- Adelantamos en exclusiva un relato nunca antes antologado, "La casa escarlata"
La editorial Sexto Piso ha reunido por primera vez los cuentos completos de Angela Carter (Eastbourne, Sussex, 7 de mayo de 1940 - Londres, 16 de febrero de 1992) bajo el título Quemar las naves, a la venta el próximo lunes 16. Detrás de su atractiva portada de aire victoriano, ilustrada con una loba y un león vestidos de etiqueta, de mirada fiera pero agarrados gentilmente de la mano, nos esperan más de 40 relatos que dinamitan los arquetipos de los cuentos tradicionales. Los hermanos Grimm o el mismísimo Shakespeare aparecen aquí pasados por la batidora de una prosa excesiva y gamberra y de un imaginario gótico en el que las hadas, los vampiros, los lobos y las caperucitas se mezclan con el feminismo, la lujuria, el tabú, el simbolismo y la cultura pop.
Carter nació en el condado de Sussex pero siendo muy pequeña la evacuaron a Yorkshire con su abuela debido a los bombardeos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Al terminar la contienda se instaló con su familia en Londres, donde su padre trabajó como periodista. Ella siguió sus pasos y practicó el oficio desde los 19 años. Después se casó y estudió literatura inglesa en la Universidad de Bristol, que inició la construcción de un extenso bagaje literario que abastece a las novelas de Carter con un torrente de referencias explícitas y ocultas.
Esta gran cantidad de alusiones a otras obras y escritores, junto con lo intrincado de la prosa y del contenido, hace de la escritura de Carter un reto para los traductores. El escritor Rubén Martín Giráldez, autor de la novela de culto de 2016, Magistral, ha sido el encargado de esta ardua tarea que describe así: "Antes de encontrarle el tono, la turbamulta de subordinadas concesivas y, sobre todo, causales, se me hicieron bola gustosa y escollo un rato. Y eso que me gusta más la hipotaxis que a Ferlosio (bueno, más no, es un decir). Hay también aliteraciones, juegos de palabras y chistoides… de largo aliento, por decirlo así; pero lo más representativo de estos Cuentos completos es la tortuosidad de fondo y forma de relatos como "Reflejos", o mi preferido, "La casa escarlata", que te dejan del revés literalmente". El primero de los que cita el traductor es un extraño cuento que trata el recurrente tema del espejo, una mezcla de terror, sexo y Lewis Carroll. El segundo, que adelantamos en exclusiva, es uno de los tres que nunca antes habían aparecido recopilados en libros de relatos de la autora. Nos transporta a los mundos del marqués de Sade y el conde Drácula y lo protagoniza una joven cautiva sometida a todo tipo de vejaciones y a una manipulación psicológica que le borra y sobreescribe continuamente la memoria.
La tercera novela de Carter, Varias percepciones (antes había publicado Shadow Dance y La juguetería mágica, llevada al cine en 1987) ganó el Premio Somerset Maugham. Con las 500 libras del galardón, la autora se marchó a Japón dejando atrás a su marido y vivió allí durante varios años que dejaron una huella profunda en la escritora, como demuestran los relatos de su libro Fuegos artificiales (1974), incluidos también en esta nueva antología, y su novela El doctor Hoffman y las infernales máquinas del deseo.
Después de su etapa en Japón, continuó visitando diversos países de Asia, Europa y también Estados Unidos, fue escritora residente en varias universidades como las de Sheffield, Brown, Adelaide y East Anglia, donde fue tutora del recién galardonado con el Nobel de Literatura, Kazuo Ishiguro.
El escritor Salman Rushdie, amigo de Carter, firma el prólogo de Quemar las naves, escrito originalmente en 1995. En él describe a la autora como "la más particular, independiente e idiosincrática de las escritoras" y celebra que, después de haber sido "desdeñada por muchos en vida como figura marginal, de culto, exótica flor de invernadero", se haya convertido en "la escritora contemporánea más estudiada de las universidades británicas".
El autor de Los versos satánicos recuerda en su prólogo la última visita que le hizo a Carter antes de que ella muriese. Se reunieron, como otras veces, para tomar el té y practicar el sublime arte del cotilleo, y la escritora se empeñó en vestirse para la ocasión a pesar de los terribles dolores que sufría. Cuenta también que a ella le "cabreaba" mucho la muerte, pero que se deleitaba pensando en la gran fortuna que tendría que pagar el seguro a su marido y su hijo después de haber pagado tan solo unas cuotas, ya que lo contrató justo antes de que le diagnosticaran el cáncer de pulmón que la mató cuando estaba "en el apogeo de sus poderes".
Para Rushdie, los relatos cortos son el punto fuerte de la escritora, mientras que sus novelas "pueden resultar agotadoras" por su estilo exuberante y enrevesado. Además considera que la colección de cuentos La cámara sangrienta, escrita en 1979, es su obra maestra, "el libro en el que su estilo elevado y vehemente casa a la perfección con las necesidades de sus relatos". Aunque Martín Giráldez es el traductor de todos los demás cuentos, esta colección de relatos aparece en Quemar las naves en la traducción de Jesús Gómez Gutiérrez. Uno de los relatos de La cámara sangrienta, "La compañía de los lobos", fue adaptada también al cine en 1984 por Neil Jordan y en español se tradujo el título como En compañía de lobos.
"El punto de partida de Carter, simplificando mucho, es que toma el cuento no como producto de un inconsciente colectivo, sino como fruto de unas posturas políticas, económicas y culturales específicas", opina Martín Giráldez. "Critica una lectura monológica fruto de la "arqueología del cuento de hadas" sesgada, donde era imposible que entrase hasta entonces, por ejemplo, una lectura feminista. Esta edición completa da la oportunidad de ver cómo este propósito se va concretando progresivamente".
Además, a medida que avanza la compilación -es decir, su trayectoria como escritora-, Carter "le va cogiendo el gusto al derroche de referencias múltiples", apunta el traductor. En este sentido, el cuento "En Pantolandia", donde Carter "contrapone el universo luminoso de Disneylandia y el precario y remachado de la pantomima", es el que le obligó a buscar más información para asegurarse de que se le escapaba lo menos posible del "sentido, el juego, la retranca, la tragedia y la mala baba". A fin de cuentas, cree el escritor y traductor que los relatos contenidos en Quemar las naves "pueden leerse perfectamente como cuentos de terror bien cabrones".