La vista desde aquí. Una conversación con ValentíPuig
Hubo un tiempo en que las tertulias no eran gallineros ininteligibles ni tampoco el summum del circo mediático que son ahora, sino que se sucedían serena y discretamente, en un club, a lo largo de un chester y eran, como señala Ignacio Peyró (Madrid, 1980) en el prólogo de este excelente libro raro, fundamentales “para el aprecio de las texturas de complejidad de la naturaleza humana”. La conversación servía para enriquecer a todas las partes, y no para imponer un criterio, pues para eso ya estaban -ya están- los monólogos, a los que todo déspota o sectario ha sido adicto.
Digo que La vista desde aquí es un libro raro porque ya de entrada resulta problemático reducirlo a un género. También lo es porque está escrito desde la admiración. Esto es una rareza en un mundo en que los artistas y los intelectuales parecen no admirar a nadie vivo, o al menos no más allá del elogio vacío, insustancial, pues piensan que esa actitud los fortalecerá, cuando no hay otra herramienta para triunfar que el talento propio. El subtítulo dice que es “una conversación con Valentí Puig”, pero es más que eso: es un estudio de la obra del mallorquín que Peyró completa desde el deslumbramiento y desde la amistad; es un homenaje al periodismo, a las artes, a un mundo con cierto aire antiguo del que estos dos ilustrados se despiden, pero sin grandes aspavientos; es un canto a la moderación, a ese “conservadurismo de centro” que Puig ha reivindicado tantas veces; es un tratado político a medias, un examen de España, una celebración del “buen vivir” y una vacuna contra la banalidad que nos rodea. La vista desde aquí es un libro escrito contra su tiempo y en su anacronismo, en su pose antimoderna y antimaldita, radica su verdadera fuerza.
También es el libro de dos eruditos. Peyró y Puig ponen en común obras y autores y orientan al lector por tradiciones que no conoce tan bien como creía, como la francesa -tan querida por Puig- o la inglesa, por la que ambos brindan con mucho conocimiento de causa. No se pierdan tampoco lo que aquí se dice sobre el asunto catalán, que el entrevistado conoce muy bien, por cercanía (el catalán y el español son sus dos lenguas de escritura) y por un interés genuino. Ni sobre política internacional, en la que Puig se ejercitó durante sus muchos años de corresponsal.