Sonsoles Ónega

En su última novela, Después del amor (Planeta), la periodista y escritora teje la historia de una mujer, Carmen Trilla, que luchó por lo que quería en el contexto de la Segunda República.

Era 27 septiembre de 1933 cuando Carmen Trilla dejó a su marido en La Garriga. No pudo aguantar más la situación conyugal (entre otras cosas este la engañaba con su hermana) y, pese a conocer las consecuencias que esto le acarrearía, decidió volver a casa en tren para estar con sus tres hijos. En el vagón un hombre, Federico Escofet, quiso entablar conversación y al llegar a su parada prometió llevarla a escuchar silbar los árboles de Tremolencs. En un principio estas palabras quedaron en eso, tan solo palabras, pero la figura de Escofet perduró en la mente de Trilla. Y al revés. Y claro que volvieron a verse una y otra vez. Tirando del hilo de esta historia real entre estos dos personajes en el contexto de la Segunda República la periodista y escritora Sonsoles Ónega (Madrid, 1975) publica Después del amor (Planeta), novela con la que obtuvo el Premio Fernando Lara. Ahora, tras este parto literario, la escritora está de 'baja maternal' pero sin aparcar el dinamismo.



Aunque este contexto histórico-político de la novela no se puede obviar lo más profundo de la historia son los personajes que teje la escritora de Nosotras que lo quisimos todo. Unos personajes reales a los que coloca en situaciones verosímiles a partir de las crónicas de la época como el estreno de Amor brujo en el Liceo al que "asistió la burguesía catalana con sus mejores galas". En esta historia de amor se cuelan temas, hoy mucho más normalizados, como el divorcio, la libertad de la mujer, el engaño, la guerra y el exilio. Fue la propia familia de Carmen Trilla la que se puso en contacto con la periodista para sacar del anonimato ese nombre que ha sido ocultado en todas las biografías del militar Escofet. Le gustó "el catálogo de emociones y situaciones que la historia de amor escondía en el interesante marco histórico de la Segunda República. Las traiciones, la infidelidad, el amor arrollador que se impone con toda la fuerza del destino, la relación con los hijos, la necesidad de perdonar, el arrepentimiento, la culpa...", señala Ónega. Y es que cada uno de esos sentimientos son los protagonistas que pueblan esta novela a la que se lanzó "sin saber quién era el amante de la protagonista ni sus aristas personales ni su papel en la Segunda República". No hacía falta, el buen olfato de la periodista supo que esa historia merecía ser narrada.



Pregunta.- En Después del amor se retrata la España de los años 30, un periodo política y socialmente convulso con Primo de Rivera, la República, la Guerra Civil, el exilio... ¿Cómo fue la documentación e investigación previa?

Respuesta.- Quizá fue lo más absorbente porque empiezas a estudiar y ¡no paras! En esta novela el proceso ha sido distinto a las anteriores porque quise tener muy claros los hechos y la participación de los protagonistas antes de empezar a novelar. El biógrafo de Federico Escofet me completó la historia de la pareja hasta el último escenario en la Bruselas asediada por el ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial. Pero, sin duda, me he apoyado en el relato periodístico de la época para dar textura al texto. No he vivido en 1933, ni en 1934, ni he padecido el exilio o una guerra mundial... ¡Todo eso está en las hemerotecas!



Y a través de la información recabada en hemerotecas y la historia contada por la familia de Trilla la escritora hilvanó a una Carmen Trilla humana, luchadora que huyó de lo establecido. Cabe recordar que fue en el 33 cuando las mujeres españolas pudieron votar por primera vez. En Después del amor Trilla acude a las urnas con sus sirvientas, "aunque no sé si fue exactamente así", a ejercer ese derecho recién adquirido. Sin embargo, muchos hombres de la época miraban con recelo y desconfianza ese nuevo estatus de la mujer y en la novela se ve cuando al inicio de la historia ella decide irse de la casa. Por teléfono su marido le reprocha, entre otras cosas, que no le dejara la ropa preparada para la gran cena de esa misma noche. Carmen Trilla fue una mujer que "siempre luchó por ser independiente, por darle a la libertad el valor que hoy en día se da por hecho", admite Ónega. De hecho, "le empezó a interesar la política a partir de su relación con Escofet y se descubrirá a sí misma emitiendo opiniones en presencia de su marido y su entorno social. Carmen fue, sobre todo, una luchadora que tuvo que arriesgar todo por amor". Hoy ya no sorprende una separación por lo que "nos jugamos menos cuando rompemos un matrimonio", asegura la escritora.



Es cierto que la situación de la mujer ha cambiado mucho pero lo que hizo Trilla en su momento fue adelantarse a las mujeres de su tiempo. Que Federico Escofet, militar de un cierto grado, fuera siempre fiel a la República y a Companys le valió la condena a muerte, de la que cual pudo salvarse. El exilio encrudeció y complicó su relación. Sin embargo, a pesar de la labor que hizo Escofet apenas es recordado en España. La periodista, que ha indagado en el asunto concienzudamente opina que se trata "de uno de los muchos personajes que habitan la trastienda de la Historia con mayúsculas. En Cataluña sí lo conocen algo más porque también fue jefe de los Mossos d´Escuadra", concreta.



P.- En Después del amor subyacen temas que hoy en día vuelven a estar de actualidad, como la independencia catalana. ¿Cómo podemos entender esta vuelta? ¿Qué paralelismos hay entre aquella época y la que vivimos ahora?

R.- En paralelo a la historia de amor de Carmen Trilla y Federico Escofet se escribieron algunos capítulos de la historia de amor de Cataluña con España. Hubo un tiempo en el que Cataluña y España se abrazaron. Aunque el texto es una novela, sí he querido que consten algunos párrafos textuales del presidente de la Segunda República que ponen de manifiesto esa realidad. Es verdad que luego llegó el 6 de octubre de 1934 y Cataluña se divorció de España. La historia es de idas y venidas. De afectos y desafectos. De acumulación de descontentos. Pero también es una historia en común.



P.- Es cierto que la Historia está muy presente en la novela pero no es la protagonista, no es una crónica de época. Tampoco lo es la historia de amor entre Trilla y Escofet, lo que más sorprende es la profundidad de los personajes. ¿Cómo les ha dado vida? ¿Dónde acaba la historia real y dónde empieza la ficción?

R.- Lo real son ellos y su historia de amor. Se conocieron en un tren un 27 de septiembre de 1933. Se amaron en Barcelona hasta que en 1939 se ven obligados a exiliarse, vivieron en París y en Bruselas. Todo eso fue así y a partir de ese esqueleto empieza la aventura literaria de hacerlos creíbles, veraces... Que el lector sienta la angustia de Carmen, la forma en la que Federico afronta el romance, que se haga las mismas preguntas que se hicieron ellos.



P.- La curiosidad es una cualidad innata tanto del periodista como del escritor. ¿Qué diferencias hay entre afrontar un texto periodístico y una novela basada en hechos reales?

R.- La periodista que llevo dentro no puede pisotear a la escritora. La periodista reclama a la escritora detenerse en todos los detalles, que busque todas las fuentes para ser precisa con las palabras incluso le pide no abusar de los adjetivos. Ante esa guerra interna, cesé las hostilidades cuando me di cuenta de que, si seguía por ese camino, no acabaría nunca de escribir esta historia.



@scamarzana