John Grisham

John Grisham, cuya entrega anual de un thriller judicial es tan segura como que amanece todos los días, ha escrito una novela extra a hurtadillas: Camino Island, un libro playero.

La editorial de John Grisham, Doubleday, se llevó una grata sorpresa el pasado mes de enero. Grisham, cuya entrega anual de un thriller judicial es tan segura como que amanece todos los días, había escrito algo extra a hurtadillas: un embrollo sin abogados. El libro contaba con una caricaturesca Florida como escenario, una historia llena de diversión sobre amantes de los libros (desde quienes los escriben hasta quienes los roban) y una heroína que pasaba el día en bikini y sandalias. Mr. Sala de Justicia había escrito un libro playero. Camino Island, su 30ª novela, salió a la venta en Estados Unidos en junio (en España se publicará en 2018), pero ya a mediados de mayo el escritor estaba encantado con la sorpresa que iba a significar el libro para sus fans. Sentado en el vestíbulo del Mercer Hotel, en el SoHo, respaldado por una pared de libros demasiado a la moda como para pertenecerle y sin vestir de negro (dos cuadros escoceses, con las gafas colgando del cuello), el chico de 62 años que ha vendido cerca de 300 millones de libros hablaba sin complejos sobre el último giro de su trayectoria literaria. ¿Le ha reconocido alguna vez alguien en Nueva York? "¡Nunca!", y le gusta que sea así. El escritor y Renee, su mujer, trazaron la idea para Camino Island conduciendo desde su hogar, situado a las afuera de Charlottesville, a su propiedad en la playa de Florida. El primer título que pensaron fue el mismo que tiene esta casa de vacaciones pero Grisham finalmente lo cambió por razones de privacidad. La cubierta de la novela, sin embargo, muestra una vista similar al muelle que da acceso al escritor hasta la playa. Fue Renee quien le sugirió que incluyera tesoros literarios en la trama, que aborda el robo de los manuscritos originales de cinco novelas escritas por F. Scott Fitzgerald -o "FITZ-gerald" como lo pronuncia Grisham, natural de Arkansas. El libro presenta a dos adversarios no muy íntimos: Bruce Cable, un marchante de libros raros en Camino Island, y Mercer Mann, una joven escritora bloqueada contratada para acercarse a él. Durante un breve periodo de tiempo Grisham pensó que la novela incluiría pasajes escritos por su mujer. Su intención era que ella desarrollara los capítulos protagonizados por Mercer, la protagonista femenina. "Sin embargo, cuando llegamos a Florida diez horas más tarde, ella ya había tomado una decisión: no iba a escribir ni una sola línea de todo esto", dice Grisham. Tampoco había escrito ni una sola palabra en ninguno de los libros precedentes de su marido. El escritor colecciona ediciones excepcionales de Fitzgerald ("No tengo El gran Gatsby porque es muy rara y muy cara. No me lo puedo permitir"), Hemingway, Steinbeck y Faulkner, y todos ellos fueron candidatos a protagonizar la historia. Sin embargo Faulkner escribió demasiados libros como para robarlos y las localizaciones de los manuscritos de Steinbeck y Hemingway estaban demasiado dispersas. Solo Fitzgerald tenía una colección de cinco libros en un mismo sitio, la Biblioteca Firestone de Princeton. No obstante, Grisham no puso ni un pie allí mientras desarrollaba un plan totalmente creíble para el robo. Para cualquiera que se pregunte de dónde saca los detalles precisos de los que depende el suspense de sus libros, la respuesta no está en sus zapatos. Normalmente utiliza Google. "Falsifico cada parte de todo esto", se jacta el autor, que quiere tan poca información real como sea posible para evitar el copia-pega. Y disfruta con el reto. "Me encanta unir pensamientos complicados que la gente lee compulsivamente y no pueden dejar de lado", dice, y nunca necesitará mejor propaganda que esa. El estatus literario no es lo que le preocupa, sí la venta de libros. Grisham es locuaz y divertido cuando habla de sí mismo, mucho más de lo que pueda sugerir el tono de rectitud de sus libros. Pero otra parte inesperada del autor hace aparición: la del contable. (Ha escrito libros titulados El secuestro, El acusado, El activista, La apelación y La trampa pero El contable es una película que no tiene nada que ver con él.) Parte de ello tiene que ver con que Grisham, cuyo padre fue trabajador de la construcción y agricultor de algodón, fue a la Facultad de Derecho en Ole Miss y ejerció entre 1983 y 1990 en la Casa de Representantes de Mississippi. No se habla mucho del hecho de que también tiene una licenciatura en Contabilidad. Aún conserva ese viejo pragmatismo fiscal cuando se trata de su escritura. Su primer gran éxito no llegó con su primer libro, Tiempo de matar, publicado en 1989. Fue La tapadera, que salió dos años más tarde. El autor guarda muy buenos recuerdo de 1991 y menciona mucho ese año en el que sus amigos le mandaban fotos de muchas personas leyendo sus novelas en cualquier lugar. Pero también fue el año en que cometió posiblemente su mayor error financiero. Una pequeña editorial, Wynwood Prees, imprimió 5.000 copias de Tiempo de matar, muchas de las cuales se quedaron sin vender en la oficina de Grisham. Él se deshizo de ellas. Una mala idea, especialmente para alguien que ahora colecciona primeras ediciones. Doubleday compró los derechos para republicar su debut en 1991, una vez que Grisham consiguió una reputación y después de dejar pasar la oportunidad de conseguirlos el mismo. "Mi agente de entonces me advirtió de que era una mala idea", explica. "Tuve un adelanto de 15.000 dólares por Tiempo de matar y él no quería ni toser encima de su 1 % de los 15.000. Yo era demasiado tonto para saber algo así y demasiado ingenuo y nadie sabía que lo estaba por llegar". Pero, ¿qué cotas ha alcanzado la novela? "Está llegando a 20", dice, a 20 millones de copias vendidas. "Son muchos libros". Claro que lo son. Pero uno de los hábitos conversacionales de Grisham es decir: "no malgasto el tiempo pensando en ello", justo después de mostrar lo mucho que ha pensado precisamente sobre ese tema. Al principio de su carrera Grisham tenía en mente la venta de los derechos para hacer películas. "Si piensas en las primeras cuatro o cinco -La tapadera, El informe Pelícano, El cliente, Tiempo de matar-, las hicieron muy rápido y pagaron mucho dinero". Era la época en la que Michael Crichton y él mismo se sucedían de manera constante el uno al otro en las listas de ventas de libros y de adaptaciones de películas lucrativas. Grisham y Crichton no se conocen pero "teníamos el tinglado mejor montado de todo el mundo. Él podía vender un libro por un dólar más de lo que yo recibía, pero al año siguiente me tocaba volver a mí. Y no paraban de lanzarnos billetes. Hubieran tomado los manuscritos antes incluso de que fueran publicados". Las películas también funcionaron en una escala global. "Se emitirán seguro en televisión por cable en algún lugar esta noche, son reciclables y todavía venden libros, esa es la parte increíble. Pero ese modelo ya no funciona". El enemigo, según el escritor, son los blockbuster de superhéroes que pueden recaudar 1.000 millones de dólares en China. Por otro lado, Camino Island, con su protagonista femenina, su apetecible ubicación y su efectiva trama, resulta el libro más apetecible de Grisham para Hollywood en muchos años. El escritor tampoco se preocupa mucho por las ventas de sus libros, pero está muy atento a los números. "El mayor cambio es que estoy vendiendo en torno a la mitad de los libros que vendía antes de la Gran Recesión", explica. "A lo mejor algo más de la mitad. Esto es un gasto discrecional y la gente no está gastando". Independientemente de lo que Grisham haga - y ha ramificado su obra hacia los deportes (Calico Joe), las memorias de infancia (La granja), a un chico abogado (la serie de Theodore Boone) y misceláneas (Skipping Christmas) - siempre tiene que escribir su libro judicial de octubre. Los condiciones económicas para ello son grandes, igual que las ventas. "Mis lectores tienen paciencia cuando me salgo del thriller", asegura. "Pero lo que quieren realmente es el thriller. Y cada año quieren uno nuevo". El próximo thriller tradicional de Grisham, todavía sin título, abordará la deuda estudiantil, una materia que ha encendido una llama dentro del autor. Sera actual, como La confesión (2010), que trataba sobre la pena de muerte y trascurría principalmente en Texas - con un aseado y ambicioso gobernador que guarda un increíble parecido al exgobernador Rick Perry. "Ah, no", insiste divertido Grisham. "Es un personaje de ficción. Rick es un Cristiano devoto que no bebe, y el gobernador de La confesión bebía bourbon del bueno cada tarde". Le pregunto a Grisham por qué los problemas con el alcohol hacen acto de presencia en muchos de sus libros. ¿Tiene algún tipo de agenda al respecto? "No. Nunca he estado cerca del precipicio", comenta. "He sido muy cuidadoso. De hecho tenemos una coleccion de vinos. Mi mujer bebe con mucha moderación. Pero todos tenemos amigos que están en problemas. Tengo amigos escritores que llevan luchando con esto muchos años, y no es fácil. Pero yo lo disfruto tanto que no se me pasa por la cabeza dejarlo". Momento interesante para la aparición de Renee Grisham. Había estado de compras y se quedó un poco desconcertada cuando su marido le explicó de qué versaba la conversación. "Estamos hablando de beber", dijo con un acento sureño repentinamente marcado. "Pareces preocupada". Bueno, sí, lo estaba, pero parecía estar acostumbrada a esa faceta de bala perdida del escritor. Llevan casados 36 años. En cuanto a por qué la bebida y la sobriedad aparecen en sus libros, incluido Camino Island, retomó el hilo: "Escribo sobre muchos escritores y abogados, dos profesiones que han producido un montón de borrachos de talla mundial. La abogacía está llena de hombres y mujeres que abusan del alcohol debido a un montón de factores. No soy realmente tolerante con las excusas. Alguien dice: 'Bueno, él o ella se dio a la bebido por esto, esto y esto'. Sus problemas eran demasiado graves y esa es su excusa. Realmente no lo compro. Creo que es una cuestión de autocontrol y de ser capaz de cuidar de ti mismo". Este es su lado de la vieja escuela. Es difícil, pero Grisham se adapta a historias de personajes que caminan al filo de la ley. La parte de él que aboga por la responsabilidad personal tampoco tiene paciencia para la autocompasión. "Les digo a mis amigos: Deja de lloriquear. Tienes suerte de estar donde estás en la vida, tienes suerte de estar aquí, así que cállate. No quiero oírlo. Nadie quiere escuchar tus quejas". Los amigos de Grisham, su familia, su editor y sus socios cercanos son las únicas personas que pueden llegar a él. Vive cerca de las afueras de Charlottesville y tiene una oficina en la ciudad, donde rara vez se molesta en aparecer. Si hay una emergencia se le puede encontrar, pero hace mucho tiempo decidió que le gustaba estar en la sombra. Ver a Tom Cruise siendo increpado por los fans durante el rodaje de La tapadera fue una experiencia de aprendizaje. También lo fueron las historias que escuchó en Square Books en Oxford, Misisipi (el santuario de lectores y escritores que Grisham reproduce fielmente en Camino Island), de labios de los escritores Larry Brown, Willie Morris y Barry Hannah, quien le dijo que hacer una gira de promoción de un libro era una cosa horrible. Sin embargo, tras 25 años desde su última gira, Grisham está saliendo al mundo otra vez. Visitará 12 ciudades para promocionar Camino Island manteniendo charlas con escritores locales y reuniendo hasta 200 fans en cada parada. Sigue firmando 2000 copias de todo lo que publica para Square Books por lo mucho que le encanta este lugar, tratamiento que también dispensa a otras librerías independientes de corte similar. Pero Grisham comienza a necesitar un masaje de brazo después de algunas sesiones de firma maratonianas, así que esta vez está poniendo límites. Aun así lo espera enormemente. ¿Qué tiene que perder? Como dice con franqueza, incluso de forma algo cándida, "se trata de vender libros", y la gira sin duda contribuirá a eso. Los lectores de Camino Island aprenderán sin duda mucho de la visión que tiene Grisham del mundo de la escritura. Ha descrito desde lo que siente cuando se sienta y escribe en su máquina "Capítulo 1" (una sensación seguramente agradable para él), hasta como huele una caja de flamantes libros nuevos. En la novela nos mezclamos con varios escritores que se reúnen en esta isla de ficción y en conjunto representan una visión de lo que Grisham considera todas las posibles tipologías que se pueden dar entre sus colegas autores. Los populares quieren credibilidad literaria. Los literatos quieren ser más ampliamente leídos. Hay un "snob literario que no puede vender y odia a todos los que sí pueden", y una "chica vampiro" que "pegó fuerte con una serie sobre vampiros y fantasmas o algo así". La mayoría de los estereotipos populares están representados, pero E.L. James debe pasar sus vacaciones en otro estado. ¿Y cuál es el tipo John Grisham? Tal vez no hay tal cosa. Grisham es único, pero empezaba a sonar cansado hace un par de libros. Mencionó que los datos de sus libros son analizados exhaustivamente por su editor, y que The Whistler (2016, todavía no publicada en español) ha sido un éxito más grande que Un abogado rebelde (Plaza & Janés, 2015). Murmuré que eso es porque Un abogado rebelde no era tan bueno. Me disparó un "¿Qué?" y una mirada de soslayo momentánea. Pero entonces: "O.K. No hace daño a mis sentimientos. Él libro estaba bien". No va a pasar mucho tiempo preocupándose por ello.

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