Robert Gerwarth

El profesor de Historia Europea Robert Gerwarth publica Los vencidos (Galaxia Gutenberg), una profunda reflexión sobre el verdadero legado de la Primera Guerra Mundial, que en realidad, no terminó en 1918.

El 11 de noviembre de 1918 terminaba, con la rendición del Imperio alemán, la guerra más sangrienta que había experimentado hasta entonces la humanidad. Cuatro años de conflicto que llevaron a Europa hasta el límite y provocaron el derrumbe de estados imperiales seculares y la destrucción de todo un mundo, de todo un sistema de valores presente desde Westfalia que había sobrevivido a la Revolución Francesa y a las revoluciones del siglo XIX. Pero esta fecha es únicamente celebrada por los Aliados occidentales, porque para gran parte del resto de Europa es un día carente de significado, ya que la guerra se prolongó en una interminable serie de terribles conflictos que fue afectando a un país tras otro. De toda esta serie de contiendas, que se extendieron por Rusia, Alemania, Bulgaria, Hungría, Polonia, Austria, Yugoslavia, Italia..., se ocupa el profesor de Historia Europea Robert Gerwarth (Berlín, 1976) en Los vencidos (Galaxia Gutenberg), una reflexión sobre el verdadero legado de la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias, que llegan hasta hoy. "Entre 1917 y 1923, más de cuatro millones de personas (más que las bajas combinadas de guerra de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos) mueren como resultado de guerras y guerras civiles. Sin embargo, nosotros, en Occidente asumimos que la paz llegó repentinamente", asegura Gerwarth. El autor recorre la suerte de los incipientes estados-nación cuya lógica de exclusividad étnica y luchas de poder provocaron la proliferación de revoluciones, pogromos, expulsiones masivas y nuevos conflictos a gran escala protagonizados por civiles y grupos paramilitares, lo que creó un inmejorable caldo de cultivo para la escalada de violencia que culminaría con la Segunda Guerra Mundial.



Pregunta.- Afirma que la periodización convencional que hacemos de la Gran Guerra es insuficiente, que hubo conflictos previos y que después se produjo en el Este y el Centro de Europa una continuación y metamorfosis de la violencia, ¿por qué no se percibe así en Occidente?

Respuesta.- Nuestra comprensión de la Primera Guerra Mundial ha estado dominada durante mucho tiempo por una perspectiva muy occidental, especialmente la de Gran Bretaña y Francia, ignorando que se trataba de una guerra verdaderamente global con frentes en Occidente, pero también en Europa oriental y Oriente Medio. Las fechas 1914-1918 que asociamos con esa guerra sólo tienen sentido para estos dos países. Italia (que perdió más soldados en esa guerra que Gran Bretaña) entró en el conflicto en 1915. Estados Unidos, cuya entrada fue decisiva para el resultado, sólo declaró la guerra a Alemania en 1917, año en que la revolución bolchevique sacó a Rusia de la lucha. En Austria y Alemania también continuaron varios años los conflictos, mientras que para los Balcanes y el Imperio Otomano, la Gran Guerra ya comenzó con las Guerras Balcánicas de 1912-13, y nunca terminó realmente en Europa oriental, central y sudoriental hasta el Tratado de Lausana de 1923.



P.- Plantea esta serie de casi 30 conflictos como un solo estallido de violencia global que se fue sistematizando, ¿por qué la violencia se adueñó de los incipientes Estados de Europa central y oriental?

R.- La Gran Guerra creó los espacios para que surgieran nuevas formas de violencia, destruyendo los vastos imperios de los Habsburgo, los Hohenzollern y la Casa de Osmán que habían dominado Europa durante siglos. Su implosión en 1918 dejó grandes extensiones de tierra donde no existía el monopolio estatal de la violencia, mientras que varios grupos nacionalistas, comunistas y campesinos luchaban entre sí por el control de los estados emergentes de Europa Central y Oriental. En estos conflictos de "posguerra" la violencia era diferente a la de la Gran Guerra en el sentido de que los civiles eran repentinamente vistos como objetivos legítimos al ser conflictos existenciales. Creo que una de las cosas más notables del final oficial de la Gran Guerra es que el 11 de noviembre de 1918, la guerra en Occidente se suspende y millones de hombres dejan de dispararse y se van a casa. Eso era simplemente imposible dos años más tarde en la Guerra Civil de Rusia, donde la destrucción absoluta de una clase (o de otras minorías étnicas) se convirtió en el objetivo clave.



En los conflictos de posguerra, al ser existenciales, la violencia se hizo extensiva a los civiles"

P.-¿Qué características y qué repercusión tuvo esta violencia de posguerra en los posteriores ciclos de violencia del siglo XX?

R.- Primero, la nueva lógica de la violencia que acabo de mencionar. No es una coincidencia que las ideologías radicales como el bolchevismo o el fascismo surjan triunfantes en este período. Su lógica totalizadora de la violencia, dirigida contra los civiles juega un papel brutal en las varias guerras y guerras civiles que encontramos en Europa entre 1936 (Guerra Civil española) y 1950 (Guerra Civil griega). En segundo lugar, los nuevos regímenes que emergen tras la Primera Guerra Mundial están obsesionados con crear estados étnica y religiosamente homogéneos, algo muy fácil de suscribir sobre el papel pero muy difícil cumplir en la realidad de estos estados multiétnicos.



Diplomáticos de varios países durante la Conferencia de Paz de París de 1919

P.- Los tratados de paz se han llevado una gran culpa de los hechos posteriores, pero independientemente del resultado de la guerra, ¿no era ya tiempo del derrumbe, aun siendo impensable entonces, de los viejos imperios europeos?

R.- Nos hemos acostumbrado a esa idea, pero gran parte de la literatura histórica más reciente sugiere que se trata de propaganda de guerra o de posguerra más que de un reflejo de la situación. En 1914, la mayoría de los imperios continentales parecían bastante estables, incluso los más autocráticos como la Rusia zarista. Un puñado de nacionalistas de Europa central y oriental demandaba derechos de autonomía, antes que independencia nacional, antes de 1914, pero eran una minoría. Estos imperios multinacionales, notablemente Austria-Hungría, eran todo menos perfectos, pero la monarquía de los Habsburgo era sin duda mucho mejor para lidiar con las diferencias étnicas y asegurar los derechos de sus ciudadanos que cualquiera de los estados de la posguerra. Incluso para el Imperio Otomano, los historiadores han comenzado a destacar que hasta el estallido de las guerras de los Balcanes en 1912, todavía había un gran potencial en la idea de otomanismo.



En 1914 la mayoría de los imperios continentales parecían estables, incluso los más autocráticos como la Rusia zarista"


Dicho esto, tampoco culparía a la Conferencia de Paz de París por todos los males de las siguientes décadas. Los Tratados de Paz de París fueron en parte el resultado de los compromisos entre los intereses muy diferentes de los principales vencedores, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, y muchas decisiones ya habían sido tomadas sobre el terreno antes de la Conferencia de Paz convocada en enero de 1919. Los nacionalistas de Europa central y oriental ya habían declarado nuevos estados independientes en los escombros de los imperios pasados, mientras que los comunistas intentaban tomar el poder en varios países; y los aliados occidentales tenían poco o ningún control sobre estos acontecimientos.



P.- Dado el peso económico y político de los Estados Unidos, reflejado en los 14 puntos, ¿podrían Washington y la Sociedad de Naciones haber hecho más por evitar la Segunda Guerra Mundial, aplicando, por ejemplo, los mecanismos que aplicaron tras ésta?

R.- Los Estados Unidos y particularmente el presidente Woodrow Wilson desempeñaron un papel muy importante en levantar expectativas sobre el nuevo orden mundial nacido en París. La Sociedad de Naciones fue su idea original. Pero cuando Wilson volvió a los Estados Unidos después de la Conferencia de Paz, el estado de ánimo general en su país era contrario al intervencionismo y el Senado nunca ratificó el Tratado de Versalles. Esto dejó a Gran Bretaña y Francia como las principales partes interesadas en mantener el sistema internacional creado en 1919, lo que unido a la falta de interés de Estados Unidos por verse envuelta en otra guerra europea, creó los espacios para que los estados revisionistas fuertes como la Italia fascista, la Alemania nazi o el Japón imperial, pudieran socavar el orden internacional creado en París.



El Crac del 29 provocó la radicalizacón de las posturas políticas y permitió a partidos como el nazi llegar al poder

P.-¿Cómo habría evolucionado Europa en los años 30 sin el Crac del 29?

R.- Es difícil de decir, pero está claro que la Gran Depresión empujó a los votantes de toda Europa hacia los extremos de izquierda y derecha. La democracia fue vista como una forma de gobierno que no podía hacer frente a los problemas más apremiantes de la época, mientras que los movimientos autoritarios prometían nuevos órdenes que sanarían las grietas internas de las sociedades. La importancia del impacto de la Gran Depresión puede ser ilustrada por el caso de Alemania: antes del Crac de Wall Street Hitler era el líder de un pequeño grupo de radicales descontentos. Nadie habría predicho en este momento que jugaría un papel en la política alemana. Poco más de tres años después, impulsado por el desempleo masivo y una radicalización del electorado, fue canciller alemán. Sin el crac, el futuro podría haber sido mucho más brillante, ya que había muchos indicios en los años 20 de un nuevo espíritu de reconciliación internacional, especialmente entre Alemania y Francia y las economías de Europa se volvieron algo más estables. Todo esto se invirtió después de 1929.



Los conflictos actuales en Ucrania y Orinete Medio derivan de cuestiones nunca resueltas de la IGM"

P.- Todavía hoy sentimos los efectos de la ineficaz conclusión de la Primera Guerra Mundial, en la actualidad hay conflictos que llevan latentes desde entonces (Oriente Próximo, los Balcanes, Ucrania…), ¿es posible dar marcha atrás? ¿Cuál es la solución?

R.- Europa y el mundo en general han superado la Segunda Guerra Mundial, pero todavía estamos tratando de arreglar algunas de las cuestiones planteadas pero nunca resueltas por la Primera Guerra Mundial. Esto es particularmente visible en Ucrania y Oriente Medio. Los debates políticos en Kiev se refieren siempre al breve momento de la primera independencia de Ucrania de Rusia en 1918 como el punto de partida histórico de un conflicto que todavía continúa hoy entre las "ambiciones imperiales" de Putin y la determinación de mantener una Ucrania independiente. Mientras tanto, en Oriente Medio se sufren los conflictos generados por las fronteras artificiales creadas en París en 1919 que diferentes movimientos tratan de deshacer. El Estado Islámico afirma que su principal objetivo es romper el acuerdo Sykes-Picot de 1916, que trazó la división del Oriente Medio otomano entre las potencias, y restablecerdel califato que fue abolido entonces. Quisiera tener una solución, pero no veo cómo estos conflictos seculares, que estuvieron algo congelados por la Guerra Fría antes de recuperar una nueva urgencia desde los 90, pueden resolverse fácilmente.



Los escritores austro-húngaros Stefan Zweig y Joseph Roth plasmaron un mundo multicultural extinto tras la Primera Guerra Mundial

P.- El fin de la guerra y de los Imperios trajo la destrucción de un multiculturalismo secular, ¿se ha recuperado en esas regiones esa condición previa o ha triunfado el nacionalismo? ¿Existe todavía un cierto revisionismo en el Este que impide, entre otras cosas, el avance de la Unión Europea?

R.- En la época de entreguerras todavía pervivió un poco, pero la Segunda Guerra Mundial terminó con el pluralismo en Europa central y oriental, principalmente a través de la ingeniería étnica nazi y los asesinatos en masa de minorías después de 1939, pero también a través del redibuje de fronteras en 1945. El mundo secular multiétnico de la coexistencia que vemos en grandes partes de esa región antes de 1914, poderosa y nostálgicamente descrito en los libros de autores judíos austro-húngaros como Stefan Zweig o Joseph Roth, desapareció y ha desaparecido hoy completamente. Pero algunos temas políticos como las fronteras y las tensiones interétnicas en los Balcanes permanecieron, explotando con mayor violencia en los conflictos de la ex-Yugoslavia en los años noventa. En otros lugares, el temor al imperialismo ruso sigue siendo fuerte, especialmente en los estados bálticos y Ucrania, los cuales se independizaron en 1918, pero vieron revocada su independencia repetidamente por la intervención rusa a lo largo del siglo XX. Así que lo más parecido al revisionismo al estilo de los años treinta es el intento de Putin de reinstaurar la influencia rusa sobre Europa del Este, que constituye una gran amenaza para la UE, dependiente de Estados Unidos a nivel militar.



La narración del "Nunca más" ya no es un argumento fuerte para la cooperación europea"


P.- Precisamente el multiculturalismo es una bandera de las sociedades occidentales de hoy, ¿por qué entonces se proscribió y se destruyeron las sociedades donde existía en mayor medida?

R.- El multiculturalismo que presenciamos hoy es muy diferente de lo que vimos en el período de entreguerras, en el que casi toda la migración se realizaba dentro de Europa. En la actualidad, sin embargo, existen grandes oleadas de migraciones desde fuera de Europa, lo que inevitablemente reestructurará el continente de una manera difícil de predecir. El multiculturalismo no fue lo que destruyó per se los imperios en 1918. La Gran Guerra creó pasiones nacionalistas que agudizaron las relaciones entre los grupos étnicos, pero vale la pena señalar que la destrucción de Austria-Hungría, por ejemplo, no fue una conclusión inevitable. Fue adoptada por los aliados occidentales como un objetivo de guerra solamente en 1918, cediendo a las presiones de los ruidosos expatriados checos, polacos o eslavos del sur.



P.- ¿Qué lecciones podemos extraer para el presente del fracaso del modelo de paz de entreguerras, de ese modelo de estado nacional étnico?

R.- Un Estado democráticamente legitimado o una entidad supranacional como la Unión Europea, necesitan la aceptación de sus ciudadanos, sin importar su origen étnico o religión. Hasta hace muy poco, la legitimidad histórica de la UE se derivaba de la narración "¡Nunca más!" nacida en 1945, cuando hubo un amplio consenso para que Europa nunca volviera a experimentar los horrores ocurridos en las dos guerras mundiales. Lamentablemente, a medida que pasan los años esta narración ya no es un argumento tan fuerte como solía ser para la cooperación e integración europeas. Algo muy triste, porque el proceso de integración europea ha traído a toda Europa una riqueza económica y una seguridad sin precedentes. El regreso al particularismo nacional, al chovinismo económico y a la exclusividad étnica que vemos en algunas partes de Europa en estos momentos, debería hacer reflexionar a cualquiera que sepa algo sobre la primera mitad del siglo XX.