Juan Carlos Márquez

Salto de Página. Madrid, 2017. 128 páginas, 14,50 €

Juan Carlos Márquez (Bilbao, 1967) ha llevado el espejo del callejón del Gato valleinclanesco a la playa, a uno de esos resorts de lujo que se han multiplicado por todo el litoral, y en los que miles de turistas pelean sin consuelo por su centímetro de mar. Testigo impotente de la picaresca rampante es una joven familia que llega siempre tarde a la primera línea de playa (un viejo con cadena de oro copa el lugar con una decenita de toallas para su inmensa familia) y al buffet del hotel (el mismo viejo, con la misma cadena de oro, y la misma prole abusadora les suele robar la mesa asignada por el hotel, como también se apodera de las tumbonas de la piscina, que acapara desde primera hora aunque no baje, si es que baja, hasta la tarde).



Sin embargo, algo rompe ese ¿idílico? paraíso de vacaciones: un niño alemán desaparece en un descuido de la madre, y la policía del lugar, temerosa de las repercusiones para el turismo, se infiltra en el hotel haciendose pasar por nuevos clientes con apenas 48 horas para descubrir qué ha pasado con el pequeño Bingham Waas. Aquí el relato entra en una dinámica costumbrista en la que lo de menos será la investigación sobre el pequeño, porque el protagonismo del relato lo asume el juego de frustraciones que va descubriéndose en cada capítulo, cargado de un humor bastante más negro de lo que parece.



Aunque al final parece resolverse casualmente el enigma del niño perdido, Resort es un divertimento oscuro sobre la familia, el deseo y la paternidad, y sobre la necesidad de escapar de la monotonía cotidiana en esas pequeñas treguas que nos regalamos cada año... Unos bocados de felicidad que acaban revelándose tan insuficientes y mezquinos como muchos de los clientes de los complejos hoteleros.