José C. Vales, ganador del premio Nadal en 2015 por Cabaret Biarritz, presenta su tercera y última novela, Celeste 65 (Destino). Una historia ambientada en la Niza de los años 60 sobre un entomólogo, heredero de una empresa de fertilizantes y pesticidas que, tras un trágico acontecimiento, se ve obligado a huir a la ciudad francesa con una identidad falsa, la de Nigel Balghidder-Ninloch. Una vez allí se hospedará en el famoso hotel Negresco donde nadie es quién dice ser, en un entramado de intrigas, conspiraciones y mentiras envuelto con el peculiar sentido del humor del escritor.

Vales que compagina su gusto por la escritura con sus trabajos de traducción, confiesa a El Cultural que durante toda la promoción del premio Nadal, no lo pasó del todo bien. "Si publicas un libro tienes que asumir las consecuencias y estas son una exposición pública tremenda. Aunque parezca un poco frívolo, uno pone mucho en sus libros y a mí me cuesta esa exposición".

Con respecto a su última obra, Celeste 65, explica que "trata sobre la imposibilidad de comprender el mundo tal y como está formulado y la idea de que todo es un caos". En ella, su protagonista masculino "cree descubrir una trama para cometer un regicidio. De hecho está rodeado de una gente que curiosamente tiene dos nombres. Empieza a pensar que no comprende nada, que todo se le escapa de las manos".

Pregunta.- Si con Cabaret Biarritz nos situaba en el Biarritz de los años 20, ahora su nueva novela está ambientada en la Niza de los años 60, ¿cómo eligió este lugar y época concretos?

Respuesta.- Lo situé en Niza en los años 60 primero porque nuestro país y nuestro tiempo no me interesaban especialmente. En los años 60 la sociedad propone una revolución cultural, que consiste en que la sociedad crea la cultura y se olvida un poco de la más académica o elitista. Es muy interesante, desde muchos puntos de vista, ver cómo aquel movimiento nace en un bar de Liverpool, donde se crea toda una cultura juvenil que va evolucionando hasta que poco a poco la académica acaba arrinconada. Me interesa mucho la historia de las mentalidades y cómo se configuran las culturas.

P.- De hecho, Niza, como Biarritz, se construyen en sus obras como lugares de paso donde coinciden muchos personajes...

R.- Son ciudades donde se reúnen en una época concreta todas aquellas personas que tienen algo de vocación. Para escribir una novela o construir una historia es importante el emplazamiento. Niza en los años 60 era el centro neurálgico de la cultura pop en Europa. En la época en que se desarrolla la novela Los Beatles tocan en el Palacio de Exposiciones de la ciudad francesa, Brigitte Bardot ya es una actriz madura pero acaba de rodar Viva María! que se proyectará en otoño, France Gall ha ganado Eurovisión con Poupée de cire, poupée de son que es un clásico del pop europeo... Todo ocurría allí. A pocos kilómetros de Niza estaba otro icono pop que era Grace Kelly, otro elemento esencial en la novela, que, aunque no aparece como personaje, sí es importante por razones argumentales.

P.- ¿Le gusta escarbar en este tipo de ambientes algo sofisticados, llenos de glamour?

R.- En realidad, es un poco ficticio, es literario, también tendrán su lado oscuro y su aspecto siniestro. No obstante, me gustan esos ambientes donde se puede desarrollar bien una trama y contar las cosas que me interesan. Las cuento un poco de pasada pero las cuento. Es posible que el lector más ligero se fije solamente en la historia de glamour y luces o en la trama, pero el más atento verá otras cosas. Por otra parte, reúno a una serie de personajes en el hotel Negresco de Niza a partir de una cita de Arnold Benett, que es un escritor heredero del humor y del realismo británico. Él decía que "hay pocas cosas más interesantes que un hotel de lujo como motivo de una novela seria". Además, reunir a todos los sospechosos en un mismo lugar para tenerlos contralados es una estrategia básica. Lo hacían Agatha Cristie y todos los autores de novela negra.

P.- Otro de sus aspectos característicos es el humor. ¿Repite la fórmula de humor e intriga que ya empleara en Cabaret Biarritz?

R-. El humor es esencial para mí. Intenté hacer algo más tradicional pero me resultaba ridículo ponerme serio a la hora de describir el mundo porque siempre surgía el personaje extravagante o la idea un poco alocada. Con todo, a mí me parece que se ciñe bastante a la realidad. Sobre todo porque la vida es bastante absurda, ridícula y bufonesca. En el siglo XX estamos acostumbrados a esta seriedad y a esta tristeza, lo que es comprensible porque después de dos guerras mundiales es normal, pero la literatura española siempre ha estado muy vinculada al humor. Nuestra novela más importante se concibió como una novela humorística, El Quijote. Previamente un tipo anónimo escribió el Lazarillo, Quevedo escribió El buscón y después, en el periodismo, Larra trabajó el humor maravillosamente. De hecho, yo no concibo la inteligencia sin sentido del humor.

P.- Sobre Linton Blint o Nigel, el protagonista masculino de Celeste 65, es un personaje que huye, como definición. ¿Qué le asusta más, su vida o sus actos?

R.- Linton es muy temoroso. Desde luego ha cometido un error gravísimo y por eso se ve obligado a huir. Su mayor problema es que es incapaz de comprender lo que sucede a su alrededor. Eso provoca ciertas angustias y ciertas consideraciones también intelectuales. El encuentro con Celeste supone un revulsivo en su vida. De repente comprende que hay algo que se parece más o menos a la vida, a una vida agradable y feliz. Ese verano de 1965 le da la impresión de que puede vivir.

P.- ¿Y quién es ella, la Celeste que da título a la novela?

R.- Celeste es la representación de la vida pero también de la muerte. Es una mujer muy real. He procurado que sea divertida y leal, muy buena amiga de Linton, que lo defienda cuando tiene que hacerlo. No es una princesita para nada. De hecho, todas las mujeres de mis novelas son muy libres. Son conscientes de su libertad y la utilizan. El otro día, incluso, me comentaban que los personajes masculinos parecen tontos al lado de los femeninos. Es posible. Las chicas me interesan más, tienen más matices que los hombres, por lo menos los que yo conozco. Me resulta mucho más atractivo escribir sobre ellas.

P.- Otro gran protagonista de Celesta 65 es la música, de hecho hay hasta una lista de Spotify para poder escuchar su banda sonora, ¿qué papel tiene en la novela?

R.- La música en este libro es esencial. En concreto hay dos canciones importantes. Una es Poetry in motion de Johnny Tillotson, que es esencial porque se reproduce en el momento en que Linton conoce a Celeste, cuando está desayunando y no sabe que en su baño está ella duchándose. Cuando sale pone esa canción y baila delante de él y él esta aterrorizado. Y la otra es Il mondo, de Jimmy Fontana, también un clásico de la época. Pero aparecen muchas canciones más, de los Beatles, los Beach Boys...

P.- ¿Y escucha música para escribir?

R.- Depende, sí que pongo música, pero cuando se trata de concentrarse en algo la apago porque me distrae un poco. Sobre todo utilizo música para pensar en lo que tengo que escribir. Dedico muchas horas a la planificación de la novela. Además, es imposible pensar en una historia de los años 60 sin música. En aquella época empezaron los autoradios, la radio de los coches, y todo el mundo tenía un pequeño tocadiscos. La música era esencial. Si yo escribo una novela de 600 páginas sobre esa década y no hablo de la música, más que un error sintáctico, sería un pecado.

P-. Y ya que habla de los años 60, otra de esas modas o tendencias fue el impacto del psicoanálisis, de hecho, en su novela escribe que en 1965 todo el mundo tenía miedo "sobre todo a nuestros propios cerebros"...

R.- El psicoanálisis fue una verdadera plaga en Hollywood y después en todo el mundo. Una cosa que no se creía ni Freud. En los años 60 todo el mundo estaba muy preocupado con el cerebro y lo que ocurría en él, con la psicología, el yo, el ego, el superego, y todas estas cosas. El psicologismo influyó mucho en la literatura del siglo XX y en mi opinión no necesariamente para bien.

@mailouti