relojes que penden de las torres
como las calabazas en los huertos otoñales
Nuestros hospitales en lúgubres edificios, nuestros juicios,
sombrías oficinas de correos de ladrillo rojo
y los bomberos con cascos plateados
Nuestras calles mudas que siguen esperando
Nuestras ciudades del norte son introvertidas
Nos parecen imponentes, indestructibles
aunque en realidad son bastante tímidas
Nacimos en ellas y morimos
Nos gustan los paisajes agostados del sur,
el mar de un azul intenso con las marcas
de las cintas blancas de las olas, las rocas marrones,
el tamarisco y la higuera con el olor de sus dulces frutos,
pero nos han encadenado a las ciudades del norte
y no las podemos traicionar,
no nos está permitido abandonar
nuestras oscuras ciudades, sus largos inviernos,
la ropa sucia de la nieve al fundirse,
la vergüenza, la tristeza, el cansancio
Tenemos que hablar en nombre de ellas
tenemos que velar, que clamar
Maleta
Cracovia nublada por la mañana, las colinas humeaban.
En Munich llovía, los Alpes, invisibles
y pesados, descansaban en los valles como piedras.
Hasta Atenas no vimos el sol que
provocó que el aire, todo el aire,
toda una inmensa flota de aire
se transformara en oro tembloroso.
Como dicen los escritores religiosos: de repente
me convertí en otra persona.
Soy tan sólo un turista en el mundo visible,
una de entre esas miles de sombras que
deambulan por las salas inmensas de los aeropuertos-
y detrás de mí como un perro fiel con sus pequeñas ruedas
tengo a mi maleta verde.
Soy tan sólo un turista distraído,
pero amo la luz.
Santiago de Compostela
Una fina llovizna, como si el Atlántico
hiciera examen de conciencia
Noviembre ya ha dejado de fingir
La lluvia ha apagado las hogueras y las chispas
Santiago es la capital secreta de España
De día y de noche patrullas van hacia ella
Por las calles deambulan los peregrinos, cansados
o muy vivaces, como cualquier turista
junto a la catedral vi a una mujer
que se había reclinado en su mochila y lloraba
La peregrinación había acabado
Adónde iba a ir ella ahora
La catedral son sólo piedras
Las piedras no conocen el movimiento
Se aproxima la noche
y el invierno